Los líderes de gran parte de la extrema derecha europea, agrupados en Patriotas —tercera fuerza del parlamento comunitario tras populares y socialdemócratas—, han demostrado que surfean con una gran comodidad sobre la ola trumpista que atraviesa todo el mundo con la amenaza de redibujar los equilibrios dentro de la Unión Europea.
Reunidos esta mañana en el auditorio de un lodge de Madrid, casi al borde de su aforo de 2.000 personas, el húngaro Viktor Orbán, la francesa Marine Le Pen, el italiano Matteo Salvini y el español Santiago Abascal se han conjurado para hacer “Europa grande otra vez” con una “nueva Reconquista”.
Para ello, han trazado una hoja de ruta para los próximos meses que supone una enmienda a la totalidad a la “élite de Bruselas”, que ha provocado, en su opinión, unas “consecuencias desastrosas” para los ciudadanos, que han ido enumerando desde el escenario: inmigración “ilegal”, a la que acusan de provocar inseguridad en las calles, “presión ideológica” sobre los Estados miembros o “fanatismo” climático.
Los dirigentes de la extrema derecha, durante las más de dos horas que ha durado el gran mitin político, han ido dejando claro que para devolver “el sentido común” a una Unión Europea que sitúan “anclada en el pasado”, el camino pasa por “los vientos de libertad” que llevaron a Javier Milei a liderar Argentina o los que promete Donald Trump en Estados Unidos tras su reelección.
De los primeros de subir al escenario —para ir calentando los platos fuertes de la jornada— ha sido André Ventura, fundador del partido de ultraderecha luso Chega, pese a que no estaba en el listado inicial de oradores para hacer varios guiños en clave nacional que provocaron una de las mayores ovaciones de la mañana. “Pedro Sánchez está más cerca de la cárcel”, pronosticó el líder de la tercera fuerza portuguesa, que se ha visto envuelta en varios escándalos en las últimas semanas como la acusación de la Fiscalía a uno de sus diputados, amigo private de Ventura, de dos delitos de prostitución de menores. Entre los aplausos del auditorio, que no llegó a completar su aforo pese a que la organización auguró que llenar las 2.000 butacas, también tuvo palabras para el presidente del Partido Standard, Alberto Núñez Feijóo, a quien criticó por ser “lo mismo” que Sánchez.
Ya con un auditorio eufórico, lleno de banderas de España y ninguna de la Unión Europea, el vicepresidente italiano, Matteo Salvini—que visita Madrid sin mantener ningún encuentro con algún miembro del Gobierno de Pedro Sánchez—, ha cargado contra la política común europea, asegurando que “Europa no es la jaula que construyeron en Bruselas”, a la vez que elogió a la figura de Donald Trump. Pese a que las amenazas arancelarias del presidente estadounidense también sobrevuelan sobre la Unión Europea, Salvini defendió que los males que puede caer sobre la economía comunitaria provienen de las “prohibiciones impuestas por Bruselas”. “Si miles de trabajadores del sector del automóvil están perdiendo sus empleos estos días, no es culpa de Trump, sino del suicidio económico, industrial y ambiental impuesto por Bruselas”, ha defendido.
Trump ha vuelto —virtualmente— al auditorio en boca del primer ministro húngaro, Victor Orban, en forma no ya de ola, sino de “twister”, que ha cambiado “el mundo en solo un par de semanas” para acabar con “una época”: “Ayer éramos herejes, hoy somos el futuro”, ha avanzado el fundador de Patriotas, durante una intervención que ha pivotado sobre la mano dura contra la inmigración irregular, pero también sobre la Guerra de Ucrania, a donde se está destinando, en su consideración, dinero pese a ser un conflicto “sin esperanza”. Desde el estrado, y entre grandes ovaciones, Orban ha defendido sus políticas de blindaje de fronteras y contra la diversidad de género. “Ningún inmigrante puede entrar en Europa a través de Hungría”, ha celebrado el primer ministro ultranacionalista.
Orban también ha abrazado la concept de la Reconquista, elogiando al presidente de Vox, Santiago Abascal, a quien ha calificado de ser “un líder valiente, el torero más valiente que jamás ha visto la política”. “Vamos a lidiar juntos este toro enfurecido”, la ha dicho el húngaro a su compañero de filas, convencido de que “es el momento” de que la extrema derecha llegue al Gobierno de España.