La isla griega de Santorini está en estado de alerta ante la elevada actividad sísmica que se está registrando en la zona desde el pasado viernes.
Los terremotos, con magnitudes de hasta 4,9 en la escala Richter, también están sacudiendo otras islas del Egeo, como Amorgós, Ios y Anafi; y han llevado a las autoridades cerrar los colegios y recomendar a la población que se mantenga alejada de espacios cerrados y puertos. Asimismo, se han desplegado unidades de respuesta ante catástrofes sobre el terreno y se han programado vuelos adicionales para facilitar la salida de la isla.
Según el Ministerio de Protección Civil, los más de 200 temblores que han golpeado las islas griegas durante los últimos días tienen su origen en fallas submarinas activas en la zona, y no estarían relacionados con el volcán de Santorini, que entró en erupción por última vez en 1950.
La incógnita es si esta actividad sísmica puede ser el preludio de un terremoto de mayor intensidad capaz de provocar un tsunami, como el que se produjo en 1956 cerca de Amorgos tras un seísmo de 7,3 grados y que causó la muerte de 53 personas.
El geólogo Efthymios Lekkas, que forma parte de un equipo de expertos que evalúa la situación sobre el terreno, aseguró a la televisión griega que, de momento, sólo se puede pronosticar que los temblores seguirán “durante algunos días”.
Por ahora no se han producido daños, aunque sí pequeños deslizamientos de tierra en la caldera de Santorini.
Un destino turístico de primer nivel
Santorini es un destino turístico de primer nivel, que cada día recibe visitantes a través de vuelos comerciales, ferris y cruceros. La isla griega atrae a más de 3 millones de personas al año anualmente a sus pueblos, construidos a lo largo de vistosos acantilados.
Santorini debe su forma precise a una erupción volcánica que tuvo lugar alrededor del año 1600 a. C., y que formó un tsunami que llegó hasta Creta y terminó con la civilización minoica en esta isla.