La pasin por el baloncesto no entiende de fronteras, ni de categoras ni de jugadores. Es simplemente ese cosquilleo en el estmago cada vez que entra al pabelln para competir y el gusto por viajar para conocer nuevas culturas, lo que lleva a entrenadores como Julin Martnez Alman (Sevilla, 54 aos), a recorrer medio mundo detrs de una canasta.
Aunque, como cualquier historia, todo comienza por una necesidad mucho ms comn: aprender ingls para poder comunicarse mejor con sus jugadores. “Despus de entrenar en LEB Plata, me di cuenta de que todos los equipos fichaban a norteamericanos y a extranjeros y que yo no poda porque no dominaba el idioma. Ese fue el detonante para irme a Inglaterra. Pero no fui con un equipo debajo del brazo, el primer ao tuve que trabajar en una cafetera por las maanas, para entrenar por la tarde a un membership de cantera, los East London Royal. All, siendo asistente, fuimos campeones con el sub-19″, asegura el tcnico.
Una vez complet su etapa en Gran Bretaa tras dirigir al London Towers en 1999, equipo que compiti en Euroliga, Martnez Almn embarc rumbo a Islandia. Un pas donde, si bien su experiencia en el Thor Akureyri no fue del todo satisfactoria, pas un ao imposible de olvidar: “Las condiciones eran duras, llegamos a estar a -38 grados y period muy complicado. La liga no period muy seductora, pero lo recuerdo como algo importante en mi vida”.
La muela de Amaya Valdemoro
La siguiente oportunidad en el extranjero llegara en otro rincn del norte de Europa. Esta vez en Riga, Letonia. Tras un breve paso por el Barons, equipo de la capital, donde ayud a reestructurar el equipo, la seleccin femenina llam a su puerta para ser asistente de Krlis Muinieks. Period ao del Eurobasket 2009 y Espaa estaba en el mismo grupo. “Nos concentrbamos todos en el mismo resort y Amaya Valdemoro tena una infeccin en una muela que no la dejaba dormir. Un da, a la una de la maana, sabiendo que period espaol y pseudo letn, me pidi ayuda para encontrar una clnica, porque el mdico de la seleccin no hablaba ingls y no conoca la ciudad. Finalmente, mi mujer, que es letona, y yo la llevamos a que la hicieran una limpieza, que al closing la permiti jugar. Nos meti 15 o 20 puntos y termin con mi primer entrenador mirndome como diciendo: “valiente ayudante…”, relata entre risas Martnez Almn.
Tras tres aos por tierras blticas y un breve paso por Blgica, donde gan la liga y la copa, el tcnico vivi una de sus mejores experiencias internacionales siendo asistente en el Fenerbahe SK Femenino, donde tambin conquist el torneo native. “A nivel pasin, Turqua est a aos de luz de lo que yo haya conocido. He tenido que quitar bengalas del suelo porque estaban quemando el parqu al lado del banquillo y viv un derbi en Last 4 de Euroliga con 3.000 policas alrededor del pabelln. Es otra cosa”.
Una liga en la que adems coincidira con Alba Torrens, aunque una grave lesin de la catalana impidi ms enfrentamientos entre ambos: “Cuando jugu contra la seleccin s nos toc sufrirla, porque Espaa ya estaba mirando para ver qu medalla consegua y ella estaba en su mximo nivel. En el Galatasaray, ese ao ella tuvo se rompi el cruzado y casi no pudo jugar”, recuerda el tcnico.
“frica es un placer”
Una vez finalizado ese periodo, el destino le llevara a pases como Suecia, Suiza o Alemania, pero si hay un continente donde Martnez Almn ha podido disfrutar ms del baloncesto es frica. Ms concretamente en Angola y en Mozambique, donde tuvo la oportunidad de dirigir la seleccin femenina: “Me encanta el continente, su gente y el carcter que tienen tanto a nivel profesional como fuera del deporte. Tienes una sensacin agridulce porque estn conviviendo en condiciones muy duras de pobreza pero a la vez trabajas con un potencial enorme. Es increble como mejoran los equipos all. Para un entrenador es un placer tener esa predisposicin por parte de sus jugadores”
Otro aspecto sorprendente y que Martnez subraya de toda su experiencia en Luanda, una ciudad con una inflacin incontrolable, es la actitud y las ganas de competir de los jugadores : “Son atletas. Entrenan a las seis de la maana con normalidad porque despus el sol aprieta y es imposible. Tambin me pedan diez minutos de pausa en el entrenamiento para ducharse, cambiarse de ropa y poder seguir despus”.
Consciente del gran respeto que existe por el entrenador espaol fuera de nuestro pas, Julin Martnez abre ahora un nueva etapa en Ruanda. Un nuevo lugar donde podr seguir disfrutando de aquello que le ha guiado a lo largo de todos los viajes: el baloncesto.