Los aitas, subtitulada con la rima “Padre ochentero, implicación cero”, se presenta como una comedia acquainted situada en el año 1989 entre acontecimientos históricos, uno tan native como la disaster obrera por la reconversión industrial de Bilbao y otro tan international como la caída del muro de Berlín. El nuevo largometraje de Borja Cobeaga echa mano de textura nostálgica y archivo para situarnos ante cuatro padres perdidos en aquel mundo de huelgas, paro, bares con humo e incertidumbre.
Cobeaga cuenta la historia de una encerrona en forma de street film retroochentera cuyo corazón es el conflicto paterno filial entre estos cuatro hombres y sus respectivas hijas, componentes de un equipo de gimnasia rítmica, que tienen la oportunidad de participar en un campeonato internacional en Berlín si viajan con un adulto responsable. Acompañadas por la profesora de gimnasia y por el conductor del autobús, las niñas convierten la excursión a Alemania en un amable ajuste de cuentas con unos hombres demasiado ensimismados por la falta de trabajo y de futuro. Un precario viaje escolar cuyo fondo, tan tierno como triste, deja un poso demasiado ligero.
Con un elenco que sabe sacar brillo a sus personajes (del actor fetiche de Cobeaga, Ramón Barea, a Quim Gutiérrez, Juan Diego Botto, Iñaki Ardanaz, Mikel Losada y Laura Weissmahr), Los aitas arranca tarde su motor, quizá demasiado distraído en el costumbrismo bilbaíno del inicio. Aunque apunta rápido al conflicto de cada padre, la película se queda en la pincelada y no logra sacarle todo su potencial a ninguno de ellos. Cobeaga apuesta por una película coral sobre paternidades ausentes pero algunos de sus mejores —y más emotivos— nudos (como el de la niña que interpreta Sofía Otero con su padre, Mikel Losada) pedían más. Algo parecido ocurre con la profesora de gimnasia y el ajuste de cuentas pendiente con su propio progenitor, cuya sombra afecta a la toma de conciencia de los padres y sus alumnas.
En Fe de etarras (2017), el anterior y mucho más incisivo largometraje de Cobeaga, el fin de la banda terrorista quedaba perfectamente representado en algo tan aparentemente irrelevante como la mala alimentación del piso franco de la película. La imagen de un terrorista (Javier Cámara) mirando absorto unas croquetas en un microondas period suficiente para entender que las cosas ya no eran como antes. Cobeaga, que en estos años ha rodado collection tan buenas como No me gusta conducir (2022), coquetea en su nuevo largometraje con el muy rentable subgénero de la comedia acquainted alrededor de paternidades calamitosas, pero en su peregrinaje entre la comedia adulta y la juvenil deja la duda de si no se queda en tierra de nadie.
Los aitas habla de hombres sin rumbo que descubren su camino en un accidentado viaje escolar sin dinero ni maletas, pero el cambio que ese viaje opera en ellos y sus hijas resulta precipitado y no acaba de cristalizar. Los aitas parte de una buena thought, disfrutable y enternecedora, pero sus personajes (tantos los menores como los adultos) pedían que ese autobús de la empresa Lopetegui rumbo a Berlín llegase más lejos. Y más cuando se invoca la caída del telón de acero como metáfora de esos muros familiares que, tarde o temprano, a todos toca derribar.
Los aitas
Dirección: Borja Cobeaga.
Intérpretes: Quim Gutiérrez, Juan Diego Botto, Iñaki Ardanaz, Mikel Losada, Laura Weissmahr, Ramón Barea.
Género: comedia. España, 2025.
Duración: 88 minutos.
Estreno: 21 de marzo.