El director Klaus Mäkelä (Helsinki, 29 años) tiene la capacidad de transformar cada debut con una nueva orquesta en algo comparable a un flechazo sentimental. Le sucedió con 22 años al frente de la Filarmónica de Oslo, un año más tarde con la Orquesta de París, y ambas lo convirtieron en su director titular poco después. Los amores a primera vista del finlandés han proseguido en 2020 y 2022 con dos de las principales formaciones sinfónicas del mundo: la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam y la Sinfónica de Chicago. Pero aquí dos y dos no suman cuatro, sino que las dos prestigiosas formaciones que han llegado más tarde han preferido esperar hasta 2027 sin director titular para tenerlo a él. Una decisión insólita, que ha elevado la fascinación y la suspicacia hacia este joven mago del podio, que además es un consumado violonchelista y un brillante programador.
Mäkelä se presenta estos días en Barcelona, Oviedo y Madrid con la Concertgebouw en su primera gira con Ibermúsica. No es su debut en España, pues ya dirigió a la Sinfónica de Galicia hace siete años y ha visitado dos veces el Festival de Granada, pero será su primera actuación con una de las dos grandes formaciones que comandará en los próximos años. Dirigirá dos programas que combinan la tradición y la modernidad del conjunto con su fascinación por hacer dialogar obras de diferentes épocas. En el primero combina la pieza Subito con forza (2020), de la surcoreana Unsuk Chin, con el poema sinfónico Una vida de héroe (1898), de Richard Strauss, ambas escritas para esta orquesta. Y en el segundo opondrá el Concierto para violín de Benjamin Britten, con Janine Jansen como solista, y la Segunda sinfonía de Robert Schumann con sendos aperitivos históricos de Henry Purcell y John Dowland.
El director finlandés recibió a EL PAÍS para una entrevista exclusiva, el pasado viernes, 24 de enero, en el corridor del lodge Conservatorium. Este espacioso lugar de 1897, hoy reconvertido en un moderno alojamiento tras haber sido un banco y una escuela de música, se conoce popularmente como “la sala de estar de Ámsterdam” y resultó very best para una charla acerca de cómo se puede lidiar hoy con la tradición. El encuentro con un joven director de orquesta extraordinariamente amable e inteligente que se ha convertido, en los últimos años, en el maestro del futuro.
Sus conciertos actualizan la fascinación de antaño hacia la figura del director de orquesta, pero ahora con más carisma y encanto que excentricidad y autoritarismo. Y sus discos han puesto al día la imagen tradicional del director en las plataformas, tras convertirse hace cuatro años en el tercer maestro que firma un contrato en exclusiva para Decca, después de Georg Solti y Riccardo Chailly. En la actualidad está inmerso en una amplia selección de las sinfonías de Shostakóvich con la Filarmónica de Oslo, mantiene una serie de música francesa con la Orquesta de París, y grabará la integral de las sinfonías de Schumann con la Concertgebouw de Ámsterdam.
Pregunta. ¿Cómo fue su primera vez con la Orquesta del Concertgebouw?
Respuesta. Fue muy especial y tuve mucha suerte. Me ofrecieron dirigir el programa de mis sueños, con el estreno absoluto de Subito con forza de Unsuk Chin, y la Sinfonía núm. 1 de Sibelius, que es una de mis obras favoritas. Period septiembre de 2020, en plena desescalada del coronavirus, cuando estábamos probando diferentes formatos de conciertos para un público limitado a 500 personas. Conocía bien las grabaciones y la tradición de la orquesta. Pero al dirigirla tuve una sensación muy especial sobre el escenario. Me refiero a que es un conjunto que responde de forma muy diferente y que tiene una relación muy física con el sonido, ligado a su histórica sala de conciertos, por lo que exige una enorme precisión.
P. Entonces no fue amor a primera vista.
R. Fue un proceso gradual. Casualmente, volví a dirigir pocos meses más tarde para sustituir a Fabio Luisi en el tradicional concierto de Navidad, en el que interpretamos La mer, de Debussy. En mayo me invitaron a dirigir la Décima sinfonía, de Shostakóvich, y, en noviembre, la Patética, de Chaikovski. Tuvimos más tiempo para conocernos y congeniamos muy bien. No nos apresuramos. Ya entonces expresaron su interés por tenerme como director principal, pero seguí volviendo cada pocos meses y todo funcionaba cada vez mejor. Y en 2022 tomamos la decisión de que sería el próximo titular.
