China cierra el 2024 con una película feminista como la producción mejor valorada del año. Her story (Cosas buenas, en español), dirigida por la cineasta Shao Yihui (33 años), ha cautivado a millones de espectadores en el gigante asiático por abordar temas sociales con un tono desenfadado, denunciar los estigmas contra la sexualidad femenina y las madres solteras y retratar con acidez aspectos de una realidad en la que pueden verse reflejadas mujeres de todo el planeta. Contra todo pronóstico, el largometraje ha liderado durante 20 días consecutivos la taquilla de un país en el que las reivindicaciones feministas están muy controladas por el Partido Comunista. Los internautas —e incluso algunos medios de comunicación estatales— la definen como “la respuesta china a Barbie” y, al igual que ocurrió con la estadounidense, no ha dejado indiferente: mientras gran parte de la audiencia elogia su ingeniosa crítica de las normas establecidas, hay a quienes ha ofendido y acusan al filme de crear “antagonismo de género”.
Pese a que las mujeres chinas están cada vez más concienciadas sobre la igualdad, el movimiento feminista en el país se encuentra bajo presión. Analistas aseguran que, desde que en 2015 fueron detenidas cinco prominentes activistas por planear una campaña de concienciación contra el acoso sexual, ha crecido la censura contra publicaciones de ideología abiertamente feminista y las cuentas en redes sociales de quienes defienden la equidad de derechos a menudo son bloqueadas. Varias de las voces más destacadas ya no viven en China; otras, están en prisión. En junio, la periodista y activista del #MeToo Huang Xueqin fue condenada a cinco años de cárcel por incitar a la “subversión del poder del Estado”. Llevaba detenida casi mil días y enfrentó su primer juicio tras dos años de arresto.
No obstante, las historias centradas en mujeres van ganando terreno, siempre que no crucen las líneas políticas dictadas por el Gobierno. Y, aunque Her Story no es la primera película china de corte feminista, ni supone un despertar entre la población, sí que se ha recibido como un soplo de aire fresco. Inicialmente estrenada solamente en unas pocas ciudades, el boca a boca ha catapultado su popularidad en todo el territorio. En un mes ha recaudado más de 93 millones de euros, según el rastreador de venta de entradas Maoyan. A pesar de contar con un bajo presupuesto, es la obra mejor valorada del calendario, con una puntuación de 9,1 sobre 10 en Douban, la plataforma de consulta cinematográfica de referencia a nivel nacional. Su éxito pone de relieve la evolución en las dinámicas sociales en China y evidencia que los relatos sobre mujeres (y escritos y dirigidos por mujeres) tienen cabida en este mercado.
La trama gira en torno a la amistad que desarrollan dos vecinas de Shanghái y cómo cuidan de la hija de una de ellas. Wang Tiemei es una periodista divorciada que se esfuerza por conciliar las exigencias de su profesión y la crianza de Moli, de nueve años, una niña perspicaz que explora su lugar en el mundo con una mezcla de inocencia y determinación. En sus vidas se cuela Xiao Ye, una cantante de espíritu libre a quien la falta de cariño persigue más de lo que es capaz de reconocer. Sus experiencias entrelazadas ofrecen una visión poco convencional de la sororidad y la emancipación femenina. El 64,6% de las madres solteras del país prefiere no desvelar su estado civil por miedo al qué dirán, según revela un informe de la Asociación China de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia.
“Me he sentido muy identificada y me ha hecho reflexionar”, comentaba a la salida de la proyección Ying, de 32 años, que ha acudido con una amiga. Es 25 de diciembre —en China es un miércoles laborable— y la sesión de tarde en unos cines del centro de Pekín está prácticamente llena. Ha pasado más de un mes desde su lanzamiento, pero continúa atrayendo espectadores. Las carcajadas resuenan en la sala con muchos de los diálogos e incluso se percibe algún aplauso. “Creo que representa perfectamente el día a día de muchas mujeres independientes y los retos a los que nos enfrentamos, en el trabajo y el amor”, afirma Ying.
