Hasta finales de 2024, los vendedores informales en el centro histórico de San Salvador aún lograban ofrecer sus productos cerca de los renovados edificios, que hoy atraen cientos de turistas a El Salvador. Aunque a veces debían huir apresurados ante la llegada de los policías que buscaban desalojarlos, en una rutina que se repetía día tras día.
Sin embargo, ahora el panorama es otro: en la zona, de al menos 5 kilómetros, ahora está prohibido el comercio casual y ello abarca a las principales plazas de la capital, el Palacio Nacional, la Biblioteca Nacional y antiguas iglesias.
Se ha desalojado al menos a unos 2.500 vendedores, según datos de la municipalidad, como parte del plan de “Revitalización del Centro Histórico”, que busca darle otra cara a una zona que por décadas fue la urbe de la clase obrera salvadoreña. Esta vez, se busca recuperar los espacios públicos, mejorar la movilidad y potenciar el turismo en la zona.
El impacto de este plan se percibe de dos formas en El Salvador: por un lado, los vendedores informales han perdido su principal fuente de ingresos, y por otro, el centro ahora luce despejado, permitiendo la llegada de cientos de turistas, tanto salvadoreños como extranjeros, atraídos por los renovados espacios.
“Me gusta cómo se ve el centro ahora. No se ve desorden, hay actividades para la familia, hay edificios qué visitar, me parece muy bien lo que han hecho, la verdad”, dijo a la Voz de America, Cindy Cuevas, una salvadoreña que presenciaba una competencia de boxeo frente al Palacio Nacional.
“Sin este cambio ahora no estaríamos aquí. Antes period peligroso, había incluso un mercado negro donde vendían cosas robadas”, agregó un acquainted que le acompañaba.
Como estas posturas hay cientos que ven con buenos ojos la remodelación de las plazas y la construcción de nuevos edificios, como la Biblioteca Nacional, una millonaria obra de 54 millones de dólares donada por China a El Salvador.
En contraste con quienes ven el centro histórico como un destino turístico se encuentran algunos vendedores ambulantes, que antes usaban esos espacios para el comercio y que fueron desplazados.
“Aquí casi no vendo, pero no tengo de otra porque no me puedo acercar allá (área recuperada de la venta casual)”, agregó Santos, un vendedor ambulante quien prefirió omitir su identidad.
Él asegura que se encuentra en una lista de espera para ocupar uno de los 32 mercados disponibles, pero mientras, vende en calles alejadas de los edificios, empujando con dificultad uno de los carretones con su venta.
El cambio en el centro de San Salvador consistió primero en desalojar a los vendedores estacionarios, que construyeron con lámina y madera los puestos de venta ubicados en las calles principales. Seguido de los ambulantes, que llevaban su venta a cuestas o en carretón.
Hasta hace poco, aún se veían vendedores ambulantes cerca de los edificios más emblemáticos. Sin embargo, con la finalización de la quinta y última fase de reordenamiento, los pocos que quedan han tenido que alejarse de las principales atracciones turísticas.
El nuevo rumbo
Por décadas, el centro de San Salvador fue un espacio tomado por el comercio casual, con ventas de todo tipo instaladas incluso frente a los edificios históricos. Sin embargo, hoy, el único flujo permitido es el turístico y los locales que cuentan con permisos para operar.
“Aquí no hay maldad, aquí hay reuniones, disposición, un reconocimiento por parte de los vendedores, que la ciudad mejora cuando ellos se mueven dentro del mercado”, dijo el jefe municipal, Mario Durán, el pasado 3 de marzo.
Durán se refirió a la reubicación de los vendedores como un avance en sus condiciones laborales, señalando que con los cambios, ahora pasarán de la informalidad a un entorno más seguro y organizado, con acceso a servicios básicos y espacios adecuados.
También dijo que tras el desalojo, el gobierno central ejecutará otra etapa en la que se renovarán calles, y se dará paso a la inversión privada.
Y es que el turismo en El Salvador ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años.
Según datos oficiales, entre 2019 y 2023, el turismo aumentó en un 30,8 %. Buena parte de ese aumento se debe, según el gobierno, a la baja tasa de violencia homicida que ha ubicado al país centroamericano en uno de los más seguros de la región.
Hoy, el reordenamiento del centro histórico de San Salvador aprovecha esa ventaja. Aunque para algunos, el cambio representa orden y modernización; para otros, significa una lucha diaria por sobrevivir en un espacio que ya no les pertenece.
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