Esta semana los mercados parecían subidos a una montaña rusa: los dólares financieros se escaparon y volvieron a bajar, el riesgo país pareció enloquecer, las acciones siguieron derrumbándose, y el Banco Central tuvo que entregar casi mil millones de dólares para calmar la demanda. La Argentina no se parecía en nada a un país conducido desde hace 14 meses por el gobierno más promercado de su historia.
Aunque estaba descontado que el gobierno iba a conseguir ratificar en el Congreso su decreto para cerrar un acuerdo con el FMI, los mercados se resisten a serenarse: ¿dudan de la política económica del presidente Javier Milei? ¿El libertario tiene un problema de credibilidad y comunicación en los mercados?
Milei y su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, tienen problemas de comunicación que están haciendo “ruido” en los mercados. Les pasa lo mismo que les pasó a casi todos sus antecesores: cuando dicen que no van a devaluar, como cuando dicen que seguirá el esquema de “crawling peg” o microdevaluaciones para bajar la inflación, a la vez que lanzan versiones -que no se atreven a refrendar “on the document”- de que vendrán más dólares del FMI, generan más dudas.
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Esas dudas tienen que ver con la historia misma de la candidatura de Milei, que siempre fue un duro crítico del FMI y de los gobiernos que acudieron en su auxilio: en los mercados todos recuerdan a un candidato Milei que lanzaba los peores improperios contra el Fondo y que ahora parece depender de que haya algún acuerdo con ese organismo que lo auxilie para conseguir más dólares.
El problema es que, en materia de comunicación de la política económica, es evidente que “Toto” no se está asesorando con su sobrino, el todopoderoso Santiago Caputo. El “mago del Kremlin” le diría que una cosa es convencer a “Doña Rosa” -que es la especialidad del Caputo joven- y otra muy distinta es generar confianza en los mercados financieros internacionales de que la economía argentina está bien encaminada.

El asesor Santiago Caputo tendría que haber asesorado al ministro de Economía. REUTERS/Matias Baglietto
Un ejemplo son las señales ambiguas y confusas que emitió Milei desde que ganó las elecciones, hace casi un año y medio, sobre cuál es su plan para levantar el cepo. Mientras persista el “cepo cambiario” es difícil imaginar una lluvia de inversiones: ningún inversor quiere traer sus dólares para que se los paguen menos de lo que vale, ni quiere invertir sin saber si alguna vez va a poder llevarse ganancias de la Argentina.
El RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) es una forma inteligente del gobierno de permitir “puentear” -indirectamente- el cepo a grandes inversiones del sector minero y energético. Ya se anotaron una docena de proyectos por 11.000 millones de dólares. Pero, excepto una inversión de YPF, por ahora no se concretó mucho.
La Argentina necesita muchas inversiones para lograr crecimiento sostenido, y cientos y miles de inversiones pequeñas y medianas mueven mucho más la economía: generan muchas más fuentes de trabajo que las megainversiones, por más que los grandes proyectos sean fundamentales para el desarrollo del país y que generen los empleos mejor remunerados.
¿Qué están esperando esas inversiones que no llegan?: que se levanten las restricciones cambiarias. ¿Cuándo se levantará ese maldito cepo? El propio Milei fue muy ambiguo y misterioso cuando dijo que “el 1 de enero de 2026 ya no va a estar más el cepo”.

