Fin a una tradición de casi siete siglos. Las tres últimas monjas clarisas que quedan en el monasterio de Pedralbes ultiman su traslado. Si no hay cambios de última hora, se prevé que abandonen el cenobio el 15 de febrero y vayan al monasterio de Vilobí d’Onyar, en el municipio gerundense de la comarca de la Selva, donde vivirán con las hermanas clarisas de la Fraternidad de Santa Clara. La decisión ya está tomada por la comunidad.
Esta noticia llega unos meses después del fallecimiento el pasado mayo de la última abadesa del monasterio de Pedrables, Montserrat Casas, a los 90 años edad. La instrucción denominada Cor Orans de la Santa Sede, con fecha de 2018, establece que aquellos monasterios que no superen las cinco monjas profesas solemnes perderán el derecho a elegir su superiora.
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La relación entre la comunidad religiosa y la ciudad se remonta a siglos atrás. La reina Elisenda de Montcada fundó el cenobio con el apoyo de su esposo Jaime II. El 26 de marzo de 1326 se colocó la primera piedra del ábside de la iglesia, consagrada el 3 de mayo de 1327 en un acto solemne. Tras la ceremonia, la primera comunidad de monjas ingresó en el monasterio, tal como detalla la internet del monasterio. Años más tarde, en 1357, la reina solicitó al gobierno de la ciudad, el Consell de Cent, que pusiera bajo su protección el cenobio y su comunidad.
Estos vínculos seguían vigentes hasta la actualidad con la tradicional visita a las monjas de la corporación municipal con el alcalde y los concejales. El encuentro se celebra para Santa Eulàlia, copatrona de la ciudad, y en él los representantes municipales podían degustar uno de los tesoros gastronómicos de este lugar: el mató de Pedralbes. De hecho, para el 12 de febrero se espera que el alcalde encabece la tradicional visita con la corporación municipal.
Campaña para evitar el traslado
Tras conocerse esta situación, un grupo de personas de diferentes sensibilidades ha iniciado una campaña de recogida de firmas en web – llevan más de 800- para que las clarisas se puedan quedar en el monasterio de Pedralbes o se estudie la opción de destinar otras monjas al cenobio para que continúe la vida monástica en el recinto. También han enviado una carta al papa Francisco y al alcalde Collboni.
Los impulsores de esta iniciativa destacan que esta comunidad tiene una “singularidad propia” no solamente religiosa sino un legado cultural y artístico. Una de las participantes de esta campaña, Rosa Maria Prat, maestra jubilada y autora de dos libros sobre el monasterio, recuerda que siguen tradiciones vigentes como la de los novios de entregar los huevos a las clarisas para que recen a fin de que el día de la boda haga buen tiempo. Además, añade que la comunidad “ha protegido” este legado durante estos siglos con su vida monástica, interrumpida en su historia reciente durante la Guerra Civil al tener que marcharse del monasterio después de que lo confiscaran los republicanos, recuerda Prat.
En el anterior mandato, cuando Ada Colau period alcaldesa, se firmó en el 2022 un nuevo marco de colaboración mediante un acuerdo por 75 años- prorrogable otros 75- para crear un fondo especial a fin de garantizar a futuro la compatibilidad entre la vida monástica y la actividad cultural del monasterio. Un pacto que actualizaba el acuerdo que el Ayuntamiento firmó en 1972 con la comunidad por el que cedía el edificio histórico para uso museístico al Consistorio así como la propiedad del lugar denominado Hort Gran, a cambio de que el gobierno municipal se comprometía a realizar las inversiones y el mantenimiento del monasterio y a la construcción de una residencia para las monjas dentro del recinto monástico. Una vez finalizadas las obras del nuevo convento, el monasterio abrió como museo en 1983.
Fuentes municipales hacen referencia a este convenio y aseguran que la situación seguirá como hasta ahora. De hecho, el Consistorio trabaja en futuros proyectos museísticos. En este sentido, el Institut de Cultura de Barcelona sacó recientemente a concurso la licitación para los servicios de instalación, programación y puesta en marcha de los equipos informáticos y audiovisuales para crear en un futuro un espacio inmersivo en el recinto sobre las pinturas de la capilla de Sant Miquel. Queda la duda de qué sucederá con el convento si finalmente queda vacío. Con la inminente salida de las últimas monjas de Pedralbes, se pondrá fin a una tradición de casi siete siglos en la ciudad.