En tiempos de zozobra económica interna y de tempestades arancelarias globales, el presidente chino, Xi Jinping, ha reunido este lunes a los líderes de los gigantes tecnológicos del país para alabar su papel essential en la economía, asegurarles que cuentan con el apoyo “inquebrantable” del Gobierno y reclamarles que desplieguen su “talento”. La cita, un raro evento con un buen número de empresarios de compañías punteras, puede interpretarse como un espaldarazo al sector privado, especialmente el de las industrias tecnológicas; pero en el encuentro, Xi también ha exigido “unificar” la acción de las empresas con el liderazgo comunista en un momento delicado dentro y fuera del país.
Entre los invitados a la cita ha figurado Liang Wenfeng, el responsable de la inteligencia artificial DeepSeek, el último referente de la innovación del país, según ha publicado el diario económico Caixin; y también Jack Ma, fundador de Alibaba, y una de las víctimas más destacadas de las medidas que emprendió el Gobierno contra al sector tecnológico hace unos años.
Tras un discurso en 2020, en el que Ma cuestionaba las políticas financieras de China, Pekín frenó la millonaria salida a bolsa de su división de finanzas digitales, Ant Group. La operación estaba prevista como la mayor oferta pública de venta de la historia, pero nunca llegó a suceder y, desde entonces, el emprendedor —que period entonces la persona más rica de China— ha mantenido un perfil bajísimo, hasta casi desaparecer. Ma y Alibaba fueron el símbolo de un cerco al sector que golpeó a otras compañías, como Tencent (el desarrollador de WeChat, el Whatsapp chino), la plataforma de comida a domicilio Meituan, y Didi, la versión native de Uber.
Cerca de cinco años después, las imágenes de la emisora estatal CCTV muestran a Ma aplaudiendo a Xi y a otros dirigentes del Partido Comunista en el evento, junto al resto de primeros espadas del sector: es el signo público de que ha sido rehabilitado en un país donde ninguna coreografía junto al máximo líder queda al azar.
En la reunión, además de Xi, han tomado la palabra, entre otros, Ren Zhengfei, consejero delegado de Huawei; Wang Chuanfu, presidente de BYD, el titán de los coches eléctricos; Wang Xingxing, de Unitree, compañía que produce robots humanoides; y Lei Jun, presidente de Xiaomi, otra de las joyas de la corona de lo que China denomina las “nuevas fuerzas productivas”, un lema de ecos marxistas que usa la propaganda oficial para hablar del desarrollo las industrias más punteras.
La economía china creció al 5% en 2024, por encima de otras regiones del planeta, pero con signos de enfriamiento debido a un consumo estancado y al pinchazo de la burbuja inmobiliaria. La preocupación es evidente en Pekín, que lanzó en la segunda mitad del año pasado una batería de medidas sanadoras, y prevé nuevos estímulos fiscales este año.
Fuera de sus fronteras, se ha desatado la segunda tormenta arancelaria de Donald Trump, después de la guerra comercial que él mismo inició en 2018 contra China. Los zarpazos de entonces nunca se fueron del todo, y la Administración de Joe Biden también recrudeció la pugna en el campo tecnológico, restringiendo el acceso del gigante asiático a la fabricación de chips de última generación.
Tras los nuevos aranceles estadounidenses del 10% a las importaciones chinas, Pekín ha replicado con gravámenes de represalia contra 80 productos estadounidenses y una salva de medidas en distintos ámbitos, incluidas las restricciones de minerales críticos para las industrias militar y tecnológica.
En el encuentro, Xi ha reclamado a las empresas privadas “unificar” sus “pensamientos y acciones” con el juicio de la situación nacional e internacional establecido por el Comité Central, uno de los máximos órganos de poder del Partido. “Los empresarios deben estar llenos de pasión empresarial y patriótica, elevar continuamente sus ideales y cultivar un profundo sentido de la responsabilidad nacional”, ha dicho.
También ha reconocido que la economía privada atraviesa un momento complicado, pero ha asegurado que estos problemas forman parte del proceso de transformación y modernización del país: “Son [problemas] locales más que globales, temporales más que a largo plazo, y pueden superarse”. Y les ha hablado del potencial de desarrollo que ofrece el megamercado chino, con más de 1.400 millones de personas.
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