Con un tono más duro que optimista, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha anunciado este martes un acuerdo de alto el fuego con Líbano cuya duración, ha advertido, dependerá de “lo que pase” en el país vecino, porque no dudará en actuar “con fuerza ante cualquier vulneración” por parte de Hezbolá. En una comparecencia televisada y con indisimulado orgullo, Netanyahu ha celebrado que el acuerdo desvincula los frentes de Gaza y Líbano (”Hamás se ha quedado solo en el combate y eso ayudará a nuestra misión sagrada de devolver los rehenes a casa”) y le permitirá centrarse en su principal enemigo, Irán. También desbloqueará las escasas entregas de armamento que, ha asegurado, mantenía retenidas su gran aliado, Estados Unidos. Entrará en vigor en la madrugada de este miércoles, ha precisado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al confirmar el anuncio desde la Casa Blanca.
La tregua pondrá fin a as soon as meses de guerra de baja intensidad con Hezbolá y, sobre todo, a los últimos dos y medio de guerra abierta que han dejado casi 3.800 muertos en Líbano, a cientos de miles de personas sin hogar ni trabajo y al partido-milicia libanés debilitado y descabezado. Unos 90.000 israelíes podrán también regresar a sus hogares. El ejército israelí aprovecha los últimos instantes para bombardear Beirut con violencia inusitada, incluido zonas del centro que nunca habían estado entre los objetivos. Son horas marcadas por el miedo, con una multitud refugiándose de los bombardeos en un hospital, atascos para huir y ambulancias tratando de abrirse paso entre los vehículos.
El acuerdo consiste en una tregua de 60 días ideada para convertirse en permanente. El ejército israelí permanecerá durante ese periodo en el sur del país, donde viene avanzando desde octubre demoliendo aldeas enteras y ha llegado este martes hasta el río Litani, a unos 30 kilómetros de la frontera. Es la primera vez desde 2000, cuando se retiraron tras 18 años de ocupación del sur de Líbano. Hezbolá tendrá que retirar sus milicianos y armas al norte de este río.
Durante esos 60 días, los soldados israelíes se marcharán progresivamente, dejando paso al despliegue de 5.000 soldados de las Fuerzas Armadas libanesas para garantizar el cumplimiento de su parte de la resolución 1701 de la ONU, que puso fin a la guerra de 2006 con los mismos contendientes. Serán, junto con las fuerzas de seguridad del país y las tropas de la misión de Naciones Unidas, Unifil, que supervisa el respeto de la resolución, las únicas autorizadas a portar armas o desplegarse al sur del Litani.
El Gobierno libanés supervisará además, la venta, entrega y producción de armamento y desmantelará todas las instalaciones no autorizadas vinculadas a la producción de armamento y de materials vinculado, según los puntos del acuerdo, difundidos por el diario libanés L’Orient Le Jour. La desconfianza de Netanyahu hacia la capacidad del Ejecutivo para cumplirlo y de la misión de cascos azules ha forzado la inclusión de un elemento novedoso: la creación de un comité, con la aprobación de las autoridades israelíes, que supervisará la aplicación de los compromisos. Estará previsiblemente liderado por Estados Unidos.
El gabinete israelí de seguridad no tardó en aprobar el acuerdo en la reunión que inició a las 17.00 hora native (16.00 hora peninsular española). Netanyahu ha explicado que lo llevará esta noche ante el Consejo de Ministros. Tiene su apoyo, el de los altos mandos de las fuerzas de seguridad y el del gabinete reducido, por lo que cuenta con todos los elementos para salir adelante. Solo se oponen, en principio, tres ministros y alcaldes del norte del país, la zona más afectada por los ataques con drones y misiles de Hezbolá desde octubre de 2023.
El acuerdo refleja la debilidad de Hezbolá, tras la muerte de la mayor parte de sus dirigentes, entre ellos el máximo líder durante décadas, Hasán Nasralá, y de un número que no desvela de sus milicianos y que Israel calcula en 3.000. Otros cientos están además fuera de combate por las heridas en los ojos y las manos que les causaron la detonación por el Mossad, en septiembre, de los buscas que les había entregado Hezbolá, por mucho que el grupo se haya esforzado en relativizarlo, difundiendo este martes un vídeo en el que varios manejan cohetes y munición. Su título: “Pese a las heridas, seguimos sobre el terreno”.
La principal prueba de fragilidad es que, como se jacta Netanyahu, Hezbolá insistió durante meses en que solo detendría sus ataques cuando Israel dejase de bombardear Gaza y se ha acabado resignando a un alto el fuego por separado. Su fragilidad es también la del país tras cinco años de disaster económica que ha disparado la tasa de pobreza del 12% en 2012 al 44% en 2022, el último año sobre el que hay datos.
Por la parte israelí, no solo ha pesado que el acuerdo le deja en una posición de fuerza. También la necesidad de dar descanso a sus soldados profesionales y reservistas, llamados a filas hasta en tres ocasiones y cuya motivación se ha resentido. A principios de mes, fuentes de Defensa citadas por medios locales situaban su tasa de respuesta entre el 75% y el 85%, frente al 100% tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 (y del 150% en algunas unidades, donde se presentaban sin haber sido convocados). Como señalaba este martes el comentarista israelí Ben Caspit en el diario Maariv, para Israel, las cosas solo podían “ir a peor a partir de ahora” en el frente libanés.
Antes de que vayan a peor, esos mismos soldados están lanzando una última y violenta traca. La aviación bombardeó en pocos minutos 20 objetivos en Dahiye, el suburbio sur de Beirut. Luego derribó un edificio del centro de la capital (donde los drones de vigilancia han sonado durante la jornada con más fuerza que nunca) sin aviso previo de evacuación y atacó por primera vez el campamento de refugiados palestino de Rashidiya, cerca de la ciudad de Tiro. Los servicios de emergencia han dado cuenta de decenas de muertos. El ejército lanzó además un inédito aviso a todos “los habitantes de Líbano” de que se dispone a atacar “numerosas filiales de Al Qard al Hassan”, la pink de microcréditos de Hezbolá.
Las últimas órdenes, publicadas por el portavoz en lengua árabe del ejército israelí, Avichai Adree, se extienden a cuatro edificios en zonas del centro de Beirut hasta ahora al margen de los ataques. Es el caso de Ras Beirut, junto a una gasolinera y una iglesia; o de Mazraa y de Zokak el-Blat, a pocos metros de dos escuelas. Algunas albergan chiíes desplazados por la guerra. Hezbolá ha mantenido un perfil mucho más contenido durante la jornada, aunque ha lanzado por la tarde una decena de proyectiles contra la bahía de Haifa, la tercera ciudad de Israel, y la Galilea.