La política japonesa se sumergió en nuevas cotas de tedio este lunes, con el candidato Shigeru Ishiba quedándose dormido en su propia votación de investidura. El presidente del Partido Liberal Democrático (PLD) necesitó una segunda votación -algo que no ocurría desde hacía treinta años- para imponer su candidatura a la reelección.
Los japoneses han hecho abundante befa en las redes de la siesta de Shigeru Ishiba, captada por una televisión nacional. En el PLD, el protagonista ordinary de este género de vídeos es el secretario basic, Yoshihide Suga, a punto de cumplir 76 años (el presidente del partido, Ishiba, con 67, es casi un chaval). La gerontocracia en que se ha convertido Japón preocupa a algunos ciudadanos, pero la conducta electoral (la población de edad avanzada, en aumento, vota además en mucha mayor proporción que la población juvenil, en descenso) no ayuda a poner remedio.
El mismo socio de coalición del PLD, Komeito (brazo político de una secta budista), acaba de poner al frente del partido a un político de 72 años, dispuesto a calentar escaño una vez más, en la que será su undécima legislatura. El relevo en Komeito se debe a su pérdida de ocho escaños en las elecciones de hace quince días, entre ellos, el de su anterior jefe de cartel. Una sangría de votos aun así bastante menor que la del propio PLD.
Un motivo añadido de desafección es la marginación de la mujer en la alta política, espejo de su escasa relevancia en el mundo económico. Ishiba solo ha cedido dos carteras ministeriales, de un whole de veinte, a féminas: la de Infancia, Junko Mihara, y la de Educación, Toshiko Abe.
Una muestra más de que no cabe esperar renovación alguna por parte de Ishiba, más allá de un discurso algo más favorable a medidas de descentralización -ante la macrocefalia de Tokio- y de recuperación del poder adquisitivo de los salarios, principal motivo del descontento social -junto a la corrupción del PLD- en un país que no estaba acostumbrado a las subidas de precios desde hacía décadas.
Ishiba no logró ser reelegido en primera votación, al no obtener la mayoría absoluta, en la cámara baja de la Dieta, de 465 escaños. En segunda votación obtuvo 221 votos, imponiéndos así por mayoría easy a su rival, Yoshihido Noda, que obtuvo 160, tras sumar, con toda probabilidad, los votos del Partido Comunista de Japón a los de su propio Partido Demócrata Constitucionalista (PDC) de centro-izquierda.
Noda fue primer ministro en 2010-2011, cuando fue barrido por el tsunami y el accidente nuclear de Fukushima, en una de las raras pausas al régimen casi ininterrumpido del PLD, el partido que controla el estado japonés desde hace más de setenta años.
Votos nulos
Los dos partidos conservadores en la oposición no han descabalgado a Ishiba
Shigeru Ishiba ya ha anunciado su nuevo gobierno, que es básicamente el mismo que hizo público el mes pasado, a los pocos días de convertirse por primera vez en primer ministro -antes había sido ministro de Defensa en tres ocasiones y también de Agricultura- con apenas tres retoques. El ministerio de Exteriores se mantiene en manos de Takeshi Iwaya (67), exministro de Defensa. Y el de Defensa, continúa con Gen Nakatani como titular.
Ishiba llevaba décadas presentándose como la alternativa aceptable y widespread dentro del partido al derechista Shinzo Abe. El objetivo secundario de las elecciones anticipadas period, precisamente, dejar que las urnas purgaran a los diputados fieles a la facción del asesinado Abe, la más manchada por los cobros ilegales y la corrupción.
Komeito conserva la cartera de Infraestructuras, Transporte y Turismo en la remodelación. Sin embargo, la coalición de gobierno se encuentra en minoría en la cámara baja, por lo que, para ganar cualquier votación, deberá convencer a por lo menos otro partido. Algo regular en muchos países, pero no tanto en Japón, donde prima la obsesión por la estabilidad.
Sin embargo, el PLD tiene donde elegir, ya que la segunda y tercera fuerza a priori ajenas al gobierno, no se distinguen demasiado ideológicamente de su conservadurismo social, su neoliberalismo económico y su estrecha alianza con EE.UU.. Uno de ellos, el Partido Democrático para el Pueblo (PDP), que ha multiplicado su número de diputados por cuatro, hasta los 32, es el candidato más firme a acuerdos puntuales. Más aún que el Partido de la Innovación.
El líder del PDP, Yuichiro Tamaki, tiene un motivo añadido para ser acomodaticio. Este mismo lunes, un tabloide publicaba un vídeo de su supuesta infidelidad, entrando en un resort con una modelo de su circunscripción. No se sabe si hay más imágenes, aunque el político no ha denunciado chantaje. En su lugar, ha pedido disculpas a su familia y a sus electores por su mala cabeza y ha reiterado la posición constructiva de su partido si de lo que se trata es de reducir impuestos y de aumentar el gasto militar.
El jueves pasado, Ishiba -sucesor de Fumio Kishida- mantuvo una conversación telefónica de cinco minutos con Donald Trump, en la que le felicitó por su segundo mandato presidencial en EE.UU. y expresó su deseo de llevar la relación bilateral “aún más lejos”. En un tuit, además, declaró el objetivo común de “promover un Indo-Pacífico libre y abierto”.
(Abajo, un vídeo más extenso en la TV japonesa muestra la siesta de Shigeru Ishiba en una Dieta dominada por varones en edad de jubilación)