Ana Fernández-Villaverde (Bilbao, 52 años), La Bien Querida, publica nuevo disco, ya en la calle y en plataformas mientras se anuncia su presencia en conciertos y festivales de toda España. LBQ le ha puesto a unas canciones en las que defiende una vuelta a sus primeros tiempos, letras sencillas y pegadizas con una de las voces más reconocibles del pop (o indie, o lo que sea) español. Amor y desamor, las calles de Madrid que pasea, el Dixie en el que desayuna, su hija Estrella o su perra, Roma, acompañante ordinary en el escenario, son protagonistas de los nuevos temas de esta artista madrugadora (“Todos los días sobre las 6 a.m.”) de disciplinas que incluyen gimnasio y clases de salsa (“llevo meses sin ir, volveré en breve”). Varias de sus canciones, como De momento abril, Dinamita, Muero de amor o Esto que tengo contigo, son ya clásicos utilizados en collection y películas. En LBQ hay varias candidatas (Noche de bodas, Podría haber sido, Ni bien ni mal) a quedarse en el imaginario del público.
Pregunta. ¿Por qué LBQ?
Respuesta. Es una vuelta al indie, si el indie existiese [sonríe]. A los orígenes. Los arreglos son más sencillos. Lo estamos tocando ahora y nos está costando mucho menos los ensayos que en el disco anterior [Paprika], cuando nos metimos con la salsa, con la bachata.
P. Paprika period muy bailable.
R. Nos arrepentimos de no haberlo hecho entero latino. Hicimos algunas canciones, pero no todo. Quizá fue por miedo. Esa cosa conservadora de pensar “a ver si ahora va a haber un rechazo muy grande”. Y nos hemos arrepentido.
P. ¿No existe el indie?
R. Lo ha absorbido el mainstream. El indie eran los grupos que no querían saber nada del mainstream. No buscaban llenar un estadio con 12.000 personas. Querían ser diferentes, sentirse diferentes. No querías ser el que le gustase a la mayoría, querías ser especial. El indie period lo imperfecto. Los grupos no tenían por qué cantar bien. Ahora está todo mucho más procesado. En un estudio de grabación casi nadie mete la voz tal cual: se graba, pasa por unos filtros y se afina un poco y tal. Y antes eso no se hacía. Los promotores, empresarios, gente que no le gusta la música se dieron cuenta de que los festivales independientes empezaban a mover gente y crearon estas macrofiestas o macrofestivales en los que hay muchísimos intereses económicos, donde hay fondos de inversión metidos ahí. Todavía quedan algunos indies como los de antes: Marcelo Legal, Primogénito López, Gúdar, Los Lagos de Hinault…
P. “No hay que no querer venderse, hay que no saber”, decía Javier Krahe.
R. Pero es que ahora no está mal visto. Antes un grupo no hacía una campaña para una multinacional de ropa, por ejemplo: no estaba bien visto, ya te estabas vendiendo un poco al sistema. Ahora es motivo de orgullo: tal marca me ha elegido para que haga una campaña.
P. ¿No hay una contradicción entre el grado de pureza que uno quiera mantener y el deseo de que su trabajo llegue a más gente? ¿Tiene uno que ceder si se quiere comprar un piso?
R. Obvia. Si este es tu modo de vida, tienes que hacer dinero, tienes que hacer conciertos y, cuanta más gente vaya, más dinero ganas y más te contratan. Y si te contrata una marca, pues la haces.
P. Usted ha hecho campañas.
R. Sí, claro. Yo ahora no soy un ejemplo de indie. No puedo serlo.
P. Sin embargo, no ha cedido el management del disco, que ha asumido todo el proceso.
R. Lo he costeado yo todo a través de mi propio sello, Roma Information, que he creado ahora. La producción, la grabación. Me he pagado unos diseñadores que me hagan la portada, los videoclips… Yo quiero tener el management sobre mis canciones. Quiero que sean mías siempre. Cuando una compañía paga o adelanta, ya estás en deuda.
P. ¿Cómo empieza con David Rodríguez [productor de los discos de La Bien Querida, entre otros, y cantante de La Estrella de David?]
