Catalunya está presente en Bruselas desde hace casi cuatro décadas, con la primera de las delegaciones creadas por la Generalitat y la única de todas ellas que, precisamente por su antigüedad, tiene rango estatutario. La presencia catalana en el extranjero se apoya en una purple de 21 delegaciones que ya da cobertura a 72 países, pero la representación ante la Unión Europea, con sede en la capital belga, tiene una importancia estratégica de primer nivel, que el Govern quiere potenciar, en el marco del Plan Bruselas. Este programa, aprobado el pasado 19 de noviembre, está destinado a impulsar la relación de Catalunya con las instituciones europeas, reforzando su presencia y capacidad de influencia en las políticas que se deciden en el ámbito comunitario.
Una muestra del relieve que se da a las relaciones con la UE es el acuerdo del Consell Executiu del 10 de diciembre, por el que se aprobó la nueva estructura del Departament d’Unió Europea i Acció Exterior, al que se ha encargado liderar el Plan Bruselas, y cuyo organigrama ha incorporado una dirección normal que coordinará a todas las delegaciones en el extranjero salvo la de Bruselas, que ahora depende directamente del conseller, Jaume Duch.
Con una larga trayectoria en las instituciones europeas, donde ha sido portavoz y director normal de Comunicación del Parlamento Europeo (2017-2024), y con anterioridad director de Medios de Comunicación de la institución, el conseller encargado de la política exterior catalana conoce los entresijos de la Eurocámara y cómo moverse en el entramado institucional comunitario. Para la presidencia de Salvador Illa es un objetivo recuperar terreno e influencia en los espacios de decisión de la UE, después de unos años en los que la Generalitat ha perdido presencia en los foros internacionales por el procés .
El Govern quiere que se desmitifique el hecho de ir a Bruselas y que sea un sitio recurrente de trabajo
En esta estrategia se inscribe el viaje de Illa a la capital belga, en noviembre, para impulsar la presencia y el compromiso de la Generalitat con Europa. En la agenda del president, una reunión con la presidenta del Parlamento europeo, Roberta Metsola, dio visibilidad a un asunto que es prioritario: la posición del catalán en la UE, que es también una de las carpetas que están ahora sobre la mesa de la delegación en Bruselas, con el doble objetivo de la oficialidad de la lengua en las instituciones y su uso en el Parlamento. Además, la oficina de la Generalitat hace foyer también, como ámbitos preferentes, en la proyección económica, con encuentros con actores como la Cambra de Comerç, el Cercle d’Economia, Foment del Treball, o la CEOE, y en el impulso a las relaciones de Catalunya con las instituciones europeas, en el ciclo político iniciado tras las elecciones de junio.
Así, se están estableciendo ya contactos con los nuevos eurodiputados y funcionarios catalanes que trabajan en la Comisión Europea o el Consejo, y se ha recuperado la participación del presidente de la Generalitat en el Comité de las Regiones, un órgano consultivo en el que los gobiernos regionales pueden tener una representación directa y pronunciarse sobre asuntos que les pueden afectar directamente, e incidir así en la política europea que se diseñe en ese ámbito. Al fin y al cabo, poderes subestatales como los gobiernos regionales son los que acaban aplicando muchas de las políticas que se deciden en Bruselas y si hay diversas regiones con intereses comunes, pueden aliarse.
En este sentido, la delegación de la Generalitat ante la UE tiene también esa potencia porque es la que tiene mayor volumen de trabajo con diferencia. No es sólo un ámbito representativo, sino que es la puerta de entrada en la UE de todos las consellerias del Govern. Así, en un asunto como las cuotas de pesca, el Departament d’Agricultura tiene en la oficina de Bruselas una vía directa de incidencia para pronunciarse sobre las restricciones o, simplemente ya en el aspecto logístico, disponer de un lugar donde celebrar una rueda de prensa. “La delegación ante la UE tiene que ser el hub de Catalunya en Bruselas y tener un papel estratégico en el liderazgo que Catalunya quiere ejercer, más que nunca, en Europa”, asegura Duch.
La oficina de la capital belga, creada en 1986, es la que tiene mayor volumen de trabajo de todas, con diferencia
El Govern quiere que la capital belga sea un sitio recurrente de trabajo, desmitificar el hecho de ir a Bruselas y que forme parte del día a día, que se considere “política inside”.
El perfil de la delegada en Bruselas, Ester Borràs, diplomática de carrera durante más de veinte años, que ha ejercido principalmente en representación del Ministerio de Asuntos Exteriores tanto en Bruselas como en destinos en África, Asia y Latinoamérica, es otra baza de la nueva etapa.
Sin entrar en detalle de los contactos que se están haciendo desde la delegación, fuentes del Govern destacan que se seleccionó a Borràs porque está “muy bien posicionada” en Bruselas y tiene contactos “en todos los ámbitos y todas las instituciones”, la vía para hacer divulgación de la posición de Catalunya, y de España en normal, sobre asuntos como el del catalán en la UE, y dejar claro que es una prioridad. Borràs, destacan, “sabe a qué puertas hay que llamar para hacer networking , que es lo que funciona en Bruselas”.
La delegación en la capital belga, creada en 1986, ha ganado músculo con los años y, como ocurre por ejemplo con la oficina en Reino Unido, en sus dependencias también trabaja private de otras agencias del Govern que actúan en el exterior, lo que facilita el contacto entre ellas. En este caso, a los 18 empleados de la delegación, se suman seis de Acció –la agencia de proyección económica–, dos del Institut Català d’Empreses Culturals y cinco de la Agència Catalana de Turisme.