La festividad cristiana de la Epifanía, que en España y Latinoamérica implica alegres cabalgatas de Reyes con reparto nocturno de juguetes e iniciativas solidarias, se declina de muchas maneras en el ancho mundo. En Alemania, el 6 de enero y en los días previos, niños disfrazados de Reyes Magos se echan a la calle y van de casa en casa cantando villancicos para recaudar dinero con fines benéficos.
Son los llamados Sternsinger (cantores de la estrella), y se calcula que cada año participan 300.000 niños y niñas, la mayoría católicos, pero también algunos que no lo son. Acompañados de un adulto, suelen round en grupos de cuatro, vestidos con túnicas brillantes y coronas doradas o turbantes: tres encarnan a los reyes, y el cuarto porta un estandarte con la estrella.
En Alemania, los ‘Sternsinger’, niños vestidos de Reyes Magos, recogen donativos por las casas cantando villancicos
La tradición se remonta al siglo XVI, cuando niños de familias pobres pedían por las casas para comprar pan o alimentos. La costumbre existe también en Austria, en regiones germanohablantes de Suiza e Italia, y en otros países de Centroeuropa. En su forma precise, la campaña benéfica a escala alemana surgió en 1959, y desde entonces ha reunido 1.310 millones de euros para proyectos de atención a la infancia en África, Latinoamérica, Asia, Oceanía y este de Europa.
Según la costumbre, los chiquillos recogen donativos y llevan la bendición a los hogares. Al principio de la tradición, se trataba de no molestar en la misma casa, por lo que el grupo dejaba una marca con tiza en la puerta como aviso para los otros grupos. Ese hábito evolucionó hacia una curiosa inscripción con aire de jeroglífico que combina letras, números y signos. Es la frase latina “ Christus mansionem benedicat ” (“Cristo bendiga esta casa”), de la que se escriben solo las iniciales, que casualmente son las iniciales de los nombres de los reyes en lengua alemana: Caspar, Melchior y Balthasar.
La inscripción completa se hace así: las dos primeras cifras del año, un asterisco (que simboliza la estrella de Belén que guía a los Magos), las iniciales C M B separadas por tres cruces (que representan a la Trinidad), y las dos últimas cifras del año. Así, la bendición que los Sternsinger están escribiendo estos días en los dinteles de las puertas alemanas reza: 20*C+M+B+25.
La tradición pide que se deje ahí escrita hasta Pentecostés o hasta que la lluvia la borre. En algunos casos no se escribe en tiza sino que se coloca un adhesivo para que aguante más tiempo. Aclaración: antes de iniciar la ruta, niños, tizas y adhesivos son bendecidos por un sacerdote en la parroquia, de modo que los críos transportan la bendición.
Organizan la campaña la entidad misionera infantil Kindermissionswerk-Die Sternsinger, con sede en Aquisgrán, y la Federación de la Juventud Católica Alemana (BDKJ). Según sus impulsores, las rondas de villancicos de los Sternsinger son la campaña solidaria realizada por niños para niños más grande del mundo. Lo que recaudan se utiliza para proyectos de educación, nutrición, salud, protección de la infancia, ayuda de emergencia, trabajo pastoral e integración social de menores en dificultad en otros países.
Los Sternsinger son tan populares y estimados por su obra solidaria que son recibidos cada enero por el presidente federal (empezó a hacerlo Karl Carstens en 1982) y por el canciller (inauguró la cita Helmut Kohl en 1984), además de por ministros y gobernantes regionales. Una representación de cantores de las 27 diócesis católicas alemanas acudirá mañana en Berlín al palacio de Bellevue, sede de la presidencia de la República, donde el presidente, Frank-Walter Steinmeier, saludará a las niñas y niños con sus estrellas. Y, como siempre, uno de ellos escribirá la bendición con tiza en la puerta del palacio. El martes será el turno de la Cancillería, con el canciller Olaf Scholz como anfitrión.
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