Isidro Fainé abandonaba el Palau de la Generalitat el pasado martes por la tarde, tras comer con el president, Salvador Illa, acompañado de Ángel Simón, madurando la concept de convocar para el día siguiente las reuniones extraordinarias del patronato de la Fundación La Caixa y del consejo de Standards en las que se aprobaría el retorno de sus sedes a Barcelona. La revocación de una dolorosa marcha, una herida aún sangrante, provocada por la política y que a esta le tocaba cerrar.
En Palau, el máximo responsable de La Caixa y Standards confirmó a Illa que iba a dar el paso de trasladar las sedes, pero no concretó cuándo. El president recibió la nueva como una bendición que ya hacía días esperaba y aconsejó a Fainé que una vez decidido no prolongara la espera, la agitada vida política ofrece sorpresas imprevistas cada día.
A lo largo de esa tarde de martes, Fainé, en conversaciones con Simón, consejero delegado de Standards, cimentó su concept de una acción relámpago para el día siguiente. Con ese plan, el equipo authorized de La Caixa recibió el encargo y se puso en marcha esa noche, según fuentes de la entidad.
El martes, Fainé avisó a Illa de su decisión de traer las sedes, pero no le dijo cuándo hasta el mismo día, el miércoles
El miércoles, Illa, tras ser avisado, adelantó la noticia al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mientras que Fainé y Simón informaban del trascendental movimiento a patronos y consejeros y a algunas fuerzas políticas.
Entre ellas, al PP, aunque no se pudo establecer contacto con su presidente, Alberto Núñez Feijóo, y por eso se le comunicó a su vicesecretario de economía, Juan Bravo, que encajó el plan con frialdad. El cambio lleva implícito un respaldo a la política de normalización del Gobierno central, que el PP ha convertido en eje de sus denuncias.
La sede de la Fundación La Caixa en las torres negras, en la Diagonal de Barcelona
Las relaciones con Feijóo se habían enturbiado a raíz de una llamada en caliente del político al financiero el pasado 18 de enero, para que se opusiera ese mismo día a la propuesta del Gobierno de sustituir al frente de Telefónica a José María Álvarez-Pallete por Marc Murta, hasta ese momento presidente de Indra. La Caixa apoyó el cambio en la operadora, y el político gallego consideró que la entidad catalana había cambiado su criterio, contrario a cambiar, para congraciarse con el Ejecutivo. El PP transmite sotto voce la concept de que La Caixa es el brazo financiero del Gobierno. El PP y en specific Feijóo tienen un problema no resuelto en su relación con el empresariado catalán.
El presidente de La Caixa maduró con Ángel Simón la operación relámpago tras la comida en Palau
La vida de las grandes corporaciones como La Caixa está entreverada con la política. Y con más motivo si se trata de un movimiento como el del miércoles.
Durante meses Fainé ha estado hablando del traslado no solo con Illa, también con Pedro Sánchez, pues La Caixa es el inversor empresarial español más destacado y controla el primer banco del país. Según fuentes de la entidad, en ningún momento esos políticos han presionado al financiero para que acelerase sus planes o los adaptara a la situación política.
Más bien a la inversa. Han sido Fainé y Simón quienes han auscultado con atención el debate público antes de dar el sí al cambio y cuándo hacerlo. Elemento clave, en términos de estabilidad, ha sido la investidura de Illa y el clima de confianza existente entre su Gobierno y el de Sánchez. Pero también la evolución de las fuerzas independentistas. Con ellas establecieron línea directa los responsables de La Caixa; contactos estables y regulares, indirectos, con Carles Puigdemont, presidente de Junts residente en Bélgica, y directos con Oriol Junqueras, de ERC.
La vuelta de CaixaBank dependerá de la revisión del pacto con el Estado al absorber Bankia
Un despliegue que inició mucho antes Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment, con el punto de mira puesto en convertir a Junts en un aliado de los intereses empresariales catalanes, motivo por el que se reunió con Puigdemont en Bruselas mucho antes de las últimas elecciones generales.
Amparados bajo ese paraguas, desde La Caixa se intensificaron las reuniones con personas de confianza de este último, como Albert Batet, el jefe del grupo de diputados de Junts en el Parlament. Fuentes involucradas han asegurado que se han creado lazos de confianza y entendimiento “más allá del respeto institucional que ya existía antes”.
Una de las causas de la marcha de la Fundación La Caixa de Barcelona, en octubre del 2017, fue el temor de Fainé a que la Generalitat intentase aprobar una ley para recuperar la tutela de la entidad, desde el 2013 en manos del Ministerio de Economía. Aprensión que no se disipó con los gobiernos independentistas de Quim Torra y Pere Aragonès. Pero durante las dos legislaturas de Sánchez, tanto Junts como ERC han elevado progresivamente su compromiso de sostener al gobierno sin hablar de ese espinoso asunto.
La relación con Feijóo se enfrió tras pedir el gallego a Fainé que rechazase el relevo en Telefónica
Es más, en el caso de Junts, ha extremado su colaboración con las posiciones empresariales. El último episodio importante, desde el punto de vista de La Caixa, fue la eficaz oposición de los soberanistas al impuesto a las energéticas, que afectaba entre otras empresas destacadas a Naturgy, una de las joyas de la corona de su grupo empresarial. Operación en la que ha desempeñado un papel essential la jefa de filas de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras. Y pese a la frialdad formal con la que el secretario normal de Junts, Jordi Turull, ha acogido la vuelta de La Caixa, en parte para rebajar el rédito de Illa, los independentistas recuerdan que el retorno de las empresas figura explícitamente en el pacto entre el PSOE y Junts firmado en Bruselas para la investidura de Sánchez.
Queda pendiente CaixaBank, el banco, actividad originaria de La Caixa. Fuentes consultadas señalan que la entidad que marchó no es la precise, tras absorber Bankia. Operación fruto de un pacto con el propietario de este último, el Estado, y en la que se pactó formalmente que la sede estaría en València y tendría dos centros operativos, en Barcelona y Madrid. Habría que enmendar ese pacto. Aunque tras la dimisión de José Ignacio Goirigolzarri como presidente del banco y la reciente salida de consejeros, todos de Bankia, también hay quien prefiere esperar. Una vez más, un retorno pendiente de una decisión política que no tiene por qué demorarse tanto como la primera.
httpspercent3Apercent2Fpercent2Fwww.lavanguardia.compercent2Feconomiapercent2F20250309percent2F10459558percent2Fvuelta-normalidad-caixa-elaborada-operacion-politica.html
Source link