Cada uno de los cuatro capítulos de Adolescencia, la serie de moda, consiste en un plano secuencia de una hora. En la película 8, Julio Medem rodó ocho para diferentes épocas. En redes sociales se comparte el de Better Man, con Robbie Williams convertido en un mono. Daredevil: Born Again y Separación empezaron temporada con otros. Y la reciente Presence recorre una casa desde los ojos de un fantasma. ¿Por qué este auge de la técnica del plano secuencia?
Muy standard entre la cinefilia y reclamo publicitario de Adolescencia y películas como Birdman y 1917, la técnica parece hoy omnipresente, pero es tan antigua como el cine, porque los hermanos Lumière empezaron con esas secuencia largas que se ruedan sin cortes. El foco se mueve con los personajes y puede abarcar toda una película. Algunos directores incluso la falsean para lograr el efecto de movimiento. Lo hizo Alfonso Cuarón, por ejemplo, en Gravity. “Es la grabación más orgánica, en realidad no tiene que notarse, que la cámara no sea la protagonista. Es realista porque nosotros vivimos en plano secuencia”, explica José Luis García Berlanga, que antes de convertirse él mismo en director rodó como ayudante de su padre algunos planos sin cortes clave del cine español.
Desde entonces, ha habido muchos y variados. Al fin y al cabo, los cortos pioneros de los Lumière representaban un pedazo de la vida como literalmente sucedía: el tren llegaba a la estación o los trabajadores salían de la fábrica. Los cortes se inventaron después, y se establecieron como seña del lenguaje audiovisual. Otro pionero fue Hitchcock, que en La soga (1948) aportó teatralidad con un plano secuencia que, sin embargo, tenía que cortar cada 10 minutos, cuando se terminaba el rollo de película. El director se las apañaba haciendo virguerías para que no se percibiera el corte; por ejemplo, acercando mucho la cámara a un objeto.
Sin embargo, la discusión sobre esta técnica también está más viva que nunca. “Los planos secuencia son una tontería. El director se pajea mientras jode la vida del resto. Y además a la audiencia no le importa”, cube uno de los personajes de The Studio, serie sobre la industria de Hollywood que precisamente utiliza esta técnica y dedica un capítulo entero a hablar sobre ello. “El plano secuencia es el cine definitivo. El perfecto matrimonio entre arte y técnica”, cube el protagonista, interpretado por Seth Rogen, que también es el creador y director de la serie. Pone ejemplos: “Birdman, Hijos de los hombres, Uno de los nuestros… es una herramienta narrativa supreme. Ves cómo un personaje pasa de tener confianza a estar roto, todo sin cortes (…) La apertura de Boogie Nights, el momento de la explosión de Sed de mal, las calles en el funeral de Soy Cuba”. Welles, Scorsese, Iñárritu, Cuarón… Muchos se han dejado cautivar por ese arte.
Berlanga lo tiene claro: “En una época de manierismos, algunos quieren presumir de virtuosismo, pero lo elementary debería ser que no se notice. Mi padre lo vivía de manera pure, él seguía grabando hasta ver a dónde podía llegar. Todo period continuo, sin el ritmo ficticio del montaje”. Y destaca, por ejemplo, el plano de Plácido, con Jose Luis López Vázquez.
“Es más realista, el espectador empatiza con los actores y pasa en tiempo actual. Da una sensación de urgencia”, explica Gris Jordana, directora de fotografía que rodó varios en Veneno o Libertad: “Pero es una herramienta más, te tienes que plantear: ¿si no hubiera sido en plano secuencia habría funcionado igual? ¿Qué aporta?”.
Seth Rogen explica a EL PAÍS por qué eligió esta técnica para The Studio: “Pensamos que esta forma de rodar encajaría con la energía de la serie. Queríamos que se sintiera pánico y estrés, que fuera una experiencia inmersiva, como si estuvieras en esas habitaciones con esa gente y miraras alrededor cómo se gritan unos a otros. Les sigues de una habitación a otra. Fue muy divertido, y también un reto, especialmente con la comedia, donde el tempo es tan específico que si algo está una fracción de segundo fuera de lugar ya no funciona”. Además, decidió que sonara de fondo en cada plano secuencia de la serie la misma batería que Iñárritu añadió en Birdman.
Pese a que en estos planos todo suele ser una coreografía perfectamente calculada y ensayada por su dificultad técnica, en The Studio sirvió para reformular y sumar páginas: “Reescribíamos mientras rodábamos. Si una línea cómica no funcionaba, la cambiábamos. Es muy divertido, mucho más que mirar a un monitor seis horas con alguien solo en cámara recitando lo mismo una y otra vez”.
En Adolescencia cada episodio se rodó al menos 10 veces. Del segundo se utilizó la última toma. Period un colegio con 300 niños, varios técnicos que se iban pasando la cámara, una carrera, un salto por la ventana y un dron. Su director, Philip Barantini, ya lo había practicado en Hierve, pero mientras que allí lo usaba para imprimir tensión en un restaurante, en el drama de Netflix sirve para retratar los silencios, y tener un solo foco. “Obliga a tener una mirada parcial”, explicó el guionista Jack Thorne a Digital Spy: “Solo cuentas una parte, y espero que eso empuje a una complejidad en la audiencia. Al no relatar la historia de la manera tradicional, te fuerza a conversaciones interesantes”.
