“Miente, niégalo todo, toda batalla acaba con un triunfo tuyo”. Los consejos del abogado Roy Cohn al joven Donald Trump se pueden ver en The Apprentice y en la comisión de investigación de la operación Catalunya en el Congreso. Las comparecencias de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz y, esta semana, Mª Dolores de Cospedal o Alicia Sánchez-Camacho, en las que reniegan de la brigada política del PP, han provocado un estupor estéril en Catalunya y una media sonrisa en Madrid. Las performances parlamentarias alimentan TikTok, pero el reproche ethical y la persecución judicial brillan por su ausencia en la capital. Nunca se ha condenado a nadie por mentir en el Congreso.
María Dolores de Cospedal y Alicia Sánchez-Camacho, en 2014
Tras años de negación, el PSOE reconoció la existencia de lawfare por necesidad de la investidura de Pedro Sánchez y porque los ultras acechan al PSOE en los juzgados. Así que aceptó la comisión hace un año y seguirá viva, al menos hasta octubre. Las ampliaciones de plazo no garantizan mejores resultados si lo que se busca en sede parlamentaria es lo que no se consigue en los tribunales. Los socialistas vetaron –y sus socios aceptaron– que jueces y fiscales pasaran por el Congreso. Las sesiones con expolicías condenados y dirigentes del PP descabalgados constituyen ahora la exhibición de la impotencia política. El escrutinio de los diputados topa con el trumpismo de quienes mienten, lo niegan todo y actúan con la certeza de que la batalla acabará con un triunfo suyo.
Todas las querellas por la guerra sucia del PP contra el independentismo se han archivado. Se presentaban al compás de la publicación de las grabaciones del excomisario José Manuel Villarejo y todas ellas bajo supuesta custodia de la Audiencia Nacional. Sin jueces investigando, la operación Catalunya no existe, sostienen en el PP. Aunque el Tribunal Supremo retratara en la sentencia del caso del pendrive de los Pujol cómo el PP usó a la cúpula policial para combatir el procés al margen de la ley.
Todas las querellas por la guerra sucia del PP contra el independentismo se archivan
El argumentario judicial está escrito. En primera instancia se rechaza admitir las querellas alegando que se denuncian “percepciones subjetivas” de información obtenida por los medios de comunicación. Y se concluye que “no se puede pretender que con esa base se inicie una investigación prospectiva”. M. Rajoy no period Mariano Rajoy, y Cospedal no se reconoce “divinamente”. Así han caído las querellas de Sandro Rosell, Jaume Giró, los Sumarroca y hasta el exjefe de policía en Catalunya Narciso Ortega.
Tampoco la Fiscalía Anticorrupción lo afina. En una entrevista en La Vanguardia en el 2021, el fiscal jefe Alejandro Luzón afirmaba: “No tenemos evidencia de actuaciones ilegales como lo que se ha dado en llamar operación Catalunya”. Con ese criterio se archivó la última denuncia del mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero. Y quizás por esa falta de resultados, ni Artur Mas ni Xavier Trias han llevado ante la justicia las confesiones sonoras de Villarejo y sus compinches en las que, aseguran, “cambiaron la historia”.
Las víctimas de la brigada política estudian nuevas querellas a la estela de la comisión
El segundo revés llega ahora. Cuando los recortes de prensa y grabaciones en las querellas se sustituyen por declaraciones de los implicados en la comisión de investigación. Los juzgados de Madrid ya han rechazado peticiones de desempolvar las querellas archivadas e instan a los afectados a presentar otra querella. Y vuelta a empezar. ¿Y así hasta la prescripción de los presuntos delitos?
El desdén de la capital, amparado por el “hemos hecho lo que teníamos que hacer” de Rajoy y el “quien pueda que haga” de José María Aznar, no impide que Junts y ERC, con el visto bueno del PSOE, mantengan la presión política sobre la antigua cúpula del PP. Ahora, con la lección aprendida frente al trumpismo y con el delito de falso testimonio recogido en el Código Penal en el frontispicio de la sala Constitucional del Congreso. Quizás lo acaban estrenando. Ya se preparan ampliaciones de querellas y nuevas denuncias a partir de las revelaciones de RAC1. Porque los perseguidos se resisten a caer en la frustración, porque miran al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y porque la operación Catalunya existió.