- Autor, Santiago Vanegas y Sheida Hooshmandi
- Título del autor, BBC Information
Más de un mes después de que estuvieran encerrados en el resort Decápolis de Ciudad de Panamá pidiendo auxilio por las ventanas, decenas de migrantes asiáticos y africanos deportados desde EE.UU. siguen en Panamá sin un rumbo claro.
Son hombres, mujeres y niños provenientes de países como Irán, Afganistán, Nepal, Pakistán, Somalia, Eritrea, Camerún, Etiopía, China y Rusia, según le contó a BBC Mundo un vocero de Fe y Alegría, una organización religiosa que actualmente acoge a 61 de ellos en Ciudad de Panamá.
De acuerdo con las cifras más recientes del gobierno de Panamá, 192 de los 299 migrantes que llegaron a ese país deportados desde Estados Unidos aceptaron voluntariamente regresar a sus respectivos países.
A los restantes, se les otorgó un permiso temporal humanitario por 30 días, que se puede extender por 60 días más. Luego de ese plazo, podrán ser deportados de Panamá.
La BBC habló con tres de los migrantes en Panamá, dos iraníes y un afgano, que afirmaron que se encontraban en una situación incierta. No tienen dinero ni a dónde ir.
Los tres coinciden en que regresar a su país de origen no es una alternativa.
“En 2022, decidí cambiar mi religión y ser cristiana. En Irán, el castigo por eso es la muerte”, le dijo Artemis Ghasemzadeh a la BBC.
La directora para las Américas de Human Rights Watch (HRW), Juanita Goebertus, le dijo a BBC Mundo que esa organización ha identificado de primera mano “casos con claros indicios de persecución, lo que impide que estas personas sean devueltas a sus países de origen sin poner sus vidas en peligro”.
El gobierno de Panamá ha dicho que los migrantes que no pueden regresar a su país de origen tendrán que buscar un tercer país que esté dispuesto a recibirlos.
Aquellos que hablaron con la BBC, sin embargo, no habían encontrado a dónde ir.
Fuente de la imagen, Getty Photographs
¿Cómo terminaron en Panamá?
Artemis decidió huir de Irán luego de que el gobierno de ese país encontrara una iglesia cristiana clandestina y arrestara a dos de sus amigos.
Según le contó a la BBC, desde el asesinato de Mahsa Amini —una joven iraní que fue arrestada y golpeada por no llevar correctamente el hiyab—, había tenido “muchos problemas en Irán con el hiyab”.
Para llegar a EE.UU., Artemis voló primero a Emiratos Árabes Unidos, de ahí a Corea del Sur y finalmente a México, desde donde cruzó la frontera de forma irregular junto a su hermano mayor. Su intención period pedir un asilo.
En San Diego, California, fue detenida por una patrulla fronteriza.
Al cabo de unos días, a ella y decenas de migrantes más les dijeron que los iban a trasladar a Texas, pero en realidad terminó en Ciudad de Panamá.
Panamá recibió a 299 migrantes como Artemis como parte de un acuerdo con la administración de Donald Trump.
BBC Mundo contactó tanto al gobierno de Panamá como al de EE.UU. para conocer detalles de ese acuerdo, pero no recibió respuesta.
Los migrantes fueron alojados inicialmente en el lujoso Resort Decápolis durante una semana.
En ese momento, el ministro de Seguridad panameño, Frank Ábrego, señaló que no se encontraban detenidos sino “bajo la custodia temporal nuestra para su protección” y la supervisión de organismos de la ONU.
Fuente de la imagen, EPA-EFE/REX/Shutterstock
Pero Hoh*, un migrante afgano que habló con la BBC, dijo que “en ese resort estuvimos como prisioneros”.
“En la puerta de la habitación había guardias de seguridad, policías y agentes de migración”, describió.
En fotos quedó registrado cómo varios de los migrantes pedían ayuda a través de las ventanas del resort, dado que se les impidió su comunicación con el exterior y su acceso a abogados.
