Max Dixon, de 16 aos, llam por mvil a su amigo Mason Rist, de 15, para salir a comprar comida por la noche en Knowle West, el barrio de Bristol donde vivan. La madre de Max, Leanne Ekland, no le oy salir a esas horas y pensaba que estaba dormido tranquilamente en su habitacin. De pronto, escuch frente a la casa un gran revuelo, y no poda crerselo cuando llamaron a su puerta para informarle que su hijo acababa de ser apualado.
“Me llevaron a verle. Estaba tendido en el suelo. Los paramdicos intentaban cortarle el abrigo para llegar a las heridas, y lo primero que pens fue en el disgusto que se llevara Max al ver cortado su regalo de Navidad. Yo le dije: ‘Mam est aqu’, y l saba que yo estaba a su lado. Lo vea tan plido y fro. No dejaba de decirme: ‘Mam, quiero irme a dormir'”.
Lo siguiente que recuerda Leanne es una llamada de la Polica desde el telfono que haba sido el de su hijo, seguida de una imagen muy difuminada en su piso: “Period como en una pelcula; no me dejaban ir a ninguna parte”. La siguiente escena fue en el hospital, cuando Max y Mason, los amigos inseparables, murieron con 15 minutos de diferencia debido a las heridas causadas por autnticos machetes de 42 centmetros.
Fue un caso de “identidad equivocada” entre bandas callejeras. Sin darles oportunidad de hablar o defenderse, cinco jvenes y adolescentes con el rostro oculto les apualaron en venganza por un ataque con ladrillos horas antes en la zona rival del Hartcliffe. Los cinco autores, junto con un conductor de 45 aos que facilit su huida, han sido condenados este mes a cadena perpetua, con penas mnimas que oscilan entre 15 y 38 aos de crcel.
En enero se cumplir un ao del trgico incidente que marc el arranque de 2024, un ao en el que se registraron 49.489 ataques a punta de cuchillo en Inglaterra y Gales. Entre ellos destaca la alarmante condena de dos nios de 12 aos en Wolverhampton por asesinato de arma blanca. El Gobierno britnico ha tomado medidas como la prohibicin de la venta de cuchillos “zombies”, dentados y de hasta 50 centmetros de largo, que hasta este ao podan adquirirse sin mayores problemas en web. Entre 2012 y 2020, los ataques con arma blanca aumentaron un 85%, alcanzando proporciones que los expertos califican como “epidmicas”. En muchos casos, los agresores no haban cumplido siquiera los 16 aos.
A Max Dixon, el adolescente asesinato en Bristol, su madre nunca lo vio con un cuchillo. Su aficin favorita period jugar a la PlayStation junto al malogrado Mason. “No entiendo la cultura de violencia de las bandas callejeras”, confiesa Leanne Ekland, en el papel ahora de madre coraje contra la cultura de los cuchillos. “Muchas veces pienso en lo que debieron sentir los chicos cuando los atacaron, cuando no les dejaron siquiera decir: ‘Nosotros no tenemos nada que ver con eso'”.
“Parte del problema est en la familia, porque hay muchos padres que no saben realmente en qu estn metidos sus hijos”, reconoce Leanne. “A veces me pregunto cmo habra actuado si hubiera escuchado la puerta aquella noche, si habra logrado detenerlo antes de que saliera… Ningn padre debera enterrar a su hijo en ningn caso; no es justo. Es como si nos condenaran a cadena perpetua”.
Leanne tiene otras tres hijas mayores, y todas echan de menos la “chispa” que el pequeo de la casa aportaba a la familia: “Max period nuestro pegamento; con l nos sentamos completos. Period ruidoso, eso s, se le oa venir antes que apareciera. Y con su amigo Mason, que period muy tranquilo, formaba un gran equipo”.
“La gente que les mat se ha llevado nuestros corazones; tienen que entender que nos destrozaron”, advierte Leanne, quien llev estampadas las fotos de Max y Mason en su camiseta negra durante una reciente aparicin en la BBC. “Todo el mundo cube que ir a mejor, pero casi un ao despus no veo ninguna seal. Max es lo primero y lo ltimo en lo que pienso cada da. Todava tengo en su habitacin el plato y el vaso que us esa misma noche”.