R. Yo hice una maqueta. Gustó, pero vamos, a los cuatro que en España escuchan maquetas. La produjo en mi casa un chico que se llama Horacio Nistal, y esa maqueta la envié a Radio 3. Y gané un concurso de Mondosonoro. Me fichó Elefant Information, y ahí me preguntan quién me gustaría que hiciese la producción. Period la época de MySpace, donde yo había conocido a David Rodríguez, que ya tenía La Estrella de David. Ahí empezó mi amistad con él, que terminó siendo una relación y tuvimos una hija [Estrella, a la que La Bien Querida dedica una canción en su nuevo álbum].
P. ¿Qué cube su hija de su música?
R. No le interesa mucho, no le gusta.
P. Pero escucha música.
R. Sí, sí, otra sí. Le gusta Kanye West. Rihanna le encanta.
P. ¿Cuándo fue la primera vez que cantó en público?
R. Yo hice dos conciertos en dos bares de Madrid, pero vamos, para 30 personas. Uno en la sala El Barco y otro por Las Vistillas. No me llamaba La Bien Querida, period Los Vasos Comunicantes, por el surrealismo de Breton. Nerviosa, tocando con los ojos cerrados, encogida.
P. Y luego el Primavera Sound.
R. Fue de locos. Porque el siguiente fue un concierto que organizó Mondosonoro y luego ya el Primavera. Yo no tenía ni puta concept de cantar, ni clases de canto ni nada, y había aprendido a tocar la guitarra en mi casa con unos tutoriales. Quien me animó fue Jota [Los Planetas] cuando le enseñé las primeras cosas.
Es importante tener voz, saber tocar, claro que es importante. Pero lo más importante es tener personalidad. Tener carácter, estilo, no intentar copiar a nadie”
P. Usted tiene una voz muy reconocible, muy private.
R. Es importante tener voz, saber tocar, claro que es importante. Pero lo más importante es tener personalidad. Tener carácter, estilo, no intentar copiar a nadie. Crear tu propio sello. En la música, en la escritura y en cualquier lado.
P. ¿Le costó a usted tener ese sello?
R. No, nada. Naturalidad [ríe].
P. Una frivolidad: el flequillo.
R. El flequillo me lo dejé en 2009. Y ya está, ahí se ha quedado. Me protege. A mí me gusta mucho usar gafas de sol, y el flequillo también hace un poco esa función. Tapar.
P. Tiene una relación conflictiva con el éxito.
R. No estoy cómoda con esa palabra. ¿Qué es el éxito o qué es petarlo? Las cosas han cambiado tanto. Yo vi a Interpol y a The Treatment en La Riviera. Ahora todo el mundo llena el Palacio de los Deportes. ¿Yo lo peté? Bueno, pero tocaba en la sala Sol, que es maravillosa aunque no es el Bernabéu, a eso me refiero. Y encantada. Mi carrera ha sido de paso a paso, poco a poco, yo al menos lo he sentido así. Nunca he sentido que lo había petado.
P. No quisiera defenderla de usted misma, pero vivir de la música, salir de gira, ya es petarlo.
R. Desde ese punto de vista, claramente. Es la hostia vivir de algo que te gusta hacer.
Es la hostia vivir de algo que te gusta hacer”
P. ¿Echa de menos la pintura?
R. ¡He tenido un encargo!
P. ¿Vivía de la pintura?
R. Sí. Me tenía que buscar la vida, pero sí vivía.
P. ¿Cuánto costaba su cuadro más caro?
R. Nunca pasaba de 6.000 euros.
P. ¿Qué le daba la música que no le da la pintura?
R. Silencio. Estar en mi casa sola y en silencio.
P. Escucha podcasts.
R. Escucho muchos podcasts sobre la historia de España. Uno tras otro, mientras conduzco. Para la memoria es buenísimo. No soy especialmente monárquica. Pero esto me divierte un montón, porque hay unos líos de faldas tremendos. Me entretiene y de alguna manera extraña me relaja.
P. La promoción no tanto.
R. La entiendo perfectamente, agradezco muchísimo el interés, pero claro: a mí me gusta componer, dar conciertos. Esta parte la entiendo, sin embargo, yo soy mejor cantando el disco que explicándolo.
P. Puede aprovechar para hablar de política o dar alguna lección a los demás.
R. Mira, ahí Los Punsetes fueron visionarios y sacaron Opinión de mierda hace un montón de tiempo. El que es filósofo el martes pasa a ser médico el jueves. Eruditos por todas partes.