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El extracto de la cáscara de maní podría ser la llave para diseñar nuevos tratamientos y medicamentos para combatir el dengue, una enfermedad que avanza a pasos agigantados en la región y que, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud, atraviesa su peor etapa de contagios desde 1980, con 12,6 millones de casos documentados en 2024, casi tres veces más que en 2023. La investigación, a cargo de un grupo de investigadoras argentinas, se basa en las propiedades antimicrobianas y antioxidantes del fruto, con el objetivo de desarrollar un tratamiento antiviral, pero también un “alimento funcional” para fortalecer el sistema inmune.
La investigación comenzó hace una década en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud y el Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud, ubicados en la provincia de Córdoba. En esa región del centro de la Argentina se concentra más del 80% de la producción de maní del país, la mayoría para exportar sin cáscara, por lo que se trata de un desecho de la industria que, además, al acopiarse en grandes cantidades puede producir incendios. A finales del año pasado, las científicas publicaron los resultados de las pruebas de seguridad en la revista científica Crops, y ahora apuestan a escalar el desarrollo para hacer pruebas de efectividad en humanos, con la esperanza de que, en unos pocos años, puedan tener un fitofármaco disponible para ser aplicado como tratamiento para una enfermedad que, hasta ahora, no cuenta con medicamentos antivirales efectivos y accesibles.
Un medicamento efectivo, sustentable y accesible
“Es elementary encontrar soluciones contra la enfermedad. Más allá de los repelentes y las vacunas u otras herramientas, se necesitan medicamentos y técnicas preventivas para fortalecer el organismo y evitar enfermarnos”, afirma Carola Sabini, doctora en microbiología y en Ciencias Biológicas e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones en Ciencia y Técnica (Conicet), quien es una de las científicas a cargo del desarrollo. “El dengue está en un momento de alta relevancia. Y esto permite además dar una solución para un desecho de la industria manicera, que se va a revalorizar. El propósito es usarlo así, tal cual, como un producto pure”, explicó la científica cordobesa de 45 años.
Sabini comenzó a trabajar en el proyecto hace una década junto a una de sus becarias, que puso el foco en uno solo de los serotipos del dengue. Cuando su alumna se graduó, ella continuó con la línea de investigación, profundizándola y ampliándola a otras variantes de la enfermedad, en una alianza con otros investigadores que ya estudiaban el comportamiento de las leguminosas, pero aplicadas al campo agronómico. El objetivo de la microbióloga period hallar un tratamiento antiviral y puso el foco en el maní debido a sus conocidas características antimicrobianas y antioxidantes. Sin embargo, desconocían que el extracto de la cáscara podría ser un elemento elementary para combatir uno de los principales problemas de salud que atraviesa el país.
El equipo de científicos ha logrado comprobar la seguridad del fitofármaco en modelos in vitro, células y modelos animales y han obtenido buenos resultados en plazos prolongados, lo que permitió definir concentraciones no tóxicas, así como también la efectividad frente al virus del dengue en uno de los serotipos de mayor circulación (DENV-2). En las pruebas de laboratorio, observaron una eficacia del 100% para inactivar el virus en una de las variantes. “En complete, hay cuatro y la concept es que funcione frente a los otros”, señaló la investigadora. Este año apuesta a comenzar las pruebas en humanos. Pero no es una fase sencilla, ya que se requiere un bioterio con alta contención donde poder aislar a los mosquitos infectados con un virus de alta propagación. Solo así, podrán estudiar si el antiviral lo inactiva el virus. De todos modos, Sabini tiene la esperanza en que en unos pocos años se pueda contar con un fitofármaco para ser aplicado como tratamiento para personas infectadas mediante comprimidos que se aplicarán por vía oral. El objetivo es reducir la carga viral para mitigar los efectos adversos de la enfermedad.
Un alimento funcional
En paralelo, Sabini y su equipo comenzaron a trabajar en otra línea de investigación para el desarrollo de una “bebida funcional” y un suplemento dietario de carácter preventivo, también a partir del tegumento, que se obtiene tras el proceso de blanqueado, luego de eliminar la piel que recubre al maní. En ambos casos, el objetivo es robustecer la inmunidad. “Un alimento funcional tiene propiedades nutricionales y otorga un beneficio further para la salud, permite proteger nuestras células, porque tiene prioridades antioxidantes”, explicó la microbióloga.
Para Sabini, es importante que el producto esté hecho a base de maní, un fruto presente en la cocina de miles de argentinos. “Sabemos que tiene beneficios nutricionales, pero otros no eran tan conocidos. Comerlo de por sí es bueno, pero el propósito de nuestra investigación es elaborar un medicamento con dosis adecuadas y ajustadas”, detalló.
El Ministerio de Salud argentino ha reportado 408 muertes por dengue en 2024 y, de acuerdo con los datos oficiales, se registraron más de 580.000 contagios, aunque la cifra podría ser aún mayor si se tiene en cuenta a aquellos catalogados como “sospechosos” pero que no se ratificaron mediante pruebas médicas. Aunque un año y medio atrás comenzó a llegar al país la vacuna Qdenga, de origen japonés, la aplicación por ahora no es masiva.
Los datos publicados en diciembre pasado por la Organización Panamericana de la Salud tampoco arrojan optimismo: Argentina, Brasil, Colombia y México concentran el 90% de los 12,6 millones de casos confirmados, de los cuales 21.000 fueron graves, mientras que las muertes superaban las 7.700.
La tropicalización del clima producto del cambio climático es uno de los factores decisivos en la propagación del virus del dengue y ha producido un fenómeno que preocupa a los especialistas: debido a las olas de calor cada vez más prolongadas y extendidas geográficamente, la enfermedad – históricamente asociada al noreste y el litoral del país– comenzó a expandirse hacia el centro y la Patagonia.
“El cambio climático incide directamente en el desarrollo del vector y permite que llegue a nuevas zonas, por lo que puede infectar a más personas”, reflexiona Sabini, quien advirtió además que “la enfermedad se va a ir agravando cada vez más”. Según la microbióloga, los brotes serán más continuos y, por la circulación de varios serotipos de la enfermedad, hay riesgo de que la enfermedad derive en cuadros graves, “incluso la mortalidad”.
![Captura de mosquito del dengue.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TRDT72LZTRDKDBYYXHTQS5UZNM.jpg?auth=70390a649db1446627ec420ad65724ccd1bb8904c35ca0c096a67a47c248886f&width=414)
Por eso, la investigadora cree que es elementary que haya soluciones en distintos campos de la investigación, como el desarrollo de vacunas, repelentes o take a look at de detección rápida. “Nosotros aportaremos una herramienta más para el tratamiento”, cube. Pero advierte: “Se necesita tiempo. No es tan rápido hallar soluciones ni resultados. Y eso depende de los recursos humanos y económicos que se tengan. A nosotros nos han recortado el presupuesto, pero trabajábamos al máximo”, asegura en referencia a los recortes a la ciencia en Argentina. “Veo la situación muy complicada, nos sentimos desvalorizados. De la ciencia básica surgen concepts que luego permiten dar soluciones a grandes problemas”, asegura. Pero no se rinde: “La concept es llegar lo más pronto posible al medicamento”.