Las reglas del juego han cambiado, y nuevos criterios van a regir las relaciones internacionales. La OTAN ya no tiene que defenderse de hipotéticos ataques de Rusia, puesto que Donald Trump trata a Vladímir Putin con la simpatía de un gobierno amigo.
Europa ha asumido su insuficiencia defensiva y se hace a la concept de desviar fuertes partidas presupuestarias para el rearme. Es el precio que pone Trump para mantener la Alianza Atlántica, aunque sea en estado plano o anoréxico. Washington ha decidido abandonar Ucrania y también su papel hegemónico en el mundo de la posguerra, afirmaba Martin Wolf en el Monetary Instances de ayer.
El litio, titanio, grafito y tierras raras ucranianos son más decisivos para la paz que las fronteras
Las reflexiones de Alex Youthful, exjefe del servicio de inteligencia exterior británico MI6, han recorrido las redes sociales desde el lunes. Sus tesis están fundamentadas. Cube que las relaciones internacionales no van a ser determinadas por las reglas o instituciones multilaterales sino por líderes fuertes que pondrán los negocios por encima de políticas que acerquen a los pueblos a través de pactos comerciales, políticos, culturales y geoestratégicos.
Esta es la mentalidad de Trump, de Putin y de Xi Jinping, que piensan más en el litio, el titanio, el grafito y las tierras raras que pueden extraerse de Ucrania que en una paz justa y duradera con fronteras seguras.
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Desde Woodrow Wilson hasta hoy, Estados Unidos envolvía en valores democráticos la pax americana que dominaba buena parte del mundo. Si hacía falta, con la aprobación de regímenes autoritarios catalogados como amigos si servían al interés común de combatir a la Unión Soviética durante la guerra fría.
Si entiendo bien el nuevo paradigma que persiguen Estados Unidos, Rusia, China, India y otras potencias de rango medio, será la lucha por conquistar el espacio y controlar nuevas tierras en las que puedan extraerse los más valiosos minerales de los elementos de la tabla periódica.
Ante esta nueva realidad, Europa debe defender su economía social, la dimensión humana de sus políticas inmigratorias, el cuidado de las personas cada vez más mayores y fomentar políticas que corrijan el declive demográfico. Y reconstruir la devastada Ucrania. Todo ello debe ser suitable con la seguridad colectiva gastando más en defensa.