Hamás ha liberado este sábado a cuatro mujeres militares israelíes en aparente buen estado de salud que mantenía como rehenes desde el 7 de octubre de 2023. Y lo ha hecho en una efectista ceremonia celebrada en Gaza y retransmitida en directo a todo el mundo. Con esa escenografía triunfalista también ha lanzado el mensaje de que, al menos en apariencia, mantiene las riendas del poder en la Franja, algo que, como primer objetivo de la presente contienda, buscaba evitar el Gobierno de Israel. De forma paralela, 200 presos palestinos han salido de penales israelíes. Ese intercambio de rehenes por la liberación de reos está acompañado de reproches y acusaciones mutuas de incumplimiento que muestran la desconfianza entre las partes y la fragilidad de los hilos que sostienen un proceso diseñado para durar meses y desembocar en un alto el fuego definitivo.
Las cuatro jóvenes han aterrizado a bordo de un helicóptero en un hospital a las afueras de Tel Aviv. Previamente, habían sido entregadas por los milicianos palestinos a miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que las han transferido a las autoridades israelíes ya fuera de la Franja. De esta forma, se sigue esencialmente cumpliendo lo acordado entre el Movimiento de Resistencia Islámica —el nombre completo de Hamás—, e Israel en los términos del alto el fuego que entró en vigor en el enclave palestino el domingo pasado.
Por cada una de estas militares han sido sacados 50 prisioneros palestinos de cárceles israelíes. Algunos con sentencias a perpetuidad han sido deportados y no se les ha permitido reencontrarse con sus familias ni retornar a su lugares de residencia. De los 200, 16 han sido enviados a Gaza y 70 a Egipto. La Sociedad de Prisioneros Palestinos ha anunciado que entre ellos se encuentra el considerado decano de los presos, Mohamed Al Tous, de 69 años y encarcelado por Israel desde 1985. Los otros 114 han sido liberados en Cisjordania. Cientos de personas los han recibido como héroes en Ramala (capital administrativa de este territorio ocupado). Las escenas de júbilo se multiplican entre familiares y conocidos de los recién liberados, aclamados mientras atraviesan las calles a hombros tras descender de autobuses de la Cruz Roja.
En una primera reacción, el portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari, ha acusado a Hamás de incumplir lo firmado por no priorizar el regreso de mujeres civiles, según unas declaraciones de vídeo. El primer ministro Benjamín Netanyahu, ha afirmado que no va a permitir el regreso de los gazatíes desplazados por la guerra al norte del enclave —como estaba previsto con la llegada de la segunda semana de tregua— hasta que no se aclare la puesta en libertad de Arbel Yehud, una civil secuestrada en el kibutz Nir Oz que debería haber sido entregada ya, según las autoridades del Estado judío. La Yihad Islámica no la considera civil y ha señalado que está viva y será entregada en el próximo canje. La parte israelí reclama pruebas. Pese a la tensión y los reproches, ninguna de las partes ha dado por roto el proceso.
“El sionismo no vencerá”
La escenografía de la entrega se desarrolló sobre un escenario, en una plaza de la Ciudad de Gaza donde una leyenda decía: “El sionismo no vencerá”. Y, otra: “Palestina, la victoria del pueblo oprimido contra el sionismo nazi”. Ahí se procedió a la firma de la entrega de Karina Ariev, Daniella Gilboa y Naama Levy, de 20 años, y Liri Albag, de 19, entre un empleado de Cruz Roja y un miliciano enmascarado. Instantes después, tras llegar a bordo de coches civiles sin distintivos, las cuatro cautivas, vestidas de uniforme verde, han sido presentadas sobre esa misma plataforma. Se las ha visto de la mano, entre sonrisas y haciendo gestos de celebración a los presentes. Seguidamente, han sido introducidas en uno de los todoterreno de Cruz Roja. Cada una llevaba una bolsa con el distintivo del brazo armado de Hamás, como hicieron las tres primeras liberadas el fin de semana pasado.
Los más allegados a las rehenes han seguido y celebrado las liberaciones a través de pantallas desde unas instalaciones preparadas por las autoridades antes de poder abrazarse a ellas, según imágenes de fuentes oficiales. Mientras, la conocida como plaza de los rehenes de Tel Aviv, principal lugar de las reivindicaciones de las familias de los secuestrados por Hamás, ha vivido escenas de júbilo entre cientos de presentes mientras se retransmitía desde Gaza la liberación. “Su regreso hoy representa un momento de luz en la oscuridad, un momento de esperanza” al tiempo que “sirve como un doloroso recordatorio de la urgencia de traer de vuelta a los 90 rehenes que aún están en Gaza”, señala en un comunicado el foro que agrupa a las familias de los secuestrados.
En la batalla por el relato y la propaganda, las autoridades israelíes tratan de evitar las escenas de júbilo entre los palestinos. A algunas familias, sobre todo en la Jerusalén ocupada, se les prohíbe incluso expresamente las ceremonias de bienvenida cuando los suyos quedan en libertad. Eso no es posible cuando decenas de presos se reencuentran con sus allegados y seres queridos en Cisjordania, donde se producen escenas de júbilo con fuegos de artificio en el cielo en medio de abrazos y lágrimas.
Conscientes de ello, los responsables y milicianos de Hamás llevan las riendas de la entrega de los cautivos dentro de la Franja en ceremonias que preparan al detalle para multiplicar el impacto en una audiencia multitudinaria impulsada por las redes sociales y los medios de comunicación. Así ha ocurrido en las liberaciones de tres mujeres civiles el domingo y de las cuatro soldados este sábado. El Movimiento de Resistencia Islámico plantea su specific órdago tras más de 15 meses de una guerra en la que el principal objetivo del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, period erradicar política y militarmente ese movimiento que lideró el ataque del 7 de octubre de 2023 en el que fueron asesinadas en territorio israelí unas 1.200 personas y 250 fueron secuestradas.
La polémica no escapa a los entresijos del secuestro de estas cuatro militares, pertenecientes a un grupo de soldados dedicadas a vigilar Gaza desde la cercana base de Nahal Oz, uno de los lugares atacados por Hamás aquel 7 de octubre. Las autoridades israelíes, según los testimonios recogidos de algunas de ellas y sus familias, hicieron oídos sordos a las alertas lanzadas en torno a la preparación del gran ataque. Las cuatro eran además compañeras de la hispanoisraelí Maya Villalobo, de 19 años, que murió aquel día. Period hija de Eduardo Villalobo, profesor de Microbiología de la Universidad de Sevilla, y de Galit Sinvany, una investigadora israelí.
La plaza que ha acogido la entrega a la Cruz Roja de las militares deja entrever las profundas heridas infligidas a la Franja durante los intensos ataques por tierra y por aire de las tropas de ocupación en un territorio en el que la lista oficial de muertos supera las 47.000 personas, la mayoría mujeres y niños. Eso, sin contar los miles que las autoridades locales calculan que quedan todavía sin recuperar de entre los escombros.