La dana del 29 de octubre aún se siente en el tejido económico de la Comunidad Valenciana. Las empresas intentan recuperar la normalidad, no sin dificultades, y piden a las administraciones que tomen medidas para, en primer lugar, ayudar a quienes aún lo necesitan y, en segundo término, prevenir futuras tragedias. Pensando en ello, en la prevención, una constructora con sede social en el municipio valenciano de Oliva está impulsando la construcción de carreteras antidana. “Con la tragedia, pensamos que había que ofrecer a las administraciones impulsar vías más resilientes”, explica uno de sus socios fundadores de la compañía, Juan Cámara, presidente de la misma.
Torrescámara es una constructora ya veterana en el panorama nacional. Con 250 trabajadores y una facturación en el 2024 de 74 millones (para el 2025 ha presupuestado superar los 115 millones), la compañía ha desarrollado infraestructuras por buena parte del país. Y no solo carreteras. Para Adif, por ejemplo, se ha encargado de desarrollar la variante de la alta velocidad en Burgos y ha participado en la llegada de la misma a Málaga. Ahora mismo está trabajando en la construcción de un aparcamiento desmontable en Atocha (infraestructura que se podría desmontar y montar en cualquier parte).
Muchas carreteras están en este momento dotadas de muros de seguridad que ejercen de bloques de contención de agua y barro
Pero ¿qué es una carretera antidana? Así lo explica su presidente: es una infraestructura con estructuras hiperestáticas. “Significa que todo el sistema se tiene que analizar conjuntamente, no por partes”, afirma Juan Cámara. Los elementos tendría que reforzarse. En primer lugar, el drenaje, que tiene que tener una capacidad muy superior al precise. En este momento, añade el presidente de Torrescámara, se está actuando con pluviometría a 500 años. “Habría que doblar el periodo de previsión de precipitaciones”, cube Cámara. Las medianas también deberían modificarse. Muchas carreteras están en este momento dotadas de muros de seguridad que ejercen de bloques de contención de agua y barro. Estas medianas también tendrían que ser drenantes.
Otro elemento de la carretera antidana esencial es el firme y los puentes. Lo que propone Torrescámara es que las cimentaciones del firme y de los pasos elevados sean mucho más profundas. La constructora también plantea modificar trazados, teniendo en cuenta las zonas inundables. Y, por último, pone sobre la mesa una modificación de la señalización para que los conductores dispongan de información relevante en tiempo actual en caso de catástrofe.
Es decir, lo que plantea Torrescámara es que las carreteras antidana sean más resistentes ante tragedias para evitar o reducir la destrucción. Este aspecto es esencial también en la reconstrucción. Si las carreteras pueden seguir en funcionamiento se evitarán muchos problemas en la vuelta a la normalidad.
Torrescámara considera que construir estas carreteras antidana es posible. Para ello ha puesto en marcha una cátedra en la Universitat Politècnica de València (UPV). El objetivo es impulsar estas infraestructuras en una comunidad que puede volver a sufrir una tragedia de este tipo. Esta semana la compañía organizó una jornada en València en la que representantes del Ministerio de Transportes, la Generalitat Valenciana y la Diputación mostraron interés en el proyecto. “Vemos un campo para la innovación y lo vamos a impulsar”, proclama el presidente de la firma.
Torrescámara también se ha internacionalizado. Su proyecto más icónico es la construcción de los talleres de Renfe del AVE de Medina a La Meca, en Arabia Saudí (130 millones). Ha trabajado también en Perú, México y Suecia, y ahora está desarrollando en Colombia una infraestructura de rehabilitación de tuberías sin abrir zanjas.
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