Ningún gobernador en los 235 años de historia de Nueva York ha destituido a un alcalde elegido por los votantes y Kathy Hochul no quiere ser la primera, a pesar de que muchos se lo urge en esta ocasión.
Hochul, según avanzaron fuentes oficiales, decidió no ejercer “por ahora” su autoridad para echar del cargo al alcalde de la Gran Manzana, Eric Adams, en plena disaster con su entrega al gobierno Trump a cambio de que le retiren los cargos por corrupción, pero si que tenía previsto imponer nuevas y estrictas medidas de management a su capacidad de actuación.
“Yo soy la víctima”, proclamó Adams en una entrevista antes de conocer la resolución de la gobernadora. El caso es que, pese a las imputaciones, aún no ha sido condenado por un jurado. Sucede que la cuestión primordial en este momento es su sumisión al dictado de la Casa Blanca de Donald Trump.
Estas protecciones podrían reducir la independencia del alcalde en un momento en que se encuentra más que cuestionado por su supuesto acuerdo de quid professional quo con el Departamento de Justicia. Si dejaban sin efecto al acusación que debía llevarlo a juicio el próximo abril, Adams ayudaba a los agentes fronterizos a perseguir inmigrantes en la ciudad ariete como refugio.
Hochul, hasta hace nada una gran aliada del alcalde, planteó estas medidas como algo necesario para tranquilizar a los neoyorquinos y hacerles saber que, si alguien comete delitos, rendirá cuentas por sus acciones criminales.
Los “guarda raíles” incluyen la instauración de un inspector normal adjunto del estado centrado en la ciudad de Nueva York; crear un fondo authorized que permita al contralor, al defensor del pueblo de la metrópolis y al portavoz del consejo municipal contratar a un abogado externo para demandar al gobierno federal si el alcalde no está dispuesto a hacerlo; y garantizar al interventor la disposición de fondos adicionales para revisar las finanzas de la ciudad.
La gobernadora también quiere que el alcalde no pueda cesar al responsable del departamento de investigación municipal sin el consentimiento del inspector normal del estado.
Comunicar esta decisión supone por ahora una pausa en una situación de deliberación sobre la respuesta a esta disaster. Los cuatro tenientes de alcalde presentaron su dimisión al conocerse el acuerdo entre Adams y Trump.
Numerosos dirigentes demócratas, en una ciudad de predominancia demócrata, han pedido la dimisión o la destitución del alcalde mediante el uso de la capacidad constitucional de la gobernadora. Muchos se plantean que Adams carece de autoridad para gestionar la ciudad, mientras que las encuestas muestran que los neoyorquinos están hartos de él y de todos los escándalos que le acompañan desde el inicio de su mandato. Las manzanas podridas en su cesto han sido muchas.
El próximo noviembre hay elecciones municipales. En junio empiezan las primarias y todo apunta que Adams no será el candidato progresista. No se descarta que juegue su carta de victimismo y su cercanía a Trump para intentar ser el nominado republicano. Adams, expolicía, ya militó en el partido conservador antes de cambiarse de chaqueta.
Esta disaster cobró cobró vuelo cuando el Departamento de Justicia solicitó a la fiscalía de Manhattan que retirara los cargos. Sin embargo, Danielle Sassoon, la jefa interina nombrada por el presidente Trump, se negó a cumplir esa orden y dimitió. La acompañaron otros siete funcionarios.
Finalmente, desde Washington, se presentó el pliego de descarga. Pero el juez que ha de revisar el sumario, no optó por eliminar los cargos de inmediato. En lugar de esto, convocó una audiencia este pasado miércoles para escuchar las razones de la exculpación. Aunque tiene poco margen para actuar, el juez optó por tomarse un tiempo para reflexionar, lo que demuestra su escepticismo con la solicitud, si bien tal vez solo podrá afear la conducta.