La televisión estaba muerta? ¡Ja! La televisión es hoy el campo de todas las batallas. Ahí las doce campanadas de Nochevieja, pasto de la política. Una infantil estampita –exhibida por Lalachus y Broncano en TVE– con la icónica vaquilla del programa Grand Prix ha servido esta semana para cargar contra TVE. ¿Qué se vio en la postalita? La emblemática vaquilla… con el Sagrado Corazón de Jesús en su pecho (como en otras imágenes de Messi o Maradona o Ayuso, sin escandalera alguna). Este caso ha motivado una demanda –carpetovetónica– por “ofensa a los sentimientos religiosos” (tipo penal en extinción en el Código Penal).
A ver: ¿se burla esa imagen de Jesús, del cristianismo, del catolicismo? Un juez dilucidará la tontería. ¿A qué católico –inteligente– ofende esa imagen? Solo al que añore metralletas contra Lalachus y Broncano como las de los yihadistas contra Charlie Hebdo : esos “ofendiditos” reiteran lo de “¡no se atreverán a bromear con Mahoma!”, argumento torpe, pues la grandeza católica es haber dejado atrás el asesinato de herejes y transigir con el humor. Ahí soy católico: no bajaré un escalón para acercarme al yihadismo, no rebajaré el listón. Lo católico es no darme por ofendido, sonreír ante cualquier broma a costa de símbolos o dogmas católicos, lo que entraña un lúcido guiño de la superioridad del catolicismo en lo cultural (la fe, por su lado, se ríe de estas bobadas: la salvación del alma no se resentirá por una chanza. Al revés).
La estampita de Grand Prix solo puede ofender a quienes añoren las metralletas yihadistas, no a un católico inteligente
La postalita en cuestión period solo una promo simpática y hasta amorosa del programa de TVE Grand Prix , sin traza alguna de mofa. Ofenderse es cínico: veo ansia de arremeter contra TVE (y el Gobierno sanchista, ¿o me equivoco mucho?). No hay burla ninguna en esa estampa, por más que lo diga la Conferencia Episcopal, que al declararse ofendida se aleja del catolicismo y da un paso hacia al talibanismo islamista.
“¡Matadnos… y no haremos más chistes!”, concluía David Broncano hace años en un monólogo sobre el contenido de los chistes y los límites del humor, que para él no existen (y estoy de acuerdo): de hecho, el único límite es matar al humorisa, el que aplica el yihadismo si un chistecito le ofende (y el muerto habrá perdido la batalla… pero el matador habrá perdido la guerra).
Conclusión: si un chiste o broma te ofende, aguanta, disimula bien… y búrlate tú del burlador. – @amelanovela