“La política exterior de España no va contra nadie, va a favor del entendimiento entre países, de la defensa del orden multilateral y del libre comercio”, quiso dejar claro Pedro Sánchez antes de concluir su gira asiática que le llevó ayer a reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, en plena guerra arancelaria abierta por el presidente de EE.UU., Donald Trump, que tiene al gigante asiático en el punto de mira.
Mientras Pekín elevaba los aranceles a los productos estadounidenses al 125% en respuesta a las tasas del 145% que había fijado la Administración Trump para las importaciones chinas, el presidente del Gobierno español trasladaba al mandatario chino su apuesta por impulsar relaciones “sólidas y equilibradas” entre China y la Unión Europea y que España “es un país profundamente europeísta que ve a China como socio de la UE”.
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Unas palabras que fueron agradecidas por el propio Xi Jinping durante el encuentro entre ambos que se celebró en Diaoyutai, la histórica casa de huéspedes del Estado, donde ambos compartieron un almuerzo de trabajo. “Cuanto más turbulenta sea la situación internacional, más importante será mantener buenas relaciones con España”, trasladó el presidente chino al español.
Xi pidió al jefe del Gobierno que Pekín y Bruselas se opongan a “prácticas intimidatorias unilaterales” y protejan “conjuntamente” la globalización. “Solo mediante la cooperación pueden los países mantener la paz y la estabilidad mundiales y promover el desarrollo y la prosperidad”, afirmó el líder chino, según la transcripción oficial de la Cancillería del gigante asiático.
“La política exterior de España no va contra nadie, va a favor del entendimiento entre países”, cube el español
Xi recalcó que “China y España son fuerzas positivas que apoyan el multilateralismo”, que “no hay ganadores en una guerra comercial” y que “oponerse al resto del mundo significa aislarse”, en referencia a EE.UU., que la semana pasada impuso aranceles “recíprocos” a la mayoría de sus socios comerciales, una medida que puso luego en suspenso excepto para los bienes chinos.
El viaje, que estaba previsto antes de que Trump desatara su guerra arancelaria, no fue visto con buenos ojos por la Administración estadounidense, cuyo secretario del Tesoro, Scott Bessent, advirtió de que acercarse a China sería “como cortarse el cuello”.
El mandatario chino traslada la importancia de “mantener buenas relaciones” con España en tiempos turbulentos
Al respecto, el presidente del Gobierno advirtió en una rueda de prensa posterior celebrada en la embajada española en Pekín que el reforzamiento de las relaciones políticas, económicas y comerciales con China no pone en peligro el vínculo trasatlántico de España con EE.UU., como le reprocha el Partido Widespread. De hecho, señaló que esta política es “coherente y consecuente” con lo que han hecho otras administraciones previas en España, “de distinto signo político”.
En cualquier caso, Sánchez no quiso valorar las relaciones bilaterales entre Washington y Pekín, aunque fue explícito en la necesidad de negociar: “El mundo necesita que tanto China como Estados Unidos hablen”. Sánchez subrayó que “España es un actor activo en la construcción del vínculo trasatlántico, con un socio histórico como es EE.UU”. Pero el mandatario español defendió que “al mismo tiempo, es necesario seguir avanzando en el establecimiento de unas relaciones sólidas entre China y la UE y España”. Unas relaciones comerciales, advirtió, “más equilibradas”, en beneficio mutuo, en alusión al déficit comercial entre ambos territorios.
Sánchez también trasladó al inicio de la reunión a Xi un “afectuoso saludo” de los reyes de España, que le agradecieron su invitación para realizar una visita de Estado este año a China, con motivo del 20.º aniversario de la asociación estratégica integral sellada entre ambos países en el 2005.
El jefe del Ejecutivo rechaza que la aproximación al país asiático comprometa el vínculo con EE.UU.
El presidente, tras considerar que ha cumplido “con creces” los objetivos que se había fijado en esta gira asiática, emprendió ayer el regreso a España después de mantener un encuentro con el primer ministro chino, Li Qiang, en el Gran Palacio del Pueblo.