“Estas personas fueron víctimas de un procedimiento arbitrario y trasladadas de manera sumaria a Panamá, sin la posibilidad de solicitar refugio, sin acceso a abogados y completamente incomunicadas durante semanas”, señaló Goebertus.
Al cabo de una semana, el gobierno panameño anunció que 171 de los migrantes habían aceptado retornar voluntariamente a sus respectivos países y que EE.UU. correría con los gastos de transporte.
Los migrantes que no accedieron a ser devueltos a sus países, informó el ministro Ábrego, serían trasladados a una Estación Temporal de Recepción de Migrantes (ETRM) llamada San Vicente.
San Vicente es un albergue situado a la salida de la selva del Darién que se solía utilizar para recibir a los migrantes que iban en camino a EE.UU. Según datos del gobierno de Panamá, el tránsito del Darién ha disminuido en un 99%.
Hoh no se había enterado de esa decisión cuando se subió por instrucción de los guardias de seguridad a un bus frente al resort Decápolis.
“Nos dijeron que nos iban a cambiar de resort, nos subieron a un bus y, después de 8 horas, nos dimos cuenta de que estábamos en la selva del Darién”.
El albergue en el Darién
Los tres entrevistados por la BBC coincidieron en que las condiciones en el albergue del Darién eran pésimas y que fueron maltratados por las autoridades panameñas.
“Tengo diabetes y no me dieron mi medicina. Mis niveles de azúcar están muy altos y nadie me ayuda aquí. Me tratan como un legal, un asesino”, describió Arsalan, quien también es iraní.
“La comida que nos daban no parecía comida. Los campamentos estaban sucios y había hongos y gérmenes por todas partes”, añadió. “En normal, no nos trataron de manera humanitaria”.
Por su parte, Hoh relató que un guardia los seguía todo el tiempo, incluso cuando tenían que ir al baño.
Y añadió: “La comida period horrible e insuficiente. Cuando les dijimos que no period suficiente comida para nosotros, nos dijeron que eran las órdenes del gobierno de Panamá”.
Según el gobierno panameño, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la ACNUR, agencias dependientes de Naciones Unidas, estaban a cargo del cuidado de los migrantes en la ETMR de San Vicente.
Un vocero de la OIM, sin embargo, le dijo a BBC Mundo el 20 de febrero que esa organización no tenía presencia allí.
De acuerdo con el testimonio de Artemis, no fue sino hasta días después que llegaron a San Vicente los organismos de Naciones Unidas.
“Migración no tuvo un buen comportamiento con nosotros”, señaló la migrante iraní.
La directora de HRW para las Américas dijo que los migrantes estuvieron detenidos “en condiciones inadecuadas, sin conocer su destino ni poder ejercer sus derechos básicos”.
A la deriva
Fuente de la imagen, Getty Photographs
El 7 de marzo, cuando los migrantes ya habían cumplido dos semanas en San Vicente, el ministro Ábrego anunció que Panamá los liberaría y les daría un permiso para permanecer en el país por 30 días, con posibilidad de extenderlo por 60 días más.
En línea con esa decisión, buses de Migración Panamá los trasladaron ese mismo fin de semana hasta la terminal de Albrook, en Ciudad de Panamá. Allí, fueron dejados en libertad.
En su entrevista con la BBC poco después de llegar a Ciudad de Panamá, Artemis señaló que estaban felices de recobrar la libertad, pero angustiados por no saber qué iba a pasar con ellos.
“No podemos volver a nuestros países, no podemos encontrar otro país, no sabemos qué va a pasar”, coincidió Hoh.
Su situación es especialmente complicada, porque no tienen dinero ni contactos ni saben hablar español.
“Ahora podemos salir, comprar algo de la tienda, caminar por la carretera sin policía. ¿Cuál es el principal problema? Que todos nosotros nos quedamos sin dinero. Gastamos todo lo que teníamos en el camino hacia EE.UU.”, añadió.
Al momento de hablar con la BBC, los migrantes se encontraban en un resort de Ciudad de Panamá. “No sé quién pagó por nosotros. Solo nos dijeron que esta noche nos íbamos a quedar en este resort. Mañana no sabemos a dónde vamos a ir”.
