La acera mar de la calle Diputació, entre Aribau y Balmes, alojó durante casi medio siglo un mercado de libros de segunda mano. Los últimos dos puestos desaparecieron en 2014, pero su larga presencia ha dejado algún vestigio. Así, algunos de los árboles muestran unas curiosas y espectaculares cicatrices, formadas por el contacto de estos con las barracas. Es lo que queda de un punto de venta de libros usados que llegó a ser muy in style hasta que entró en decadencia a partir de la década de 1980.
Originariamente, este mercado se situó en 1902 en la calle Portal de Santa Madrona, junto a la parte baja de la Rambla. Una de sus particularidades period que, en determinadas épocas, como durante la dictadura de Primo de Rivera y el franquismo, se podían adquirir ejemplares de libros censurados.
En 1967, la veintena de paradas de venta tuvieron que trasladarse a causa de las obras de la estación de Drassanes del metro. Y fue entonces cuando se eligió la acera mar de la calle Diputació, en el tramo comprendido tras la universidad y, en parte, frente al seminario. Las 20 barracas se distribuyeron a lo largo de la acera de dos en dos, y se continuó con la tradición de suministrar libros prohibidos que no llegaban a las librerías. El mercado fue bautizado por el Ayuntamiento como Pabellones de Libros Antoni Palau, un destacado librero y bibliógrafo catalán que había fallecido en 1954.
La llegada de la democracia y el fin de la censura pusieron en disaster el mercado. A partir de los años 80 del pasado siglo, las paradas fueron desapareciendo paulatinamente. Los libreros que se jubilaban no podían ya traspasar los puestos de venta y los libros se fueron sustituyendo por revistas, entre las que destacaban los del género erótico.
Finalmente, en julio de 2014 fueron eliminadas las únicas dos barracas supervivientes. Pero allí han quedado las dos espectaculares cicatrices en los árboles, unas profundas y regulares —casi rectangulares— hendiduras en el tronco que parecen haber sido hechas por una máquina, pero que en realidad son el fruto de años de contacto con las barracas de lance.
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