“Hay jóvenes que vivimos en el aire. Tengo 30 años y pienso: el futuro es tan frágil como esta ciudad”, reflexiona Omar Castro Villalobos (Lima, 32 años) en su primer poemario, titulado Habitación persona sola (Visor Libros). El artista visible y escritor acaba de ganar el 37º Premio Loewe de Poesía a la Creación Joven por esta obra, en la que retrata la capital peruana como un lugar difícil de habitar por culpa de la especulación inmobiliaria, la escasez de vivienda pública y la indolencia de los políticos. “Estamos todos dando vueltas. ¿Dónde vas a dormir mañana?”, se pregunta el autor en uno de sus poemas. Es la pregunta que se hacen muchos jóvenes en Lima, pero también en Bogotá, Buenos Aires, Nueva York, Madrid o Barcelona.
Castro empezó a escribir Habitación persona sola en un momento difícil de su vida. En dos años había tenido que vivir en cuatro casas distintas, siempre compartidas con amigos y amigas. “No sabía dónde iba a dormir el siguiente mes, no sabía lo que iba a ganar el próximo año”, recuerda. Dos años después, es un poeta galardonado, aplaudido por otros poetas latinoamericanos, como la nicaragüense Gioconda Belli o la argentina María Negroni. Pero sigue compartiendo piso con una amiga. Los 12.000 euros del Premio Loewe los va a invertir en nuevos proyectos artísticos. “Este premio es una responsabilidad. Va a tener valor en la medida que yo siga haciendo cosas y no me quede solo con este primer poemario”, asegura.
Pregunta. ¿Cómo fue la génesis de Habitación persona sola?
Respuesta. Parte del trabajo de la artista y escritora española Alicia Kopf y su libro sobre la vivienda, titulado Modos de (no) entrar en casa. A partir de eso, y de artículos de periódicos y de comentarios en las redes sociales, me di cuenta de que en España se estaba discutiendo sobre el problema de la vivienda. En Lima, mi ciudad, no se discute demasiado, no hay mucha problematización sobre este tema. Por el contrario, hay mucho festejo. Se celebra cada vez que llega una feria inmobiliaria. Hay medios alternativos que abordan el asunto, pero los datos que saco en el poemario no son de los diarios más conocidos del Perú.
P. Refleja un problema muy native, pero que también está ocurriendo en una ciudad como Madrid. ¿Cómo es la vida de un joven en Lima?
R. Quería proyectar mi experiencia private, la de un joven de clase media que vive en mi ciudad. Ahora mismo Lima es una de las ciudades de América Latina más caras para alquilar. Los espacios accesibles para alguien de mi edad son claustrofóbicos y el precio para comprar una vivienda es muy caro. En el poemario cito las condiciones en las que se vive en mi ciudad y menciono muchos datos.
P. En uno de sus poemas, Un espacio cualquiera, cube que en América Latina se necesitan 745 salarios mínimos para comprar una casa de 100 metros cuadrados.
R. Ese dato es fuerte. Así es. Se necesitan 745 sueldos mínimos y 62 años de trabajo para acceder a una casa con esos metros.
P. Antes decía que los grandes medios de comunicación del Perú no hablan sobre este tema. ¿La juventud peruana tiene conciencia de esta problemática?
R. Todos decimos: “Qué caro que es vivir acá, qué caro es Lima”. Mi generación tiene acceso a web y puede consumir cierto tipo de información que nos da una perspectiva. Pero ahora mismo no es el problema más discutido.
P. Y los políticos aprovechan para no hacer nada. ¿Por qué?
R. Eso no lo sabría responder. Como muchos países en Latinoamérica, Perú está insertado en un sistema neoliberal en el que se festeja el mercado inmobiliario. Además, hay muy pocos proyectos de vivienda social.
P. ¿Se puede vivir en Lima con un sueldo de artista?
R. No, de ningún modo. Tengo muchos amigos y amigas que tratan de hacerlo, pero cuesta mucho trabajo. Al ultimate todos se dedican a otros trabajos en paralelo, yo mismo tengo que hacer eso. Es eso o tienes que irte de la ciudad. Ni bien terminé la carrera, Pintura, empecé a trabajar en la facultad en la que había estudiado. Eso recorta tu capacidad para producir obra.
P. En sus poemas reflexiona sobre el uso que le damos a la habitación. En uno de ellos cita a Cesare Pavese: “Trabajar cansa”. En otro, rescata una frase de Georges Perec: “En la habitación están los cuerpos extenuados”. ¿Para qué sirve una habitación hoy?
