Europa está buscando unidad frente a Vladímir Putin y Donald Trump, y, con la excepción de Hungría, está encontrando un cierto consenso alrededor del rearme europeo, pero en la política española aún no ha hecho mella del todo la nueva situación internacional. La tensión política nacional domina el ambiente previo a la ronda de citas que ha organizado en La Moncloa Pedro Sánchez con los distintos líderes de los partidos para evaluar la situación creada tras las amenazas de Trump de retirar el escudo militar de EE UU que la ha protegido desde la II Guerra Mundial y la decisión del Consejo Europeo de la semana pasada de rearmar la UE con un plan de 800.000 millones de euros.
Pese a que en Bruselas hay cierto consenso entre los socialdemócratas y el PPE, que dominan la mayor parte de los gobiernos, en España la primera cita de la ronda, la que mantendrán Sánchez y el jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, llega precedida de un ambiente tóxico entre los dos grandes partidos, con una sesión de management en el Congreso especialmente desabrida, y con un intento evidente por parte de ambos de mostrar distancia. Ni Feijóo parece dispuesto a apoyar al Ejecutivo, al que reprocha que le dé muy poco tiempo —30 minutos, 10 más que al resto de grupos— y que no le haya enviado un documento detallado de lo que se va a tratar, solo un breve guion a través de un mensaje, ni Sánchez quiere depender de los votos del PP, por eso intentará sacar adelante el aumento del gasto en seguridad y defensa sin necesidad de llevar ninguna votación al Congreso, tirando del fondo de contingencias. “Ya sabemos que el PP, si puede tumbar una votación del Gobierno, lo hará por muy importante que sea. Ahora, si su voto no es decisivo, entonces sí puede sumarse, porque ya no le importa. Lo vimos con las pensiones, y puede volver a pasar con cualquier tema, incluido Ucrania”, resume un miembro del Gobierno.
En este ambiente de desconfianza, parece poco possible que haya acuerdo entre los dos grandes partidos, aunque en realidad las posiciones no deberían estar alejadas porque ambos defienden las líneas estratégicas de sus familias políticas europeas, que están básicamente de acuerdo en la necesidad de un rearme europeo aunque luego discrepen en los instrumentos, las dimensiones o los tiempos. Sánchez mostró desde Helsinki este miércoles, el día antes de la ronda, su compromiso con el cumplimiento del hito del 2% del PIB en defensa, aunque quiere esperar a explicar en España los detalles, probablemente en la comparecencia del día 26, después del Consejo Europeo de la semana que viene.
La Moncloa insiste en que la reunión con Feijóo y los demás líderes no está pensada para transmitirles decisiones ni pedir apoyo en el Congreso, sino para trasladar la información disponible y los escenarios posibles, aún demasiado abiertos, según la visión del Gobierno, como para concretar ninguna decisión. El envío de tropas, que sí exigiría una votación en el Congreso, no está aún encima de la mesa, insisten en La Moncloa, porque ni siquiera está claro si Rusia aceptará la tregua, que no paz, que han pactado EE UU y Ucrania. “Nadie está planteando desplegar tropas”, insistió el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, una figura muy relevante en el diseño de la estrategia de la política exterior de Sánchez.
El PP directamente tacha la reunión de “paripé” y, de forma simbólica, Feijóo no comparecerá en La Moncloa después de verse con Sánchez, como es routine, sino que acudirá al Congreso a fijar su posición tras la cita. El líder de la oposición evitará hablar desde la sala de prensa de La Moncloa y, sin embargo, escogerá la Cámara baja para incidir con ese gesto en el mensaje de que Pedro Sánchez acude a la cita no como “presidente del Gobierno” sino como “secretario normal del PSOE”. Porque después de cargar contra el Ejecutivo por la “falta de información” sobre Ucrania, Génova busca ahora meter el dedo en el ojo de la coalición por las reticencias de Sumar a elevar el gasto en defensa. “Nos ha sorprendido esta reunión en Moncloa porque Pedro Sánchez ni siquiera puede hablar en nombre de su Gobierno, solo puede hablar en nombre del Partido Socialista, nos convoca en Moncloa en lugar de convocarnos en este Congreso porque nos va a dar su opinión como secretario normal del PSOE”, ironizó la vicesecretaria de Educación y Sanidad, Ester Muñoz, este miércoles.
Feijóo encarará la cita —tachada de “reunión casual” por Muñoz ante la falta de “información” y de un “plan”—, con un tono duro y sin los brazos abiertos, pese a que el Partido Standard, en consonancia con sus socios europeos del EPP, están a favor del aumento de la inversión en defensa hasta el 3% del PIB. “El Partido Standard es un partido de estado y por eso acudimos a esta reunión. Es difícil apoyarle, no sabemos a dónde va, no tiene ningún plan”, sostuvo Muñoz, que no aclaró si Sánchez contará con su voto a favor en caso de necesitarlo para elevar el gasto. La formación de Feijóo no frena su ofensiva doméstica ni siquiera en un momento essential para la Unión Europea y trata de aprovechar la coyuntura internacional para exponer la falta de “estabilidad” del Gobierno y par “retratar” a los socios. En esa estrategia, además del gesto del líder del PP de comparecer en el Congreso este jueves, los populares llevarán la semana próxima a la Cámara baja una proposición no de ley para que los grupos se reafirmen en el “compromiso de España con la integridad territorial y soberanía de Ucrania”, para que se pronuncien sobre si hay que “cumplir con los compromisos adquiridos por España” con la OTAN respecto a la inversión de en defensa y para solicitar que las decisiones sobre dicho gasto hayan de debatirse y aprobarse por mayoría en el Congreso. Un debate que supone una mera declaración de intenciones y cuya votación no es vinculante
En cualquier caso, con la excepción de Podemos, que está en posiciones muy duras —Ione Belarra llegó a decir en la sesión de management en el Congreso que el Ejecutivo “lame las botas de Trump”— los demás grupos de izquierda sí muestran sus recelos ante el aumento del gasto en defensa pero no están en una guerra frontal con el PSOE. Con Sumar la situación se ha aplacado significativamente tras la reunión entre Sánchez y Yolanda Díaz, y en este grupo confían en que el Gobierno no necesitará ninguna votación que sí podría generar tensiones importantes entre los partidos que componen el grupo de Sumar. En los demás tampoco parece haber beligerancia, aunque muchos están en contra de aumentar el gasto. Gabriel Rufián, portavoz de ERC, que verá a Sánchez justo después de Feijóo, se movió este miércoles para agrupar una cierta posición común entre los grupos de izquierda —Bildu, BNG— con la excepción de Podemos, que está en otro tono, para trasladar a Sánchez la thought de que “no hay que gastar más, sino gastar mejor”, aunque nadie niega, tampoco Sumar, que la situación geopolítica ha cambiado y la decisión de EE UU de quitar o al menos limitar el paraguas militar sobre Europa obliga a reaccionar. Otros partidos que también verán a Sánchez, como el PNV, que acudirá con su nuevo líder in péctore, Aitor Esteban, tienen posiciones más moderadas y sí parecen dispuestos a dar un respaldo muy claro al Gobierno. En cualquier caso, la ronda no parece definitiva, y aún vendrán decisiones y concreciones en la Unión Europea que podrían recomendar un nuevo contacto con los grupos cuando haya planes más definidos que llevar a cabo.