Ahora no se puede ya decir nada. Antes sí se podía hablar con libertad…”, proclama un cuñadismo tontiloco que Marc Giró ha desmontado en cuatro minutos de monólogo magistral en su último Late Xou (La 2, martes, 23 h: está subido a RTVEPlay). ¡Hay que verlo! Giró enhebra tuits reales, tan faltones contra él y su programa –homófobos, xenófobos, catalanófobos– que desmienten sin más eso de que “no se puede ya” decir nada en esta dictadura censora. ¡Ja! Los odiadores quieren ofender a Giró, y él ni interpone demandas ni responde, solo se burla y ríe: es así como de verdad se nutre la libertad, con la transigencia y con la risa. (Me lo aconsejó igual Pepe Colubi: “Nada me ofende y, si noto que algo me ofende, ¡disimulo!”).
Pocas veces se aúnan en un presentador de televisión tantos talentos como en Marc Giró (llevo a muchos vistos desde el jocoso Alfredo Amestoy, allá en los años setenta, remoto precedente de Marc Giró). En el Marc Giró de Late Xou aflora el destilado de su larga carrera –humorista, entretenedor, monologuista, crítico de moda, periodista en prensa y comunicador audiovisual– en la figura de un presentador singular que pregunta y comenta, que acaricia y araña, que ríe y juega: un gran entretenedor. Solo Marc Giró puede hacer tan buenas entrevistas a Marisa Paredes (la última a esta actriz en TVE), a Ana Belén (y jugar juntos a letras de villancicos), a Alaska (y descubrirnos que inspiró a Andy Warhol), las últimas suyas que he visto, y solo Marc Giró puede generar tan hilarante complicidad con sus colaboradoras Yolanda Ramos y Candela Peña, una comicidad teñida de dramatismo y ternura. Tú ríes y ríes, pero con una lagrimita en el corazón.
Es un presentador singular que pregunta y comenta, acaricia y araña, ríe y juega, es un gran entretenedor
Las entrevistas de Marc Giró en Late Xou son siempre un dechado de agudeza e ingenio, de humor, de ligereza y profundidad, de respeto e irreverencia, de simpatía y elegancia, todo al margen de la convención, con sus normas propias, con estilo. Marc Giró domina, sabe lo que hace y lo hace de categoría.
Por cierto: el cuñadismo es siempre impreciso y no acierta a decir lo que sí merece debatirse: “Ahora sí se puede decir todo, hay más libertad de expresión que nunca antes… pero todo lo que digas lo escrutaremos tus iguales hasta el delirio y lo retorceremos con intención de cancelarte”. Esto, así expresado, sí da para una sobremesa con amigos (ya sin cuñados). – @amelanovela