P. ¿Qué le atrajo de la orquesta neerlandesa, además de su calidad?
R. Me gusta mucho a nivel humano. Trabajan muy duro, pero también nos lo pasamos bien juntos. Son muy espontáneos y honestos. Si les digo que podemos mejorar, siempre reconocen que es posible. Y también es cuestión de química. Hay personas con las que congenias más fácilmente y tienes una química inmediata.
P. Su maestro, el legendario Jorma Panula, siempre recomienda confiar en los músicos de una orquesta.
R. Exacto. Cada orquesta tiene una forma específica de concebir su sonido y es essential entender cómo piensan los músicos para introducir cambios, pues esta orquesta ha forjado su sonido a lo largo de muchas décadas con pocos directores titulares. De hecho, yo seré su octavo titular en 137 años de historia.
P. ¿Qué cambios quiere introducir en la Orquesta del Concergebouw?
R. No pretendo alterar el sonido de la orquesta, sino enriquecerlo un poco. En una orquesta siempre hay trabajo por hacer. Aunque ensayásemos durante 10 horas al día, siempre habría cosas que mejorar. Es essential mantener el carácter del conjunto para después perfeccionarlo. Y conseguir la flexibilidad necesaria para afrontar un amplio repertorio musical.
P. ¿Elige lo que dirige en función de cada orquesta?
R. Lo intento en la medida de lo posible. Especialmente cuando salimos de gira o hacemos grabaciones, pues la concept es mostrar lo mejor de cada orquesta. Ahora mismo, en Oslo estoy más centrado en Shostakóvich; en París dirijo más obras de Debussy, Ravel y Stravinski. Y en esta gira de la Concertgebouw he programado obras escritas para esta orquesta, como la de Unsuk Chin o Una vida de héroe, de Richard Strauss. Fíjese que para interpretar este poema sinfónico hemos traído a España las partes originales para cada instrumento marcadas por el propio Strauss y por Willem Mengelberg, que period su director titular en 1898 y a quien también está dedicado.
P. ¿Cómo lidia con semejante tradición?
R. Efectivamente, la tradición de la orquesta está muy viva. Y uno puede tomar muchas cosas como director de esa tradición. Pero también es importante no conformarse con ella y no dar por buenos automáticamente todos sus elementos. Cuando volvimos a tocar la obra para preparar la gira, que no interpretábamos desde Navidad, descubrimos detalles en los que no habíamos reparado. Si miras las partituras anotadas por Strauss, verás detalles cambiados cada vez que venía a dirigirla, y también hay diferencias en cada una de las grabaciones de Mengelberg.
P. ¿Qué próximos proyectos tiene con esta orquesta?
R. La Concertgebouw tiene, como sabe, un vínculo histórico muy especial con Mahler y, dentro del tercer competition que se celebrará aquí en mayo con todas sus sinfonías, vamos a interpretar la Primera y la Octava, que será la primera vez que dirigiré la llamada Sinfonía de los mil. Después, también interpretaremos la Quinta en gira este verano. Pero ahora estoy centrado en las sinfonías de Robert Schumann, que combinan a la perfección con la disciplina, la imaginación y el equilibrio sonoro de esta orquesta.
P. De hecho, en esta gira española dirigirá la Segunda sinfonía de Schumann, aunque antes interpretará una pavana de John Dowland, de finales del siglo XVI. ¿Qué pretende con ello?
R. Se trata de un arreglo para cinco instrumentistas de cuerda de Lachrimae Antiquae, que enlazaremos directamente con el inicio de la sinfonía. Es una forma de introducir al público y a los músicos en la atmósfera casi sagrada que abre la Segunda de Schumann. Para mí, es su sinfonía más enigmática, que mira en muchas direcciones, y su inicio claramente remite al pasado. La obra incluye referencias a Bach, Haydn, Mozart y Beethoven, e incluso su tercer movimiento presenta una tensión armónica prewagneriana.
P. Entiendo que la inclusión de una breve pieza del siglo XVII de Henry Purcell antes del Concierto para violín de Britten obedece a la misma intención.
R. Por supuesto. Aquí tocaremos la marcha de la Música para el funeral de la reina María, interpretada por un conjunto de metales con percusión, y enlazaremos directamente con el timbal con platillo que abre la obra de Britten. De hecho, la composición termina con una passacaglia que, en cierto modo, conecta con Purcell. Personalmente, yo siempre he sentido algo de espíritu español en su segundo movimiento.
