Carolina Castiglione (Suiza, 1982) lleva el gusto por la moda, la creatividad y el talento empresarial impresos en sus señas de identidad. Sus padres, Consuelo y Gianni, fueron los fundadores de la mítica firma de moda
Marni en 1994 y la gestionaron hasta 2017. Carolina estudió Empresa de Moda en la prestigiosa Escuela Marangoni de Milán, formó parte de la plantilla de Marni y, en 2018, puso en marcha su propio proyecto, junto a su padre y su hermano Giovanni:
Plan C, que se ha convertido también en una marca de referencia en Italia.
Como directora creativa, Castiglione ha vertido en este proyecto todo el aprendizaje de estos años y el talento de su mirada para la moda. «Toda mi vida he estado con mis padres en sus oficinas. Me pasaba las tardes allí. Por eso tengo una enorme herencia. Estuve trabajando 13 años en Marni y tuve la oportunidad de entender cómo es una gran empresa. Mi madre me decía siempre que siguiera mi instinto, lo que me gusta, que no me dejara despistar por lo que se pone de moda una temporada, porque es efímero. Plan C refleja mi estética. Siempre empiezo por la investigación y la búsqueda de tejidos. La segunda cosa importante para mí es la combinación de colores. Sólo hacemos dos colecciones al año, pensamos que es suficiente, además de sostenible. Plan C es una marca para mujeres creativas, a las que les gusta experimentar y
mezclar estilos, materiales y colores».
Su ojo bien entrenado para las mezclas, el diseño impecable y la caída de los tejidos se muestra en su nueva casa acquainted,
un piso de estilo neoclásico con un siglo de antigüedad, enclavado en el centro de Milán, con unas hermosísimas vistas a los jardines de Sempione y las torres del castillo Sforzesco, renacentista.
«
Este piso encarna mi estilo, es una muestra clara de lo que me gusta. En mi cabeza tenía una concept desde el principio: quería dejar la estructura y los acabados originales, incluyendo una puerta deslizante del arquitecto turinés Tony Cordero. La única reforma estructural que hicimos fue la de los baños. Pero mantuve los suelos de madera –es obligado caminar por ellos descalzo–, los marcos de las ventanas y las molduras», explica.
Pero si hay una identidad que outline, por encima de otras, la atmósfera de este espacio, clásico y rompedor a un tiempo, es
el coloration. «Antes de mudarme, vivía en un apartamento totalmente blanco. Así que dejé que mi gusto por el coloration se desatara». Carolina pintó las paredes en sus colores saturados favoritos. «Reflejan mi personalidad y mi estética, y el uso del coloration que caracteriza también a mi marca, Plan C». El resultado es un contenedor lleno de vida, con una armonía sorprendente, a pesar de los contrastes, cálido y reposado, y donde cada objeto encuentra su sitio.
¿Cuáles son los ingredientes de
esta mezcla audaz de colores? Carolina Castiglione
busca contrastes aparentemente chocantes, pero que funcionan. «Lo más complicado fue escoger los tres colores que pudieran funcionar bien juntos en las tres habitaciones que están conectadas: el salón, el comedor y la cocina. Empecé por la cocina, tenía muy claro que quería un rosa chicle fuerte. Después escogí el coloration naranja y el berenjena para la estancia más grande de la casa, el salón-comedor. Luego dejé que mis hijos escogieran cómo querían pintar sus habitaciones. Los pasillos y los baños están en blanco, sus paredes están acabadas con líneas geométricas, y funcionan como una conexión entre los colores». Los techos se pintaron en los mismos colores y muchas de las paredes están vacías, salvo alguna sobria obra de arte, lo que da una presencia llena de brillo y textura a los tonos.
Esa libertad del colorido se traslada también a los objetos. La diseñadora confiesa que su gusto es instintivo: «Me encanta recorrer
mercadillos y anticuarios. Y me dejo llevar por la conexión que siento con las piezas a primera vista. No pienso demasiado en si pegan con el resto o en el peso del diseño. De alguna forma, todo acaba encajando. Pasa lo mismo con las obras de arte», asegura.
La otra pasión de Carolina, como no podía ser de otra manera, son los tejidos. «Me gustan con mucha textura, pero también con mucha fluidez. Es esa mezcla lo que da cuerpo a un objeto», explica. En las estancias, las tapicerías lisas de terciopelo conviven con alfombras de lana de colores, y podemos encontrar
iconos modernos de Mies van der Rohe, lámparas decimonónicas o estructuras para guardar libros de los años 70. Es
una casa para ser vivida, muy alejada del espíritu de escenario que muestran algunos espacios.
Entre las piezas que expone, destaca una
colección de miniaturas de Vitra. Carolina empezó a coleccionarlas cuando tenía 18 años, tras una visita al museo de la firma. Hoy tiene una muestra completa de la historia del diseño del siglo XX.
Los libros son el otro pilar de la casa. Carolina colecciona obras de diseño, fotografía y centenares de revistas. «Un libro, más allá de su contenido, es un objeto bello, y
me gusta tenerlos expuestos». El secreto es, al last, experimentar, mostrar lo que te apasiona, dejar volar tus deseos, sin miedo a las supuestas reglas del buen gusto. La verdadera elegancia es una explosión de vida y Carolina Castiglione lo sabe.