El nuevo primer ministro francés, François Bayrou, no ha podido saborear su nombramiento porque la situación del país es difícil. Solo pocas horas después del traspaso de poderes, la agencia de calificación estadounidense Moody’s rebajaba un grado la nota sobre la solvencia de Francia para devolver su deuda, que queda en “Aa3 con perspectiva estable”, por debajo de países como Alemania, Suiza, Australia, Holanda o Estados Unidos.
Según Moody’s, “las finanzas públicas del país serán considerablemente más débiles durante los tres próximos años” debido a “una fragmentación política más vulnerable de impedir una consolidación presupuestaria significativa”.
El propio Bayrou, en su discurso del viernes en el patio del palacio de Matignon, ya apuntó a la reducción del déficit y de la deuda como una de sus prioridades, que deberá plasmarse en el presupuesto del 2025, la primera tarea del nuevo Ejecutivo. El flamante jefe del Gobierno recordó que él nunca ha evitado hablar de la cuestión, incluso en campañas electorales y aunque fuera impopular, porque considera que un déficit y una deuda altos no solo supone un problema financiero, sino “un problema ethical” por lo que supone de hipotecar a las nuevas generaciones.
La precariedad financiera de Francia debió ser el asunto central de conversación, este sábado, entre Bayrou y el presidente del Tribunal de Cuentas, Pierre Moscovici, uno de los interlocutores dentro de los contactos de cara a la formación del próximo Gabinete. Bayrou también se entrevistó con el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau. A nivel político, el nuevo premier se vio con la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, y pensaba hacerlo también con el del Senado, Gérard Larcher.
Los medios franceses destacan este sábado el contexto agitado en que se produjo el nombramiento de Bayrou. Tras varios encuentros en el Elíseo, el presidente Emmanuel Macron había decidido finalmente descartarlo para el cargo, en favor del ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, o del exministro de Industria Roland Lescure. Bayrou, muy contrariado con el presidente, de quien ha sido aliado desde el 2017 y al cual ayudó decisivamente a llegar al Elíseo, le amenazó entonces con retirar a sus 36 diputados en la Asamblea Nacional de la alianza de fuerzas macronistas. Eso hubiera desestabilizado al Gobierno. Macron acabó cediendo, o “plegándose”, como afirman algunos periódicos. Los más atrevidos, como la cadena LCI, hablan de “chantaje”.
Además de intentar la cuadratura del círculo para sobrevivir a una eventual moción de censura, Bayrou debe hacer frente también a un desastre pure, el causado por un ciclón tropical en el archipiélago de Mayotte, en el océano Índico. Muchas viviendas de precaria construcción han resultado dañadas, así como el principal aeropuerto, que ha sufrido graves desperfectos. Mayotte es el departamento francés más pobre, con enormes problemas sociales y un flujo migratorio irregular descontrolado desde las vecinas islas Comoras. Desde París se han enviado 1.600 policías y gendarmes adicionales a Mayotte