El Kurdistán sirio, hasta ahora un enclave independiente en noreste del país, se integrará en el resto del país, en un paso hacia la unificación de una Siria rota la guerra civil y aún fuertemente afectada por la violencia sectaria. Así lo anunciaron durante la noche del lunes el presidente interino de Siria, Ahmed el Sharaa, y el líder de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) kurdas, Mazloum Abdi, tras firmar la paz entre el nuevo poder islamistas y la entidad kurda.
El anuncio, recibido con celebraciones en ciudades como Raqa a Deir Ezor, llega tras el fin de una oleada de violencia en el extremo opuesto del país, donde los combates entre fuerzas afines al depuesto régimen de Bashar el Asad y el nuevo Ejército sirio. Cuatro días de ataques que dejaron 1.300 muertos y acusaciones a los soldados del nuevo gobierno de cometer masacres de civiles alauíes, grupo al que pertenecía la familia del dictador.
La erupción de tensiones entre las diferentes comunidades de Siria, un país de mayoría suní (75%) pero con una gran abanico de minorías religiosas, ha puesto en peligro la unidad del país y ha hecho aumentar los temores a un nuevo conflicto interno. Es por ello que el acuerdo entre kurdos y los islamistas de HTS (Organización para la Liberación del Levante), escisión de Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda llega en un momento en el que el núcleo duro de Sharaa busca recuperar el management del territorio, así como establecer un Estado reconocido dentro y fuera de sus fronteras.
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En el caso de los kurdos de Rojava, aliados de Estados Unidos y claves en la derrota del Estado Islámico, la integración en la nueva Siria ha sido inducida por la deposición de armas de los kurdos de Turquía -el PKK- y la incapacidad de hacer frente desde su enclave a las fuerzas de los islamistas sirios y a las milicias proturcas. En 2019, capturaron el último territorio controlado por el grupo yihadista y actualmente retienen a decenas de miles de combatientes y familiares del Estado Ilámico en centros de detención como Al Hol y Al Roj.
En ese sentido, la presidencia siria publicó el lunes un comunicado firmado por ambas partes, detallando que el acuerdo prevé “la integración de todas las instituciones civiles y militares del noreste de Siria en la administración del Estado sirio, incluidos los pasos fronterizos, el aeropuerto, así como los campos de petróleo y fuel”.
El acuerdo también establece que “la comunidad kurda será una parte esencial del Estado sirio”, que “garantiza su derecho a la ciudadanía y todos sus derechos constitucionales”, al tiempo que rechaza “los llamados a la división, los discursos de odio y los intentos de sembrar discordia entre los diferentes sectores de la sociedad siria”. Asimismo, estipula “el apoyo al Estado sirio en su lucha contra los remanentes del régimen de Asad (en referencia a las milicias de Latakia) y todas las amenazas que pesen sobre su seguridad y unidad”.
“Estamos decididos a construir un futuro mejor que garantice los derechos de todos los sirios”, afirmó Mazlum Abdi en X. El líder guerrillero consideró esta nueva etapa como “una verdadera oportunidad para construir una nueva Siria que incluya a todas sus comunidades y fomente la convivencia”. Su región, rica en petróleo y fuel, es también hogar de las unidades formadas únicamente por mujeres, las YPJ, cuyo encaje en un Ejército sirio de pasado yihadista aún está en el aire.
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Por otro lado, Rusia, aliada del derrocado gobierno sirio, afirmó hoy que está “en contacto” con otros países tras las recientes violencias en Siria en Latakia y Tartús, donde se encuentra la única base naval rusa con salida al Mediterráneo. “Estamos preparados y en contacto con otros países”, declaró el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, durante una rueda de prensa en la que participó la AFP. “Queremos una Siria unida, próspera y amistosa”, añadió, advirtiendo sobre las “consecuencias nefastas” de esta violencia “para toda la región”.
El gabinete de Sharaa, que ha prohibido la difusión de imágenes de las masacres, al mismo tiempo que ha ordenado el fin del asalto, ha anunciado que investigará los posibles crímenes cometidos por sus propios hombres. La comisión de investigación designada está “decidida” a garantizar la justicia y a “impedir represalias” extrajudiciales, declaró el martes su portavoz.
“La Nueva Siria está comprometida a garantizar la justicia, hacer prevalecer el Estado de derecho, proteger los derechos y libertades de sus ciudadanos, impedir cualquier represalia extrajudicial y asegurar que no haya impunidad”, afirmó el portavoz de la comisión, Yaser El Farhane, en una conferencia de prensa en Damasco.