Aprobación de gobierno. (Fuente: Universidad de San Andrés)
En los mercados lo interpretaron con que quitar esas restricciones implicará una devaluación, y -sería comprensible- Milei podría querer esperar a que pasen las elecciones legislativas del 26 de octubre. Mientras tanto, el “maldito cepo” seguirá siendo el aliado con el que cuenta el gobierno para frenar el dólar y bajar las expectativas inflacionarias.
Quedó más que claro que la apuesta a todo o nada a la baja de la inflación para el libertario equivale a su “plataforma electoral” para las legislativas de octubre.
Pero en los mercados dan por descontado que no va a haber fondos frescos del FMI para “quemar” en el mercado de los dólares financieros para mantener achatada la brecha entre el dólar oficial y el “blue”. Antes imaginan que Milei deberá abandonar este esquema cambiario restrictivo, lo que implica devaluar.
Para aportar un poco más a la confusión, ahora “Toto” Caputo anuncia que a mediados de abril estará listo el acuerdo con el FMI. ¿Estarán los dólares a mediados de abril o será solo un preacuerdo? ¿Se animará a sacar el cepo Milei antes de las elecciones a riesgo de que una devaluación implique un salto inflacionario antes del check match clave de octubre?
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Por más que el miércoles el Congreso le haya aprobado el DNU para negociar ese impreciso acuerdo con el organismo, en los mercados saben que sólo vendrán dólares frescos, si el gobierno desiste del cepo y pasa un sistema cambiario parecido al resto del mundo: flotante y que podría encarrilarse entre “bandas” que le permitan reaprovisionar el Banco Central, que sigue con reservas reales negativas. ¿Será después de las elecciones, o el gobierno deberá acudir al FMI y devaluar antes?
Muchas dudas y ambigüedades y la respuesta de los mercados es “wait and see”, o desensillar hasta que aclare.
¿Se podría haber evitado Milei todos estos dolores de cabeza -que se vuelven dolores de cabeza de todos los argentinos-, si hubiese sido más coherente en su comunicación?

Evolución de la percepción del país. (Fuente: Universidad de San Andrés)
El pecado authentic es que el libertario en la campaña había prometido la famosa “dolarización” y había asegurado mostrando a cámara su celular que ya tenía la confirmación de fondos que iban a aportar los dólares para dolarizar. El peso -según la nomenclatura en su campaña electoral- period “excremento”.
Es cierto que “el mundo” no está ayudando mucho a la política económica de Milei. El Presidente jamás hubiese imaginado que le terminaría dando la razón a Santa Teresa de Jesús y la frase que se le atribuye de que “hay que cuidarse de las plegarias atendidas”: Donald Trump ganó, asumió y provocó un descalabro complete en los mercados.
El alineamiento de la política exterior de Milei con Trump no solo generó la inconsistencia de que la Argentina ahora terminó -al contrario del propio Milei el año pasado- absteniéndose de condenar a Rusia en las Naciones Unidas por su invasión a Ucrania. O de la mala concept de abandonar el Mercosur para ir a un acuerdo de libre comercio con un Estados Unidos que ahora solo tiene aranceles y castigos para sus socios comerciales: como Trump está enfrentado con Europa por sus coqueteos con la Rusia de Putin, a Milei le va a costar más que los europeos presionen al FMI para que le suelten más dólares para la Argentina.

Javier Milei festejó la votación del Congreso que aprobó el DNU del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). (Foto: Instagram/@javiermilei).
Sin Estados Unidos no hay acuerdo con el Fondo. Pero con Trump solo no alcanza: se necesita el visto bueno de Europa. Los europeos ponen buena parte de los fondos del FMI, y ahora están concentrados en juntar los euros para reemplazar a Washington no sólo en la guerra de Ucrania, sino en defenderse ellos mismos de la amenaza rusa.
Mientras tanto, los mercados tienen como guía las encuestas para saber si apuestan a que el mandato de Milei se fortalezca o debilite en las elecciones de octubre. La última edición de la prestigiosa encuesta bimestral de la Universidad de San Andrés, publicada este fin de semana, muestra una fuerte caída en la aprobación de la gestión del presidente Milei, que -con 42 por ciento- está en el nivel más bajo desde que asumió.
También las expectativas a futuro que genera Milei sufrieron en marzo una caída a 39 por ciento del optimismo a su nivel más bajo desde que ganó la segunda vuelta, en noviembre de 2023, según la encuesta liderada por el profesor Diego Reynoso: las curvas de las encuestas que miran los operadores en los mercados también se terminaron pareciendo a una montaña rusa.