Un limpiabotas en plena faena, las cabezas de dos monjas que asoman en una esquina de la imagen pasando por delante de un muro de ladrillo o los tres hombres a los que el toldo raído de un puesto cubre las cabezas… El inédito primer trabajo fotográfico de Ramón Masats (Caldes de Montbui, Barcelona, 1932-Madrid, 2024), realizado en las Ramblas de Barcelona en 1956, cuando aún period un aficionado, es una de las joyas rescatadas de su archivo para la exposición Ramón Masats, El fotógrafo silencioso, que la Fundación Foto Colectania le dedica en la capital catalana hasta el 25 de mayo. La muestra sobre este clásico de la fotografía documental española, con 138 imágenes, de las que más de una veintena son inéditas, empezó a ser preparada hace año y medio, con Masats aún vivo, por el comisario Pepe Font de Mora, director de Foto Colectania, y Sonia Masats, la hija del autor.
El viernes, 17 de enero, ambos conversaban mientras observaban las imágenes del premio Nacional de Fotografía en 2004: “Hace tiempo que queríamos hacer una exposición con él, sobran los motivos”, cube Font de Mora de uno de los más grandes del arte de la imagen en España. Masats fue capital en su renovación a mediados del siglo pasado, con su mirada irónica, centrada en retratar los tópicos españoles, pero “retorciéndolos”, añade el comisario.
Las 15 fotos classic de las Ramblas, en las que hay un gusto por la abstracción, las había agrupado el propio Masats con una grapa. “Las hemos restaurado, aunque hemos mantenido el agujero que había hecho la grapa en el papel”, apunta Font de Mora. “Lo importante es que se trata de un conjunto de imágenes que él seleccionó y ordenó”, añade Sonia, que destaca: “Durante el proceso de selección con su archivo tuvimos mucha complicidad. Él veía las fotos y decía sí, a veces, un sí que le salía del alma, y otras decía no”.
Otra curiosidad en una de las vitrinas es “la hoja de contactos de Charlton Heston”, explica ella, en la que se ve al actor quitándose la armadura de caballero durante el rodaje de El Cid en España para darse un chapuzón en una playa. En los contactos, Masats escribió “los números del orden que debían seguir las fotos, como en una secuencia cinematográfica; pero ese orden no correspondía con el que había hecho las fotos”. Señal de que ya pensaba en lo que period entonces un nuevo medio, la televisión, y en el cine.
La exposición, la primera importante en España desde el fallecimiento de Masats hace 11 meses —Paris Photograph le dedicó una muy exitosa en noviembre— recorre su trayectoria inicial, desde 1953 a 1965 (”es su mejor época”, subraya Font). El año 1965 supuso un parteaguas en su trayectoria porque desde entonces hasta 1981 fue director de películas y documentales. La muestra de Foto Colectania, con unos estupendos textos en las cartelas de Jaume Fuster, autor de una monumental tesis doctoral sobre Masats —algo inhabitual en esta disciplina artística—, es también un acto de justicia, por fin, de su ciudad, que no había sido precisamente generosa a la hora de enseñar su trabajo. Otro gran valor son las copias que ha positivado Juan Manuel Castro Prieto.
Ahora pueden contemplarse, junto a sus imágenes icónicas, otras casi no vistas, como el autorretrato que se hizo en el espejo de un bar de Sevilla, e inéditas, como un estupendo retrato al bailarín Antonio Gades durante el rodaje de una película. “Todas sus fotografías son contundentes, no tenían muchas lecturas”, añade Font de Mora, para quien “es increíble lo que hizo en esa primera década de trabajo, en la que se ve su gran capacidad narrativa y con un punto brillante”.
Con ello se refiere, entre otros proyectos, a Sanfermines (1963), uno de los grandes libros de la historia de la fotografía española, encargo de la editorial Espasa Calpe y del que se muestran imágenes de época, copias hechas por el propio fotógrafo. Para retratar el espíritu del jolgorio pamplonés, Sonia Masats cuenta que su padre se unió a una cuadrilla de mozos durante esa semana de toros y juergas, pero sin probar ni una gota de alcohol. “El último día se cogió una toña impresionante y se sentó en una esquina. Veía pasar gente y decía: ¡Joder qué foto… qué foto!, pero no podía ni coger la cámara”.
