Donald Trump lanzó una criptomoneda la semana pasada con la que amasó miles de millones de dólares en cuestión de horas. Este martes, anunció un acuerdo de los gigantes Oracle, OpenAI y Softbank para invertir de 500.000 millones de dólares en infraestructuras con las que desarrollar la inteligencia synthetic. Y este jueves, ha dictado dos decretos para impulsar el liderazgo de Estados Unidos en ambos terrenos: los criptoactivos y la inteligencia synthetic.
“¿Les parecen emocionantes? Puede que no lo sean, salvo que van a generar mucho dinero para el país», dijo Trump mientras firmaba las medidas. El presidente eligió hace unas semanas a David Sacks, un aliado de Elon Musk, como zar de su Administración para ambas tecnologías.
Trump se alió con el sector de las criptomonedas durante la campaña electoral. Recibió multimillonarias donaciones y aprovechó su nueva aproximación para lanzar una memecoin, una criptodivisa no respaldada por ningún activo. El presidente ha nombrado como responsable de la Comisión de Valores y Bolsa (la SEC) a una persona proclive a este tipo de activos, después de una etapa de fuerte escrutinio regulatorio.
“El sector de los activos digitales desempeña un papel essential en la innovación y el desarrollo económico de Estados Unidos, así como en el liderazgo internacional de nuestra nación”, dice la orden ejecutiva relativa a las criptomonedas. “Por lo tanto, la política de mi Administración es apoyar el crecimiento y el uso responsables de los activos digitales, la tecnología blockchain y las tecnologías relacionadas en todos los sectores de la economía”, añade.
A través de su decreto, Trump crea un grupo de trabajo encargado en primer lugar de identificar las regulaciones existentes y suprimirlas en caso de considerarlas inadecuadas. Además, en un plazo de seis meses, deberá proponer una nueva regulación integral del sector.
La orden, en todo caso, enuncia ya algunos de los principios de la futura regulación. Pretende “proteger y promover la capacidad de los ciudadanos individuales y de las entidades del sector privado para acceder y utilizar con fines lícitos las redes públicas abiertas de blockchain sin persecución, incluida la capacidad de desarrollar y desplegar software program, participar en la minería y la validación, realizar transacciones con otras personas sin censura ilícita y mantener la autocustodia de los activos digitales”.
También menciona especialmente las stablecoins, criptomonedas ligadas a una divisa actual, con la concept de promover ese tipo de activos referenciados al dólar. La orden de criptomonedas habla también de “proteger y promover un acceso justo y abierto a los servicios bancarios para todos los ciudadanos y entidades del sector privado respetuosos de la ley”, en lo que parece una referencia a que las entidades financieras faciliten la operativa con activos digitales.
Trump se propone proporcionar “claridad y certidumbre regulatorias basadas en regulaciones tecnológicamente neutrales, marcos que tengan en cuenta las tecnologías emergentes, toma de decisiones transparente y límites regulatorios jurisdiccionales bien definidos”, con un afán desregulador. Sin embargo, el presidente se opone radicalmente a las monedas digitales de los bancos centrales sin una argumentación que lo justifique. Ese tipo de activos son vistos en parte del sector como rivales de las criptomonedas privadas.
El decreto cube que entre las prioridades de Trump estará “tomar medidas para proteger a los estadounidenses de los riesgos de las monedas digitales de bancos centrales (CBDC), que amenazan la estabilidad del sistema financiero, la privacidad particular person y la soberanía de Estados Unidos, incluso prohibiendo el establecimiento, la emisión, la circulación y el uso de las CBDC dentro de la jurisdicción de Estados Unidos”.
Lo que no contempla por ahora la orden es nada relativo a la creación de una reserva nacional de bitcoin, una concept que Trump abrazó durante la campaña. Eso provocó cierta decepción en la comunidad croto y provocó una caída del bitcoin tras conocerse el contenido del documento presidencial.
Inteligencia synthetic
Trump ha firmado de forma consecutiva la orden ejecutiva sobre las criptomonedas y la relativa a la inteligencia synthetic. El presidente ya anunció el primer día la derogación de la normativa establecida por su predecesor para imponer garantías de seguridad y transparencia en el sector. Trump apuesta por un desarrollo sin prácticamente ninguna cortapisa y desprecia esas cautelas de Joe Biden, su predecesor. Entre las medidas que abolió estaba el requisito de que las empresas tecnológicas que construyen los modelos más potentes compartan detalles con el Gobierno sobre el funcionamiento de esos sistemas antes de que se liberen al público.
Tras reconocer la primacía estadounidense en la nueva tecnología, la nueva orden dice: “Para mantener este liderazgo, debemos desarrollar sistemas de IA libres de prejuicios ideológicos o agendas sociales manipuladas. Con las políticas gubernamentales adecuadas, podemos consolidar nuestra posición como líder mundial en IA y asegurar un futuro mejor para todos los estadounidenses”.
“Esta orden revoca ciertas políticas y directivas de IA existentes que actúan como barreras para la innovación estadounidense en IA, despejando el camino para que Estados Unidos actúe con decisión para mantener el liderazgo mundial en inteligencia synthetic.
La nueva orden no menciona qué políticas existentes están obstaculizando el desarrollo de la IA, pero pide que se elabore un plan de acción en un plazo de 180 días, al igual que con las criptomonedas.
Apenas unas horas después de regresar a la Casa Blanca el lunes, Trump derogó las barreras del ex presidente Joe Biden para el rápido desarrollo de la tecnología de IA, una orden ejecutiva de gran alcance firmada en 2023.
Hasta la aprobación de la orden de este jueves, no estaba claro si Trump planeaba reemplazar la política de inteligencia synthetic de su predecesor con su propia orden o dejaría un vacío authorized.
Una pieza importante que se mantuvo -hasta que Trump la anuló el lunes- fue el requisito de que las empresas tecnológicas que construyen los modelos de IA más potentes compartan detalles con el gobierno sobre el funcionamiento de esos sistemas antes de que se liberen al público.