R. Me gustaba esa frase de Perec. Michelle Perrot, otra autora francesa, cube que hoy por hoy la habitación ha quedado reducida a su mínima función, la de espacio de descanso. Menciona dos razones. Por un lado, el mercado inmobiliario es caro y eso hace que se reduzcan los espacios habitables. Por otro, otras actividades que se hacían en la habitación se han distribuido hacia otras áreas de la casa y de la ciudad, incluido el acto sexual. Todo eso me llevó a pensar que la habitación es el sitio al que van los cuerpos extenuados a echarse a descansar después de una jornada larga de trabajo. Hablo desde mi propia experiencia, de llegar a casa agotado, pensando en todo lo que tengo que hacer al día siguiente.
P. Cuestiona la thought de la habitación como refugio.
R. La disaster ecosistémica en la que estamos inmersos es cada vez más palpable. El calentamiento international y las disaster políticas nos interpelan cada vez más en lo cotidiano, en lo íntimo. Me interesaba pensar la habitación y la casa como refugios inestables, frágiles, susceptibles a lo que está sucediendo en su entorno.
P. ¿Cómo ve su futuro?
R. Hoy tengo 32 años. A nivel laboral empiezo a sentir cierta estabilidad. Estoy un poquito mejor. Pero pienso mi estabilidad en relación con un país y una ciudad y ahí me surgen muchas preguntas y dudas. El entorno es muy hostil.
P. ¿Ahora mismo hay lugar para la cultura en Lima y en el Perú?
R. Ahora mismo creo que muy poco. La precise gestión está reduciendo los apoyos públicos a la cultura. El clima autoritario que se está viviendo hace que cada vez haya más censura y más management sobre las expresiones artísticas. Y el sector privado es muy restringido, muy acotado.
P. “Hay cosas que nacieron tras un golpe de Estado, jóvenes como yo, por ejemplo”, cube en uno de sus poemas. ¿Qué más nació después del autogolpe de Fujimori de 1992?
R. El mercado inmobiliario del que hablamos también es herencia de ese proceso, de ese giro al neoliberalismo en el Perú, con un rechazo radical a cualquier cuestionamiento a este sistema. Otras cosas que nacieron entonces: el culto a la individualidad y la competitividad, y una sociedad muy fragmentada que nos ha llevado a la disaster en la que nos encontramos. Esa fragmentación es la que nos imposibilita pensar o formular una salida.
P. “El dictador murió sin decir perdón y el estado le dio honores de estado”, denuncia en ese mismo poema. ¿Fujimori es una herida abierta para el Perú?
R. Los funerales fueron alucinantes. Fue una celebración de una persona con sentencias por casos de corrupción muy graves, asesinatos, secuestros, nepotismo… Es alucinante ver todo lo que hay alrededor de un personaje como Fujimori. Sí que es una herida abierta en la medida que se le dio un indulto injustificado, con un legado como el que deja. Y murió siendo candidato a la presidencia de la República.
P. Se han cumplido ya dos años de la represión gubernamental que tuvo como saldo la muerte de 50 personas. Esos crímenes han quedado impunes. ¿Hay democracia sin justicia?
R. Yo creo que no. Ese nivel de represión que se vivió hace dos años, que tampoco es propio de una democracia y que se arrastra desde entonces, es parte de lo que nos está llevando a la disaster política precise.
P. La vida parece no valer nada.
R. Nada. Acaban de asesinar a uno de los músicos de una de las bandas más importantes de cumbia de mi país. Y es parte de una ola de crimen organizado producto de leyes generadas por el Congreso precise. No hay un solo ministro que haya renunciado [el viernes 21 de marzo, el Congreso peruano censuró al ministro del Interior, Juan José Santiváñez, previo a una convocatoria a una marcha multitudinaria contra la inseguridad y la delincuencia]. Eso te habla del nivel de impunidad que hay en mi país. Los gremios de transportistas se manifiestan con el lema: “Nos están matando por siete soles”. Es absurdo. Es alucinante lo poco que vale una vida en contraste con lo caro que es vivir.
P. ¿Cree que sus poemas servirán para que se hable más sobre estos temas en su país?
R. Ahora solo se habla de la crecida de violencia, y no es para menos. Pero espero movilizar, aunque sea modestamente. Yo hablo de la fragilidad de la habitación y de la casa, pero también de la fragilidad de una ciudad, un país y el mundo. Está todo relacionado.