Otro gran trabajo es Impartial nook, de 1962, puro cine negro sobre boxeadores en gimnasios un tanto sórdidos en Madrid, para la colección Palabra e Imagen, de la editorial Lumen, un encargo de los editores Esther y Óscar Tusquets. Se exhiben 17 imágenes, algunas son copias del autor, con sus poderosos negros y en las que en esta ocasión no muestra su ordinary ironía. Vemos a modestos púgiles que aspiraban a ganarse la vida a golpes, estampas que inspiraron los textos del libro, escritos por Ignacio Aldecoa. El trío fantástico de publicaciones lo completa la edición que incorporó sus imágenes a Viejas historias de Castilla La Vieja, que Miguel Delibes había publicado en 1960. Fue un fotolibro, también para Lumen, del que destaca la dureza con que el fotógrafo retrató la vida en la Tierra de Campos.
El título de la exposición está tomado de una frase del fotógrafo y comisario Chema Conesa. De Masats decía que period “silencioso porque se empeñaba en que el ruido no perturbara sus imágenes” y, como corrobora Font de Mora, “las fotos que hacía Ramón eran, en muchas ocasiones, en ambientes ruidosos, con gente, pero él tenía la capacidad para desconectarse de eso”. A esa cualidad se unía el célebre ojo de Masats, ese talento para tomar instantes mágicos —parafraseando la máxima de Cartier-Bresson— de escenas de la vida, como esa mujer que vestida por completo de negro pasea por Ethical de Calatrava (Ciudad Actual) como si fuera un ser fantasmal.
Una de las secciones, titulada Franquismo, muestra, entre otras, la imagen del dictador en un picado en el que las hojas que sujeta con una mano ocultan su rostro, rodeado por dos micrófonos, una estampa del Chaplin de El gran dictador, tomada en Burgos, en 1961. Es un ejemplo de su mirada burlona que, sin embargo, nunca aplicaba a la gente humilde, con ellos su visión period la de un humanista. “Masats y otros fotógrafos de su época eran conscientes de que determinadas fotos que hicieran serían censuradas. La autocensura estaba ahí, así que esta y otras imágenes se las guardaba. Él no pretendió hacer crítica política, aunque sí había crítica en sus fotos”. Como la imagen de la cuerda que sostiene los cinturones y corbatas de los detenidos en la siniestra Dirección Common de Seguridad (DGS) franquista, conocido centro de torturas situado en la Casa de Correos, en la Puerta del Sol (Madrid).
Entre los trabajos redescubiertos por Sonia Masats está la serie que su padre tomó en la localidad gaditana de Arcos de la Frontera. “Fue un encargo de un antropólogo francés. Mi padre fue allí varias veces durante tres años, pero este hombre desapareció, no le pagó y entonces guardó las imágenes. Hay bastante más materials inédito de este trabajo, que da para una exposición”.
Al ultimate del recorrido hay varios retratos, como el de un sonriente Luis Buñuel durante el rodaje de Viridiana, en Madrid. Masats contaba que al cineasta no le hacía mucha gracia tenerle por allí revoloteando con la cámara, pero como “el fotógrafo silencioso” hizo su trabajo con tanta discreción, Buñuel le dijo: “Ha estado usted muy bien porque no ha molestado”.
La obra de Foto Colectania
Pepe Font de Mora explica que Foto Colectania es una fundación, creada en 2022, cuya colección de imágenes abarca “desde los años cincuenta del pasado siglo hasta la actualidad, de fotógrafos de España y Portugal”. Su sede desde 2017 está en el barrio del Born, en Barcelona. Además de cuidar de su archivo, en el que hay “unas 3.000 fotografías de 70 autores muy bien representados —en el caso de Masats han sacado para esta ocasión unas 50 imágenes de la colección— más otros con menos obras”, dispone de biblioteca, edita publicaciones y organiza exposiciones que itineran por otros centros.