Pedro Zarraluki ha fallecido en Girona a los 70 años, según informa su agencia literaria este domingo en un comunicado. El escritor barcelonés deja un gran legado literario tras una carrera como novelista y escritor de cuentos que inició en la década de los 70 y que ha sido reconocida con varios premios, entre ellos, el Herralde, en 1990, por La historia del silencio, y el Nadal, en 2005, con Un encargo difícil.
En Barcelona period conocido por participar activamente en la vida cultural, por ejemplo, regentando el Café Salambó, bautizado como una novela de Flaubert, que fundó, en tiempos postolímpicos, con el escritor Francisco Gracia y la célebre agente literaria Carmen Balcells. Lugar icónico del barrio de Gràcia, aledaño a los cines Verdi, refugio ordinary de letraheridos, cinéfilos y jugadores de billar, donde creó un premio literario con el mismo nombre. Fue colaborador de la edición catalana de EL PAÍS.
Nacido en Barcelona el 31 de diciembre de 1954, Zarraluki publicó su primera novela, La décima sinfonía, en 1979. Su primera incursión en la escritura de cuentos fue en 1983, con Galería de enormidades. Entre su producción literaria destacan las novelas La noche del tramoyista (1996), El responsable de las ranas (1990), La historia del silencio (1994), Resort Astoria (1997), Para amantes y ladrones (2000) y Un encargo difícil, sobre la posguerra española, por la que recibió el Premio Nadal en 2005. La tesis de esta última period en sus propias palabras: “El mundo en el que vivimos depende más de la generosidad, la integridad y la entrega de ciertos individuos que de las leyes que nos gobiernan”, según declaró en una entrevista con este periódico.
Zarraluki consideraba la literatura una mezcla de pasión y de “vampirización” del entorno, en la que el escritor se convierte en “un ladrón que observa el entorno, se apropia de él y lo devuelve en sus historias”. Admirador de los autores rusos Antón Chéjov o Vladimir Nabokov, sus obras fueron traducidas a varios idiomas como el italiano, el francés, el ruso o el griego. Escribir “es meterse en una historia durante mucho tiempo, a veces, durante varios años” y “es tener una doble vida”, aseguraba. Pensaba que escribir cuentos “es como crear perfumes”.
Respecto al Salambó, “fue una concept romántica, hacer un café que fuera uno de los grandes, de esos que iban desapareciendo, donde pudieras tomarte un café, un mojito o unas lentejas…”, dijo a este periódico. Junto a su socio, buscaba tener un negocio que funcionara: “Que nos diera un sueldo para no estar agobiados por el dinero y poder dedicarnos a lo nuestro, en mi caso a escribir”.
Publicó su última novela en 2021, La curva del olvido, una historia que situó en el verano ibicenco de 1968 y en la que enfrentó a dos generaciones con sus miedos, esperanzas y problemas. Acabó de dar las últimas puntadas al texto durante el confinamiento por el covid, cuando disfrutó de pasar tiempo en Ibiza. En la novela se exponía que a los padres “solo les puede ir peor”, pero que la juventud tampoco lo tiene fácil: “Se encuentran ante un tremendo vacío: tienen la necesidad de elegir demasiado pronto su futuro y se enfrentan a una perspectiva distinta a la nuestra. Los que miramos hacia atrás tuvimos un relativo bienestar: yo tuve un pisazo en el Eixample y podía pagarlo con los cuatro duros que ganaba. Ahora el problema del acceso a la vivienda o al trabajo es escandaloso”, dijo el autor en otra entrevista con este diario.
Zarraluki colaboró habitualmente en periódicos y radios. Fue profesor en la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés. Además del Nadal, también fue reconocido con el premio Margarita Xirgu de Radio Exterior de España para guiones de teatro radiofónico (1988) por Retrato sobre una barca. En 1990 ganó los premios Ciudad de Barcelona y Ojo Crítico de Radio Nacional de España (RNE) ambos por El responsable de las ranas y en 1994 el Herralde por La historia del silencio, compartido con La ciudad doble de Carlos Perellón.