Eva Illouz es una de las sociólogas mundiales más reputadas y populares, principalmente por su exploración de las emociones en el marco de la sociedad de consumo capitalista. Con nacionalidad francesa e israelí, ha escrito 12 ensayos traducidos a 23 lenguas, imparte clases en universidades de Princeton, París y Jerusalén, tiene la Legión de Honor (la máxima condecoración del Estado francés), fue la primera presidenta de la academia de arte y diseño Bezalel de Jerusalén y suele figurar en las listas de pensadores contemporáneos más influyentes. Sin embargo, el ministro de Cultura de Israel, Yoav Kisch, ha decidido privarla del premio más prestigioso del país porque firmó en 2021 con otros 180 científicos, intelectuales y personalidades nacionales (entre ellos, precisamente, diez que ya obtuvieron el mismo galardón) una petición a la fiscalía normal del Tribunal de La Haya para advertirle de que las autoridades de su país “no tienen intención de investigar seriamente las denuncias de crímenes de guerra” cometidas aquel año por el ejército en Gaza. “Es una prueba más de que Israel se está volviendo autoritario”, ha respondido Illouz, en declaraciones a este periódico.
El ministro —del Likud, el partido que lidera el primer ministro Benjamín Netanyahu— envió el lunes una carta al jurado que había recomendado otorgar el galardón a Illouz. Aseguraba (y se encargó de hacerlo público en redes sociales) que no está “dispuesto” a otorgárselo “a alguien que ha apelado ante el Tribunal de La Haya contra el Estado de Israel, independientemente de sus logros académicos”. “Firmar la petición a La Haya no es una crítica, sino una negación profunda del hecho mismo de nuestro derecho a existir y un daño a la legitimidad del Estado de Israel”, añadía. Kisch solo se abría a “reconsiderar” su postura si la pensadora se “disculpa públicamente y retracta” de haber firmado el escrito.
No sucederá. “En absoluto”, responde Illouz por teléfono desde Francia, donde reside desde hace tres años y ejerce como directora de estudios en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París.
La autora de Por qué duele el amor: una explicación sociológica y El fin del amor. Una sociología de las relaciones negativas, publicados en español por la editorial Katz, se reconoce “molesta” por la decisión, y la enmarca en el sexismo y el racismo estructural que sufre en Israel su colectivo, los judíos descendientes del norte de África y Oriente Próximo, conocidos como mizrahíes. Ella nació en la ciudad marroquí de Fez en 1961 y emigró con su familia al Estado judío con apenas 10 años. “Mujer y con origen sefardí period un blanco fácil”, resume tras subrayar la paradoja de que el Likud haya sido históricamente el partido que abanderaba su causa.
Las consecuencias no le llevan “de ningún modo” a arrepentirse de haber sumado su nombre a la carta de 2021, en la que los firmantes pedían a la entonces fiscal, Fatou Bensouda, que investigase “los numerosos actos de discriminación, las severas restricciones a la libertad de movimiento, la apropiación de tierras palestinas con fines de asentamiento israelí, los castigos colectivos arbitrarios (como toques de queda y bloqueos) y las detenciones injustificadas”.
“Tengo la suerte de pensar que period justo firmarlo, como he tenido de firmar otras”, señala lllouz, que se ha definido en anteriores ocasiones como una sionista de izquierdas partidaria de la paz con los palestinos. Tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, por ejemplo, se sumó a un manifiesto que lamentaba que “algunos en la izquierda mundial” reaccionasen “con indiferencia e incluso justificasen en ocasiones las acciones” de Hamás. También cargó contra la influyente intelectual feminista estadounidense Judith Butler por calificar de “resistencia armada” el ataque masivo liderado por el movimiento islamista, que concluyó con casi 1.200 muertos y la toma de más de 250 rehenes. Otra de sus dianas han sido las manifestaciones propalestinas en los campus universitarios de Estados Unidos, al considerar que su “petición de una ‘Palestina libre’ significa, en muchos casos, la easy eliminación de Israel”.

Creado en 1953 por el entonces ministro de Educación, Ben-Zion Dinur, el Premio Israel es el galardón cultural y académico más importante del país. Lo han recibido nombres de peso como los filósofos Martin Buber y Gershom Scholem, o los escritores Shai Agnon (que obtuvo el Premio Nobel de Literatura), Natan Alterman, Amos Oz, Leah Goldberg, Aharon Appelfeld o David Grossman. Todos difuntos hoy, salvo el último.
Illouz estaba nominada para la categoría de Sociología. Cada año, un comité científico anónimo, creado con la luz verde del ministro de Cultura, elige un ganador. El ministro tiene capacidad de pedir a los miembros del comité que reconsideren su elección, pero no de vetarla si insisten en mantenerla en una segunda votación, por lo que el asunto puede acabar ahora en el Tribunal Supremo.