Cuando oigo a alguien decir que todos los políticos son iguales (irresponsables, embusteros, hipócritas…) o darlo a entender lamentando una polarización insoportable, me dan ganas de preguntarle si, por coherencia, considera que en su categoría profesional también todas las personas son iguales en su desempeño. Hay que estar muy obnubilado para no ver de dónde procede esa verborrea vociferante y calumniosa, esa actitud retadora, esas vergonzosas maniobras en las instituciones europeas, esa utilización de bulos propios y ajenos y otras tantas desmesuras que, en efecto, polarizan, tensionan y provocan una reacción defensiva no siempre a la altura. Quejarse de la polarización sin señalar a los principales responsables es diluirla y hasta justificarla, y así seguiremos librándolos de argumentar inteligentemente sus críticas y de proponernos soluciones creíbles, que es básicamente su trabajo.