Para el arquitecto nigeriano Muyiwa Oki, presidente del Royal Institute of British Architects (RIBA), las 85 viviendas que Marta Peris y José Toral levantaron en Cornellà (Barcelona) en 2021 son la mejor obra de arquitectura construida en el planeta en los últimos años. De ahí que hayan sido recientemente galardonados del Premio Internacional RIBA, distinción anual que concede esta institución. La razón es matemática: diseñadas a partir un sistema modular, de estancias de 3,6 x 3,6 metros, los pisos unen sus cinco o seis habitaciones sin emplear espacio para ubicar un pasillo. Lo hacen rodeando una de esas habitaciones, la central, que las organiza como si fuera un patio. Así, empleando puertas correderas, el espacio no se desperdicia, se flexibiliza, se readapta según el momento del día y puede cambiarse con facilidad.
Los propios apartamentos están organizados en torno a un patio vecinal abierto y ajardinado que comparten los vecinos. Por él acceden a sus portales. Funciona como zona de encuentro y juego. Todas las viviendas tienen doble orientación y ventilación cruzada. Así, esa concept del espacio comunitario que organiza, se repite en el edificio y, como un eco, en el inside de las viviendas. También la de la capacidad de la madera para mejorar el confort doméstico, atendiendo a uno de los problemas invisibles de la arquitectura: la acústica. José Toral cuenta que eligieron emplear una estructura de madera para minimizar las emisiones de C02, “ya que el sector de la construcción es responsable del 40% de estas emisiones”.
Desde 1966, el RIBA concede diversos galardones, entre ellos su medalla de oro, a la arquitectura más sobresaliente. Los finalistas al galardón internacional, que han ganado Peris y Toral, son siempre visitados por el jurado. La premiada es la mayor estructura de madera levantada en España. Ese materials facilitó su organización modular. Y su prefabricación. Y esta hizo posible el ahorro energético. Al ser modular, su construcción fue rápida y, por lo tanto, de bajas emisiones. La convivencia entre lo público y lo privado, por su parte, es una marca de la casa del IMPSOL, el instituto del área metropolitana de Barcelona de promoción del suelo, los promotores del inmueble. Así, en Cornellà lo privado —las viviendas sociales— y lo público —el espacio comunitario— se mezclan. El patio central es un gran salón vecinal. Y el porche, una cubierta que protege del sol y de la lluvia a cualquier paseante o vecino del barrio.
El proyecto de Peris y Toral se impuso en esta edición a trabajos finalistas de los arquitectos David Chipperfield (Estudios Jacoby en Berlín) y O-Workplace(Museo de Fotografía en Lianzhou, China). Un jurado compuesto por las arquitectas Lu Wenyu (socia fundadora de Newbie Structure junto a Wang Shu), Paola Antonelli (comisaria del departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA) y la nigeriana Tosin Oshinowo vio en el edificio de Peris y Toral “el espíritu transformador que demuestra el cambio verdadero. Un diseño visionario que replantea incluso lo que es una familia y lo que puede ser la calidad de vida doméstica”. El fallo es una buena definición del trabajo Peris y Toral, un estudio especializado en espacios públicos —como los Espacios Verdi en Badalona— y en repensar la vivienda social —como las Viviendas Sociales en Melilla o las Casas de Tierra en Ibiza—.
Sostenibilidad energética, social y cívica
El edificio de viviendas que ahora premia el RIBA lleva acumulados varios galardones, como el de Arquitectura Española que concede el CSCAE, y fue finalista del Mies van der Rohe. Marta Peris (Palma de Mallorca, 52 años) y José Toral (Madrid, 46 años) lo atribuyen a la triple sostenibilidad que el inmueble despliega. Por un lado, minimiza la demanda energética en verano gracias a la ventilación cruzada en todos los apartamentos: “La relación entre el patio de entrada y el porche genera una diferencia de temperatura que crea un movimiento de aire fomentando un microclima”, explican. En el patio, la vegetación regula la humedad. Y la madera lo hace en los techos, reduciendo la temperatura entre dos y tres grados. En las terrazas, persianas de lamas modelo Barcelona protegen del sol y en el suelo y la fachada los colores claros evitan la absorción de calor. Pero los arquitectos apuntan que la sostenibilidad del inmueble no es solo energética: “El patio organiza la vida comunitaria, los encuentros, los juegos. Además, en la quinta planta hay una terraza comunitaria”. Más allá de esa sostenibilidad social, el edificio garantiza una sostenibilidad cívica, facilitando la convivencia entre diversos tipos de vecinos. Parte de los apartamentos son de alquiler social, los pisos tienen un precio de venta regulado y está restringida la venta de apartamentos a terceros como bienes de inversión. “Esto garantiza que las viviendas permanezcan accesibles y cumplan su función cívica y social”.
José Toral explica, desde Londres, que parte de su trabajo consiste en regresar a los edificios que diseñan. Y en hablar con los vecinos. “Inicialmente, se mostraban sorprendidos por el acceso a través de la terraza, los techos de madera o la ausencia de jerarquía en las habitaciones. Hoy valoran la conexión fluida y la ausencia de espacios muertos. Aunque las viviendas no son más grandes que las convencionales, ellos sí las sienten más grandes”.
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