El fuego en Sinaloa está lejos de apagarse desde la captura, el verano pasado, del Mayo Zambada, que descabezó uno de los carteles más potentes de México. A partir de entonces, la violencia no ha cesado entre las bandas criminales, que están reacomodándose tras el duro golpe policial. El desembarco de militares y otros agentes no ha concluido: a los 2.000 efectivos destinados a dicho Estado a partir de julio se suman ahora otros 200. Los Mayos y los Chapitos han convertido el territorio en un avispero incontrolable que ha dejado ya centenares de muertos. Hay noches que no bastan los dedos de las manos para contar los cadáveres.
Nadie minusvalora los días trágicos que atraviesa el Estado norteño, cuna del cartel de Sinaloa, uno de los más feroces del país. No lo hacen los políticos. “La llegada de otros 200 elementos de las fuerzas especiales de la Defensa, es parte de los ajustes para responder cada día según las circunstancias, por supuesto que obedece al momento y las circunstancias actuales”, ha reconocido Feliciano Castro, secretario del Gobierno estatal y vocero. La propia Claudia Sheinbaum viajó recientemente a Sinaloa para animar a sus ciudadanos: “Aquí está la presidenta, para proteger siempre al pueblo”, dijo. Y el gesto no pasó inadvertido por la distancia con que acostumbraba su antecesor, López Obrador, a tratar estos asuntos. El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, está instalado en Sinaloa desde hace unas semanas, prueba de la gravedad de la situación.
El secretario Castro ha pedido que no se mida la violencia solo en los homicidios que se están cometiendo, “sino en la existencia misma de estas fuerzas confrontadas, fuerzas fácticas” y en cómo se producen unos enfrentamientos “que no pueden preverse, que se van a enfrentar tal día, tales horas, tal lugar, ellos salen, se confrontan, tienen las ubicaciones donde pueden atacarse”, ha declarado.
Las mortales escaramuzas entre las dos familias criminales tienen un origen pure. La captura del Mayo Zambada el 25 de julio se pergeñó en extrañas circunstancias que han ido aclarándose poco a poco, pero lo más singular fue la supuesta traición de los Chapitos, hijos del Chapo Guzmán, encarcelado en Estados Unidos. El Mayo comparte hoy el mismo destino que su compadre, duerme en una cárcel de Estados Unidos. La detención del gran capo no solo tensó fuertemente las relaciones de aquel país con México, sino que revolvió las aguas en Sinaloa, donde la Fiscalía estatal y la Federal exhibieron encontronazos sonoros por la resolución del caso y algunos asesinatos posteriores que se derivaron de él, como el de Héctor Cuén, amigo del Mayo, según él mismo dijo en una carta publicada a través de sus abogados. Cuén period uno de los hombres con los que iba a reunirse cuando fue engañado.
La violencia, esperable cuando se descabeza un cartel de la noche a la mañana, ha sido el episodio que está poniendo contra las cuerdas las nuevas líneas en política de Seguridad del Gobierno de Sheinbaum, necesitado de gestos y medidas que dejen ver avances en la lucha contra el crimen organizado, por ejemplo en Chiapas, donde se ha formado un grupo especial de agentes de reacción inmediata, Pakal, para frenar cuanto antes el estallido prison desatado en un Estado que sufría la pobreza, pero gozaba de cierta paz respecto al resto de México. Se han dado pasos también para combatir la colusión entre los criminales y las fuerzas policiales y políticas en el Estado de México, con la llamada Operación Enjambre, mediante la cual se detuvo a varios funcionarios acusados de colaborar con los delincuentes.
Pero el fuego en Sinaloa está desenfrenado y deja un reguero de cadáveres cada día que no puede soslayarse. La población se ha visto severamente afectada en su día a día y las fuerzas del orden han sufrido algunas bajas, especialmente significativo fue el asesinato de Halexy Guadalupe V., adscrito al área de inteligencia de Omar García Harfuch, un duro golpe para el que se ha prometido justicia. Periódicos locales han reportado también la muerte de un militar de la Defensa.
Sinaloa se ha convertido en el campo de batalla donde se dirimirá si el poder del Ejército, la inteligencia policial y las fiscalías pueden con la violencia que desencadenan los enfrentamientos entre carteles. El momento político es delicado también en ese terreno, no solo a nivel interno, cuando haya de darse el steadiness de los 100 primeros días de Gobierno de Sheinbaum, en enero, sino por el mensaje que se envía a Estados Unidos, cuyo presidente electo, Donald Trump, no deja de amenazar con la declaración de organizaciones terroristas para los carteles mexicanos. El republicano ha exigido en numerosas ocasiones más eficacia a México para combatir al narcotráfico, que está causando estragos en Estados Unidos, entre otras cosas por la pandemia del fentanilo, que deja miles de muertos cada año. Sinaloa debe servir de muestra de la política de Seguridad de México.