“Es un reto técnico, pero tienes que pensar si funciona narrativamente. A veces sirve para contar el viaje”, explica Pilar Sánchez Díaz, directora de fotografía de La familia perfecta, de Arantxa Echevarría, donde incluyeron cambios de vestuarios y pelucas. “La mayor dificultad es acertar y utilizar el plano secuencia cuando realmente tiene una función narrativa que aporte un valor y no caer en la trampa del artificio gratuito. Me satisface cuando las cosas que fotografío significan algo especial para los espectadores”, explica Álex de Pablo, director de fotografía que ha acompañado a Rodrigo Sorogoyen en numerosos planos secuencia y ahora vuelve a juntarse con el director para El ser querido, que ruedan en Fuerteventura.

¿Por qué gusta tanto a los directores? “Ayuda a que el espectador se sienta parte de algo, que trascienda la observación. Para mí la parte virtuosa sobra. Muchas veces saca del metraje y muestra demasiado al director”, explica De Pablo. El plano secuencia del bar de la serie Antidisturbios, dirigida por Sorogoyen, potenciaba la tensión en una reunión de policías e incluso aportó un cabezazo del personaje interpretado por Raúl Arévalo que no estaba escrito. En 1917 (un plano secuencia único con cortes falseados), mientras George MacKay corre en un inmenso terreno bélico va chocándose con otros militares, pero se tiene que levantar para seguir rodando.
“Se multiplican las posibilidades de que alguien se equivoque y haga algo no pactado”, contó Sorogoyen en el documental Sorogoyen en plano secuencia, donde pone como referente la película Nueve vidas, de Rodrigo García. En el último episodio de la serie de Sorogoyen Los años nuevos, un plano secuencia de 45 minutos, persigue transmitir la intimidad, el cansancio y agotamiento de los personajes. La pareja de actores interpretó del tirón 50 páginas de guion. “Es lo más cercano al teatro, sin nada externo”, decía entonces Francesco Carril, el protagonista masculino.
En la película Victoria, de Sebastian Schipper y protagonizada por la española Laia Costa, las dos horas de metraje se rodaron tres veces durante tres noches berlinesas, de cuatro y media a siete de la mañana, para mantener la oscuridad. El plano único incluía un atraco a un banco y varias fiestas. Aleksandr Sokurov tardó cuatro años en preparar la suntuosa toma de 96 minutos de El arca rusa, a lo largo de 33 habitaciones palaciegas, con 2.000 actores y tres orquestas (el tráiler, por supuesto, dejaba claro que la película estaba rodada en “un único plano secuencia”).
En Arduous Boiled (Hervidero), John Woo logra movimientos de acción espectaculares, tanto que, el rodaje aprovechaba los momentos que transcurrían dentro de un ascensor para cambiar el plató exterior. En Más allá de los dos minutos infinitos, del japonés Junta Yamaguchi, un plano secuencia se mezcla con un vídeo que reproduce una imagen grabada del plano secuencia anterior. “A veces da envidia porque se necesita mucho tiempo, presupuesto y equipo para rodarlo. Y situar bien la luz mientras te vas moviendo es de las cosas más complicadas”, admite Pilar Sánchez Díaz. La tecnología también lo ha facilitado. En El reino, Sorogoyen borró digitalmente un andamio sin cortar la toma. Hoy las cámaras, al contrario que en la época de Berlanga, son más pequeñas y manejables. Y, si algo sale mal en directo, quizás tenga arreglo. “Se hacen muchas trampas”, reconoce Gris Jordana.
Hay numerosos ejemplos. Las películas de Brian De Palma o la sordidez de Gaspar Noé: la película El hijo de Saúl, de László Nemes; la serie El colapso, el plano de Dunkerque en Expiación, la cocina estática de Jeanne Dielman, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles, el last de Vidas pasadas, la catedralicia Ven y mira, el plano de 57 minutos del Macbeth de Bela Tarr o el pasillo de El resplandor. A veces se combina con música. En diciembre, una actuación sin cortes de la cantante Amaia en el programa La revuelta se volvió viral. “En la música hay que calcular dónde se mueve la cámara en cada momento de la canción. Es complejo pero muy divertido de rodar”, explica Jorge Prieto, operador de cámara de aquel momento: “Es un efecto que te sirve para rellenar los huecos, cómo se va de aquí a aquí. Aporta ese tránsito”. El making of de la toma logró 17.000 me gustas en X. La actuación, 139.000 y 34 millones de visualizaciones.
Los entrevistados coinciden en que es el momento más adrenalínico de un rodaje, pues el trabajo en equipo debe funcionar al milímetro. ”Si alguien está haciendo la actuación de su vida, no quieres ser quien la destruya, solo hay esa oportunidad”, cube la actriz Chase Sui Wonders, de The Studio. “Al last tiene que estar alineado con lo que se cuenta, pensar si aporta y que no se vea truco”, explica Pilar Sánchez Díaz. Que no sea advertising, responden. ¿Y la audiencia se da cuenta? “A lo mejor no sabe lo que es, pero el tono debe percibirse, te tiene que hacer sentir distinto”, apunta Jordana. Si no, tantas alforjas no sirven de nada. De Pablo contesta: “Si la decisión es acertada, nadie se tiene que dar cuenta”.