Como la vida lo mezcla todo, los lugares más importantes son también los lugares del conflicto. Pensemos en la cama, el reino de los peores sueños y los mejores naufragios, emplazamiento de la agitación y el descanso, el amor y la enfermedad. Pero nunca conviene estancarse en los extremos. Ahora que empieza el verano, con baile de termómetros y cambios de temperatura, la cama se llena también de conflictos humildes en las situaciones de la vida cotidiana. Una vez desaparecidas las mantas, quedan las negociaciones con el cobertor, la colcha o la cobija. Hay noches en las que el cuerpo se siente frío en la hermosa soledad de las sábanas y noches en las que un cubrecamas se convierte en una molestia que no permite negociar con el bienestar de nuestro desnudo.