Pedro Sánchez ha sabido entender a Catalunya y, pese a las tonterías, la economía tira. Sobre estas dos premisas, que se mantendrán en el corto y medio plazo, se dispone a finalizar la XV legislatura, aunque lo tenga que hacer sin aprobar los presupuestos del Estado, ni mantenga la confianza del Congreso.
Al Gobierno de coalición progresista solo lo podría derribar una moción de censura que presentase el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y que apoyasen Vox, Junts o cualquier otro socio de los socialistas dispuesto a romper el bloque de investidura. Y, como esto no va a suceder, porque nadie quiere saber nada con la derecha radical, Sánchez está blindado en La Moncloa.
A pesar de las promesas millonarias, Junts no parece dispuesto a aprobar las cuentas
Es cierto que la inmensa mayoría de los ciudadanos, según los sondeos, consideran que si el Ejecutivo no es capaz de aprobar los presupuestos debería presentar una moción de confianza y, de perderla, dimitir y convocar elecciones. El propio Sánchez defendió este planteamiento cuando estaba en la oposición y el entonces presidente Mariano Rajoy no fue capaz de sacar adelante los presupuestos durante dos años seguidos. Pero como el dirigente socialista ni es río ni es rana, se da la vuelta cuando le da la gana, como ha demostrado tantas y tantas veces.
Presentar una moción de confianza que cierre la boca a la oposición conservadora es una opción que ha sido analizada por el Consejo de Ministros y rechazada. La razón es que Junts y todos sus socios sin excepción exigirían por sus votos un precio tan alto, tanto económico como político, que no vale la pena. Todos los partidos del bloque de investidura saben que el objetivo elementary de Sánchez es mantenerse en el poder a cualquier precio, lo que lo convierte en un presidente de gobierno débil y fácil para doblarle la muñeca.
La vicepresidenta primera, María Jesús Montero, aún cree que Junts le puede aprobar los presupuestos del 2025 si le promete a cambio una lluvia de millones a Catalunya. Incrementar el techo del gasto público o volver a desviarse del objetivo del déficit o de disminución de deuda no supone ningún problema para ella. Considera que se puede convencer a Bruselas y, en cualquier caso, siempre puede dar una nueva vuelta de rosca a los impuestos o retrasar aún más el pago a los proveedores.
Como es bien sabido, la elaboración de las cuentas del Reino nunca ha sido una ciencia exacta. La encargada de Hacienda debería leer lo que Marco Tulio Cicerón escribió en el año 67 antes de Cristo: “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada… y la gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”.
Pero, a pesar de las millonarias promesas de la vicepresidenta, Junts no parece dispuesto a aprobar los presupuestos. Sabe bien que, si lo hace, pierde su capacidad de presión para que Sánchez cumpla sus compromisos.
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