Más allá de la leyenda de aquel primer ministro chino que en 1972 juzgó que aún period “demasiado pronto” para valorar las consecuencias de la revolución francesa –en realidad, parece que Zhou Enlai se refería al mayo del 68 y no a 1789-, lo cierto es que la percepción de los tiempos en el coloso asiático suele diferir bastante respecto a la recurring urgencia occidental. Al menos, para tratar de penetrar en su gigantesco mercado, poblado por más de 1.400 millones de habitantes. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, emprende este lunes una nueva gira asiática, que le llevará otra vez a Pekín para reunirse con Xi Jinping el próximo viernes. Y será la tercera ocasión en apenas dos años en que el mandatario español visita la capital china –ya estuvo en marzo del 2023 y en septiembre del 2024- para desplegar sobre el terreno su estrategia de diplomacia económica, pero en la Moncloa asumen que sigue existiendo un enorme desequilibrio comercial entre ambos países, debido a las dificultades de acceso que impone China. Los resultados, aseguran, son positivos; pero los avances se enmarcan en procesos que requieren mucho tiempo, dedicación e interlocución directa.
Sánchez, no obstante, ya puso el foco en China en cuanto llegó a la Moncloa en el 2018, y en noviembre de aquel año ya pudo recibir a Xi Jinping en su visita de Estado a España. El presidente del Gobierno sigue empeñado en abrir el mercado chino a las empresas y el comercio español, con sus repetidas visitas al gigante asiático, convencido de que existen grandes oportunidades de expansión aún por explorar. Este año, además, con el gancho del 20º aniversario de la firma del acuerdo de asociación estratégica que Hu Jintao y José Luis Rodríguez Zapatero sellaron en Madrid en el año 2005, conmemoración ante la que los Reyes también tienen pendientes una visita oficial a China, invitados por Xi Jinping.
La nueva visita de Sánchez a China, según fuentes del Gobierno, adquiere no obstante una relevancia especial en esta ocasión, ante la guerra comercial y arancelaria desatada por Donald Trump contra el mundo. El objetivo del presidente es avanzar en la autonomía estratégica abierta, con conexiones con otros bloques comerciales del mundo –como el Mercosur, India o China-, para reducir las vulnerabilidades y dependencias excesivas, y diversificar los mercados, ante la amenazante estrategia del nuevo inquilino de la Casa Blanca. En la Moncloa, en todo caso, advierten que no se trata de un viaje contra nadie –en referencia a Trump-, sino a favor de reforzar esta política de impulso económico y comercial world.
El viaje del presidente a Pekín –en estrecha coordinación con la cúpula de la UE, según resaltan en la Moncloa ante las críticas del PP, aunque de carácter bilateral- busca así apuntalar la posición de España en el inmenso mercado chino. En su política estratégica, Bruselas tiene definida a China como “socio, competidor y rival sistémico” del membership comunitario, pero la pretensión del Ejecutivo español es poner el acento en el primero de estos conceptos, con la intención de reequilibrar las relaciones comerciales.
Sánchez deja encarrilados antes de su gira los acuerdos del Consejo de Ministros, con los primeros decretos del plan de respuesta a los aranceles de Trump, y las nuevas transferencias –más de 2.000 millones- para aumentar el gasto en defensa
Antes de partir a su nueva gira asiática, Sánchez deja encarrilados, no obstante, los relevantes acuerdos que el Consejo de Ministros prevé aprobar este mismo martes en su ausencia: por una parte, los primeros decretos del plan de respuesta a los aranceles de Trump, que después habrán de ser convalidados por el Congreso, y por otra las nuevas transferencias de créditos –por valor de más de 2.000 millones de euros- para seguir aumentando el gasto en defensa, que en este caso no requieren del aval parlamentario.
La gira de Sánchez, en todo caso, arranca en Vietnam, con escalas en Hanoi este miércoles y en Ho Chi Minh este jueves, antes de la visita oficial del viernes a Pekín, y le acompañan el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el titular de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, junto a un grupo de empresarios españoles. Entre ellos, representantes de la CEOE, Cámara de España, Adif, Grupo Antolín, EM&E, Indra, Palladium, Premo, Get well, Renfe, Rolser y Talgo.
Este es el primer viaje a Vietnam de un presidente del Gobierno español –que en este caso se adelanta a Ursula von der Leyen y a Emmanuel Macron, que también tienen previstas próximas visitas-, y el objetivo político y económico es el mismo que en China: reforzar las relaciones bilaterales e impulsar la penetración comercial en este país del sudeste asiático, que está registrando un gran crecimiento económico y tiene enorme influencia en la región, en pleno terremoto geopolítico por la guerra comercial desplegada por Trump. No en vano, los aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos a Vietnam son del 46%, y del 34% a China. Y justo este año se conmemora, además, el 50º aniversario del fin de la guerra del Vietnam.