Fuente de la imagen, Getty Photographs
“Comprobamos que fueron abandonadas en una estación de autobuses en Ciudad de Panamá, muchas sin un lugar donde quedarse”, le dijo a BBC Mundo la directora de HRW para las Américas, Juanita Goebertus.
Que los migrantes hayan sido liberados supone un cambio en el plan inicial que acordaron Panamá y EE.UU., según el cual el país centroamericano sería solo un intermediario que los custodiaría en el proceso de retorno a su país, no un receptor.
BBC Mundo contactó al Ministerio de Seguridad de Panamá y al Servicio Nacional de Migración para preguntar cómo se tomó esa decisión y qué medidas se han tomado para garantizar los derechos de los migrantes desde que fueron liberados, pero no recibió respuesta.
Según Goebertus, “por más ilegal que haya sido su expulsión de Estados Unidos, estos nacionales de terceros países están ahora bajo la responsabilidad del gobierno de Panamá, que aceptó recibirlos”.
El periódico The New York Instances reveló que un grupo de abogados presentó una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos acusando a Panamá de violar los derechos de este grupo de migrantes.
HRW le dijo a BBC Mundo que compartirá la infomación que ha documentado con los abogados del caso y que espera que su trabajo contribuya a “establecer responsabilidades y prevenir futuras expulsiones ilegales”.
Durmiendo en un gimnasio
Fuente de la imagen, Fe y Alegría
Desde que llegaron de nuevo a Ciudad de Panamá, los migrantes han contado con la ayuda de la Iglesia católica.
La mayoría de ellos están viviendo en un gimnasio de Fe y Alegría, una organización católica con presencia en la mayoría de los países de América Latina dedicada principalmente a la educación de comunidades vulnerables.
“Nosotros tenemos una casa de atención, en donde hay unas camas, y ahí colocamos a las mujeres”, explicó a BBC Mundo Elías Cornejo, coordinador del área de atención a migrantes de dicha organización, pero aclaró que no se trata propiamente de un albergue.
Allí llegaron, según Cornejo, 69 personas —27 hombres y 42 mujeres—. Nueve de ellos decidieron pedir refugio en Panamá y los demás están “en proceso de decidir qué van a hacer”.
La directora de HRW para las Américas planteó que los migrantes “tienen derecho a solicitar asilo y a que sus solicitudes sean evaluadas de manera completa, justa y conforme al derecho internacional”.
Sobre su interlocución con el gobierno, Cornejo dijo que este se niega a hablar con ellos.
“En principio para nosotros es mejor, porque la experiencia que ellos [los migrantes] tuvieron con las autoridades no fue buena”, señaló.
“Si el gobierno llegara a presentarse en Fe y Alegría, nos haría un daño horrible, porque la gente dejaría de confiar en nosotros. Considerarían que le estamos dando pie al gobierno para que otra vez los detengan”, concluyó Cornejo.
A pesar de la ayuda con la que cuentan por el momento, el futuro de los migrantes sigue siendo incierto. No está claro qué pasará con ellos una vez se cumplan los 30 días que tienen para salir de Panamá —que se cumplen el 7 de abril— ni qué tienen que hacer para extender el permiso.
Tampoco se sabe si llegarán nuevos migrantes expulsados de EE.UU. a Panamá, aunque el presidente José Raúl Mulino afirmó en una rueda de prensa: “Yo no tengo mucha disposición a hacerlo porque nos dejan con el problema”.
A Costa Rica, también llegaron 200 migrantes expulsados de EE.UU. en febrero, la mayoría de los cuales se encuentran en un limbo comparable.
Tras mes y medio en Panamá, Artemis, Arsalan y Hoh piden una sola cosa: “Libertad y un lugar regular para vivir. Eso es suficiente para nosotros”.
*Su nombre fue cambiado por uno ficticio para proteger su identidad.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo publication para recibir cada viernes una selección del mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.