P. Curiosamente, la obra se estrenó con el violinista español Antonio Brosa. ¿Qué opina de la neerlandesa Janine Jansen, que será la solista en Oviedo y Madrid?
R. Janine es increíble. Precisamente íbamos a tocar juntos por primera vez en Granada en 2021, pero ella tuvo que cancelar. No obstante, hemos colaborado casi en 20 ocasiones desde entonces. Creo que no he conocido a nadie con su capacidad para aspirar a mejorar cada nota o frase de una obra y que se implica tanto en los ensayos. Grabamos juntos en Oslo para Decca los conciertos de Sibelius y el núm. 1 de Prokófiev, pero después de muchas horas seguidas de estudio nos sobraron diez minutos. Y ella quiso invertirlos en una toma más del movimiento ultimate de Prokófiev, que tocó como si no hubiera un mañana. Pero pienso que el concierto que mejor le representa es el de Britten. Ella lo tocó por primera vez con la Concertgebouw en su debut, en 2004, y ahora, más de 20 años después, lo ha vuelto a interpretar.
P. Hablando de Decca, ¿cuáles serán sus próximos lanzamientos discográficos?
R. Con la Filarmónica de Oslo saldrá en otoño nuestra grabación de la Sinfonía Leningrado, como parte de un amplia selección de la sinfonías de Shostakovich. Y con la Orquesta de París publicaremos una grabación de la Sinfonía fantástica, de Berlioz, de la que estoy muy satisfecho, pues siempre hacemos las grabaciones tras un par de conciertos y antes de las giras, pero en esta ocasión la hemos registrado al ultimate y el resultado ha sido mejor. Hemos trabajado mucho la imaginación sonora de Berlioz y reconozco que me he inspirado en las grabaciones de François-Xavier Roth y Les Siècles.
P. En diciembre pasado debutó al frente de la mítica Filarmónica de Viena, una orquesta que nunca se lo pone fácil a los directores jóvenes. ¿Cómo fue la experiencia?
R. Es una orquesta increíble y fueron muy amables y acogedores conmigo. Dimos seis conciertos con la Sexta sinfonía, de Mahler, y establecimos una conexión pure.
P. Y su otra colaboración como director invitado esta temporada será nada menos que con la Filarmónica de Berlín.
R. Sí, volveré a trabajar con ellos en la Sinfonía Alpina, de Richard Strauss, en el Competition de Pascua de Baden-Baden. Con mis dos orquestas como titular, y los vínculos que estoy creando con Concertgebouw y Chicago, hay poco tiempo para dirigir como invitado, pero las invitaciones para colaborar con orquestas como las Filarmónicas de Berlín y Viena son, por supuesto, un gran honor.
P. Ya que lo menciona, hablemos de su nombramiento como próximo director musical de la Sinfónica de Chicago, a partir de 2027, a donde volverá en abril para dirigir a Mahler.
R. Esta temporada solo dirigiré allí dos semanas, pero en 2026 debutaré en el Competition de Ravinia. Tengo muchas ganas de que llegue el momento de conocer más a fondo a esta magnífica orquesta. Chicago es una ciudad fascinante y su orquesta tiene una personalidad completamente diferente a la Concertgebouw. Así que tengo muchas ganas de trabajar estrechamente en Chicago para ver lo versatile que es su orquesta y hasta dónde podemos llegar juntos.
P. Su meteórica carrera ha generado mucha fascinación, pero también ha recibido críticas muy adversas que han cuestionado su elevación a “mesías musical intercontinental”. ¿Siente la presión de los medios?
R. Personalmente, me resultan útiles tanto las críticas positivas como las negativas, porque en cierto modo es bueno que te recuerden que tienes una responsabilidad. Pero no tengo mucho tiempo para pensar en ello. Mi relación con las orquestas y los públicos es determinante. Y, especialmente, me debo a cada compositor.
P. Para terminar, ¿cuándo veremos a Klaus Mäkelä al frente de una ópera?
R. Es algo que ansío, pero todavía no tengo tiempo para ello. Espero que en el futuro pueda dirigir alguna ópera con la Concertgebouw, que suele montar una producción cada año en la Ópera Nacional de los Países Bajos.