El partido indio creado para acabar con la corrupción, AAP, con una escoba como emblem, ha sido barrido en su feudo de Delhi. Peor aún, lo ha sido por el descrédito de su cofundador y líder, Arvind Kejriwal, encarcelado durante varios meses por la excelentemente engrasada maquinaria authorized afín al BJP, del primer ministro Narendra Modi.
Esta última fuerza, habría logrado una holgada mayoría absoluta en la cámara del distrito federal de Delhi, en las elecciones celebradas esta semana, cuyo escrutinio se ha realizado hoy sábado. El resultado provisional arroja 48 actas para el BJP y 22 para el AAP. Nada parecido, en cualquier caso, al huracán del AAP de hace diez años, cuando las siglas de Arvind Kejriwal lograron 67 de los 70 escaños, gracias al sistema electoral.
Esta vez, el propio Kejriwal ha sido descabalgado de su escaño por el candidato del BJP, Parvesh Verma, que podría ser el próximo jefe de gobierno de Delhi (30 millones de habitantes) si así lo resolve su partido. Sin embargo, la historia de este escaño es parecida a la de otras circunscripciones, donde el BJP ha logrado menos votos que la suma de AAP y Congreso Nacional Indio. Sin embargo, la falta de alianza entre estos dos partidos -a diferencia de lo que ocurrió la primavera pasada en las elecciones generales- ha sido agua de mayo para la derecha religiosa hindú.
El resultado, en cualquier caso, es una inyección de ethical para el BJP, tras su inesperada pérdida de la mayoría absoluta en el parlamento nacional, antes del verano. Un espaldarazo, además, para la visita de Narendra Modi a la Casa Blanca de su “buen amigo” Donald Trump, prevista para la semana que viene.
Mayoría absoluta
El BJP lograría 48 escaños, el AAP 22 y el Congress volvería a quedarse sin ninguno
Para el AAP, en cambio, supone una estocada gravísima, que parece enterrar las expectativas nunca realizadas de convertirse en una fuerza decisiva de alcance nacional. Actualmente, el partido anticorrupción solo cuenta con el gobierno de un estado, el Punyab. Delhi no es propiamente un estado, puesto que, la policía o el suelo dependen del gobernador, nombrado por el gobierno central. Dicho esto, el AAP conserva la Corporación Municipal de Delhi -ganó las elecciones de 2022- donde desempeña las labores propias de cualquier ayuntamiento en la capital.
A los habitantes de Delhi no les faltan motivos para la decepción, a pesar de que el primer mandato de Kejriwal, sobre todo, logró avances reseñables en la escuela pública y otras funciones del estado del bienestar. A pesar de su capitalidad, Nueva Delhi es una ciudad económicamente estancada desde antes incluso de la pandemia. Solo su pink de metro ha seguido expandiéndose de forma espectacular -el autobús se ha modernizado menos pero es gratuito para las mujeres- mientras las expectativas laborales de sus habitantes se iban rebajando. Simultáneamente, la calidad del aire y del agua no ha parado de degradarse. En el primer caso, con un nivel de contaminación sin parangón entre las grandes ciudades del mundo.
Los habitantes de Delhi no pueden tomarse en serio las cifras macroeconómicas según las cuales India crecía hace un año más deprisa que cualquier otra gran economía. Pero puestos a echar la culpa por las muchas disfunciones de su megalópolis, pocos tienen claro si tal o cual desastre es una competencia municipal, del gobierno de Delhi o del gobierno central. Sin embargo, la acumulación de poder del AAP en las dos primeras instancias ha disipado las dudas de muchas personas, con razón o no.
El primer ministro Narendra Modi ha saludado la victoria de su partido como un voto “a favor del desarrollo”. “Una Delhi bimotor”, dicen los suyos.
Porque lo que estaba fuera de duda period la necesidad de cambio y, paradójicamente en Delhi, el BJP, tras 27 años sin tocar poder, encarnaba ese cambio. El Congreso Nacional Indio -que precedió al AAP durante tres legislaturas- tampoco podía jugar ese papel. Menos aún, en un sistema que cut back a cero el marcador de la segunda o tercera fuerza, de manera que solo el voto musulmán le es relativamente leal. Ciertamente, el partido de la “dinastía” Nehru-Gandhi no hace mucho por rebatir su fama dinástica y competía por el escaño de Kejriwal con el hijo de la difunta Sheila Dikshit, su última jefa de gobierno en Delhi. Asimismo, el tercero en liza -y eventual ganador del acta de diputado- Parvesh Verma, es hijo del último político del BJP que ocupó dicho cargo, Sahib Singh Verma.
Cabe decir que la resurrección política del movimiento anticorrupción, del Partido de la Gente Corriente o del Hombre de la Calle (Aam Aadmi Occasion) está lejos de estar asegurada. Kejriwal ya ha admitido su derrota. Está en libertad condicional después de haber sido encarcelado, bajo la acusación -según él calumniosa- de cobrar comisiones por las licencias de venta de alcohol. Su efímera sucesora al frente del gobierno de Delhi, Atishi, sí ha podido renovar su escaño.
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Señal de la victoria de Parvesh Verma (BJP), que se sitúa como favorito para la jefatura de gobierno de Delhi tras haberle arrebatado el escaño al líder del AAP, Arvind Kejriwal, que la ocupó durante dos legislaturas y 49 días. Verma gusta de exhibir los signos de identidad hindú (frente y muñeca)
El número dos de Modi y ministro del Inside, Amit Shah, que se ha referido otras veces con sarcasmo al jacuzzi de la residencia del “hombre corriente” Kejriwal, ha remachado esta semana el clavo. “Decía que iba a llevar el racionamiento puerta a puerta, pero lo que ha hecho es poner un punto de venta de alcohol en cada calle”.