“Ya ganamos, ahora empieza el trabajo”, ha dicho Donald Trump antes de dirigirse a una mesa en el centro del estadio de los Wizards, ante 20.000 eufóricos trumpistas y con toda su familia sentada detrás en posado imperial, donde ha inaugurado su mandato a golpe de decreto después de una pomposa desfilada de investidura. El nuevo presidente de Estados Unidos ha empuñado el rotulador y se ha puesto a firmar, una a una, las primeras siete órdenes ejecutivas de su presidencia. Cuando ha salido del estadio, se ha dirigido a la Casa Blanca y ahí ha comenzado el trabajo de verdad, con la firma de otras decenas de órdenes, superando el récord que marcó Joe Biden hace cuatro años, cuando firmó 22 en su primer día.
La primera medida ha sido, precisamente, poner fin al legado de su predecesor: ha derogado 78 órdenes ejecutivas que ha firmó durante su mandato, que ha definido como “la peor administración de la historia”. También ha retirado a Estados Unidos del tratado climático de París para la reducción de emisiones, repitiendo un paso que ya dio en el 2017 y distanciándose de los 200 países que se han comprometido a mantener el calentamiento world por debajo de los 2 grados Celsius.
Son las dos órdenes ejecutivas más significativas de la primera tongada, en el estadio de los Wizards, que ha sido más bien cosmética, comparado con el torrente legislativo que llegaría después: ha eliminado el teletrabajo de los funcionarios, ha congelado la contratación federal hasta que su gabinete se asiente en la Casa Blanca y, entre otras medidas, ha ordenado al gobierno federal “restablecer la libertad de expresión e impedir la censura gubernamental”, algo que, de hecho, ya garantiza la primera enmienda de la Constitución.
Cuando ha llegado al despacho oval, en una puesta en escena que recordaba a The Workplace, ha sujetado otro rotulador y ha seguido firmando las carpetas que le pasaba su asesor, mientras respondía preguntas de los pocos periodistas presentes y hacía un breve comentario con cada medida: “Esta es buena”, “os va a gustar” o “la gente lleva años esperándolo”.
La retahíla de órdenes ejecutivas ha incluido el prometido indulto a los asaltantes del Capitolio, que abarcará a 1.500 personas, casi el complete de los acusados y condenados por los hechos del 6 de enero. Y ha conmutado las penas de los 14 restantes, miembros de las milicias de extrema derecha Proud Boys y Oath Keepers, condenados por conspiración sediciosa, que fueron quienes recibieron las penas de prisión más largas por sus actos violentos.
En su día uno, ha dado los primeros pasos para cumplir su principal promesa de campaña: “Poner fin a la invasión y llevar a cabo el mayor programa de deportación de la historia”, de unos 15 millones de inmigrantes. Para ello, ha declarado una emergencia nacional en la frontera sur de EE.UU., que servirá para dotar de recursos adicionales al Pentágono, desplegar las fuerzas armadas para “terminar el muro” y llevar a cabo redadas con el ejército. Es de esperar que esta medida enfrente desafíos legales, pues la ley pone fuertes limitaciones al despliegue de tropas en territorio doméstico.
También en materia migratoria, ha designado los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras, una distinción que podría preceder al uso de la fuerza militar en suelo mexicano. También ha firmado otra orden que elimina el derecho a la ciudadanía a los hijos de inmigrantes indocumentados, algo protegido por la 14ª enmienda de la Constitución, que Trump ha interpretado a su manera. Su derogación requeriría la aprobación de dos tercios de ambas cámaras del legislativo y la ratificación de tres cuartas partes de los estados, imposible con la configuración precise.
Además de salirse del acuerdo de París, el presidente ha retirado a EE.UU. de la Organización Mundial de la Salud. La medida también period altamente esperada, después de que durante la pandemia se opusiera a sus medidas para frenar el coronavirus. Este paso tendrá profundas implicaciones en el sistema de salud americano.
Entre otras consecuencias, este paso, que no se atrevió a dar en el 2020, implicará que los Centros para el Management y la Prevención de Enfermedades no tendrán acceso a los datos mundiales que proporciona la agencia. Por ejemplo, cuando China caracterizó la secuencia genética del nuevo coronavirus en 2020, facilitó la información a la OMS, que la compartió con otros países. Tampoco es una medida sorprendente para un presidente que ha elegido como secretario de salud a uno de los principales activistas antivacunas del país, Robert Kennedy Jr., que en los próximos días se enfrentará a su audiencia de confirmación en el Senado.
Otra de las órdenes ejecutivas retrasa la aplicación de la prohibición federal de Tiktok aprobada en abril por amplias mayorías en el Congreso, que entró en vigor el domingo y dejó la crimson social sin servicio durante 13 horas. La medida instruye al fiscal common a no tomar ninguna acción para que su administración tenga “la oportunidad de determinar el curso apropiado a seguir”. Sin embargo, aunque la ley permite al presidente conceder una prórroga de 90 días si hay “progresos significativos” en la búsqueda de un comprador, tan solo está prevista para antes de que entre en vigor, por lo que podría enfrentar desafíos legales.
Aunque prometió que lo haría en su primer día, Trump no ha implantado los aranceles del 25% con los que amenazó a Canadá y México, a pesar de que ha dicho que siguen permitiendo la entrada de inmigrantes indocumentados y fentanilo, la única condición que puso para aplicarlos. Ha avanzado que impondrá esos aranceles “a partir del 1 de febrero”. Tampoco hay noticias sobre los aranceles a China, país al que amenazó con un arancel adicional del 10% sobre los ya existentes
Mientras seguía firmando, ha encontrado la carta que le ha dejado el expresidente Biden en el escritorio del despacho oval. “Deberíamos leerla todos juntos”, ha bromeado, y ha empezado a criticar su gestión de gobierno, especialmente la última, el indulto a cinco miembros de su familia. “No sabía que lo había hecho porque lo hizo durante mi discurso. Me hubiera gustado volver (a la Casa Blanca, donde tomaron el té por la mañana) y hablar un poco más con él”, ha dicho. En varias ocasiones, se ha reído de la vejez que le obligó a abandonar su intento de reelección: “¿hizo Biden alguna vez una rueda de prensa como esta? Cero, y así será por los siglos de los siglos…”