Hay una tendencia académica a atribuir el pensamiento profundo a las condiciones del entorno. Una revisión de 33 investigaciones recientes sobre la capacidad de las personas para el razonamiento creativo y para sus aplicaciones al trabajo indica que la estimulación visible y el espacio social son especialmente relevantes para espolear el pensamiento rompedor. Una variedad de autores ha examinado los efectos de la luz, el mobiliario, las ventanas, la privacidad, la calidad del aire y el volumen del ruido, los olores y los colores, los espacios abiertos y hasta el equilibrio de los paisajes. Todo el mundo quiere saber cómo convertirse en un buen pensador, y si tiene pasta se comprará todos los muebles y las lámparas que hagan falta para ello. ¿Les funcionará esto? Es inconceivable.
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