En Xiaohongshu (aplicación parecida a Instagram), es tendencia explicar las referencias feministas “escondidas”, como las citas a la socióloga japonesa Chizuko Ueno y a la activista estadounidense Gloria Steinem o cuando las protagonistas se disfrazan de la jurista estadounidense Ruth Bader Ginsburg y la pintora mexicana Frida Kahlo. Her Story también se ha ganado aplausos por sus guiños al colectivo LGTBIQ+ y sus alusiones a la censura, a los confinamientos de 2022 o a las denuncias públicas por deslealtad política.
Conductas habituales
Guoyuan, un espectador de 54 años, opina que la película, en la que los personajes masculinos quedan totalmente relegados a un segundo plano, “es divertida” aunque “un tanto pretenciosa”. “Pero desde luego es muy diferente y pienso recomendarla a mis amigos”, asegura. Algunas escenas habrán escocido a más de uno por poner el foco en conductas más habituales de lo que muchos quisieran admitir: un desconocido siguiendo a una chica que regresa a casa sola por la noche; hombres incapaces de comprometerse; el discurso vacío de supuestos aliados; actitudes en la cama que imitan la pornografía; o los mensajes de odio en web que una mujer recibe por hablar sin tapujos de su sexualidad. De hecho, la nota de la película cae a 4,9 sobre 10 en Hupu, un foro de deportes que hace las veces de Forocoches en China.
Yang Xiaolin, director del Instituto de Investigación Cinematográfica de la Universidad Tongji (Shanghái), alabó “la nueva forma de cine realista” que presenta Shao en su segundo largometraje, pero criticó la “marginalización deliberada” de los personajes masculinos y que se “haga hincapié en la guerra de sexos”. La directora ha respondido argumentando que la película explora por qué el patriarcado perjudica a ambos: “El feminismo no solo libera a las mujeres, también a los varones”, sentenció.
Her Story está triunfando por mostrar con humor una cotidianidad que incomoda e invita a pensar. La audiencia china quiere historias con las que sentirse identificada. Lo demostró este otoño con Like a rolling stone, que llevó a la pantalla el horror que vivió Su Min, conocida en web como la “tía viajera”, antes de comenzar el periplo que la convirtió en un icono de libertad. En 2020, esta jubilada inició una aventura por carretera con la que dejaba atrás los abusos a los que la sometía su marido. Sus videoblogs ganaron popularidad y su valentía inspiró a muchas mujeres a decir “basta”. Su caso también logró sacar a la luz lo que cuesta conseguir el divorcio en China y el estigma que aún conlleva: un juez desestimó su causa por falta de pruebas a pesar de presentar un vídeo de una pelea en el que su esposo admitía haberla maltratado recurrentemente. Logró divorciarse en julio, pagando más de 20.000 euros a su expareja.
Aun con las restricciones que las autoridades imponen a los discursos sobre igualdad de género y derechos sociales, ciertos casos de gran impacto logran propagar un debate cada vez difícil de silenciar. A principios de diciembre, millones de usuarios de Weibo (el Twitter chino) exigieron explicaciones ante un nuevo posible caso de trata de personas, que ha puesto el foco en los fallos del sistema y la vulnerabilidad de las mujeres de zonas rurales. Bu Xiaohua llevaba 15 años conviviendo con un hombre que la “acogió” cuando la vio “deambulando” por su pueblo. Bu, graduada de un máster en ingeniería, había desaparecido tras sufrir un brote esquizofrénico. Con el hombre tuvo varios hijos, no está claro cuántos. Este caso –actualmente bajo investigación– desató la indignación y trajo el recuerdo de otro que incendió las redes en 2022, cuando se descubrió que un hombre mantenía encadenada en un cobertizo a su “esposa”, con la que había tenido ocho hijos. Un tribunal dictaminó que la mujer había sido secuestrada cuando period adolescente y vendida en varias ocasiones.
“Las tragedias de estas mujeres no pueden quedar como historias incompletas. Las mujeres no son mercancías con las que casarse y reproducirse. Seguiremos atentas, no solo para exigir justicia para Bu, sino también para protegernos a todas”, escribió en Weibo la periodista Ma Ning. Su comentario ya no está disponible, pero fue recogido en el weblog de la sinóloga Manya Koetse, que analiza las tendencias de la pink social china.