El pasado 4 de diciembre fallecía, en su casa, nuestro padre Luis Valenciano Clavel, physician en medicina y entusiasta luchador por la sanidad pública durante toda su vida. Esta carta tiene dos intenciones, la primera es agradecer profundamente la impecable tarea desarrollada por el equipo de cuidados paliativos del Esapd Centro/Espronceda de la Dirección Common de Atención Primaria, encabezado por la doctora Aránzazu Gutiérrez y el enfermero Jesús López. Más allá de la calidad en la atención que dedicaron a nuestro padre, queremos destacar la impresionante empatía, inteligencia y humanidad que desplegaron en los días más críticos de la enfermedad. Sin la dedicación del equipo de paliativos esos momentos tan duros hubieran resultado insoportables para nosotras. El segundo motivo es apelar a los responsables políticos para que redoblen el esfuerzo que permita aumentar el número de unidades de paliativos en la Comunidad de Madrid. Sería deseable que muchas más personas pudieran disfrutar de la atención que brindan estos grandes profesionales en el ultimate de la vida. Desde aquí, a todos ellos, nuestra inmensa y eterna gratitud.
Elena, Paloma y Marta Valenciano. Madrid
Si escuchásemos a los científicos
Leo en la prensa que la mitad de los científicos españoles son insultados en redes. No me extraña que esto suceda en un país el que el programa Cuarto milenio se emite en prime time. El día que los investigadores cobren a razón de la importancia de su trabajo, tengan estabilidad laboral y reconocimiento social, ese día los niños querrán dedicarse a la ciencia. Y ese día estaremos ante el verdadero cambio, porque el reconocimiento social no se alcanza a través de proyectos de visibilización y concienciación. Y puestos a soñar, la Constitución debería obligar a los políticos a escuchar y legislar en consecuencia con los datos científicos. De lo contrario, la ciencia se convierte en cuestión de fe.
Noelia Díaz Padilla. Ingenio (Las Palmas)
Maltratadores
Imaginemos por un momento que los animales pudieran hablar y juzgarnos. ¿Qué nos dirían? Las vacas en granjas industriales podrían preguntar por qué sus vidas valen menos que un plato de comida. Los animales salvajes, desplazados por deforestación y contaminación, exigirían saber por qué destruimos su hogar. Los océanos rebosantes de plástico nos acusarían de ser negligentes, y los perros abandonados se preguntarían por qué nuestro compromiso es tan frágil. Nos consideramos la especie más inteligente del planeta, pero explotamos, contaminamos y destruimos con una indiferencia brutal. Si los animales nos juzgaran, seríamos culpables de crueldad, abuso y egoísmo.
Ignasi Frechoso. Barcelona.
Poder motorizado
Conduciendo una de muchas mañanas hacia el trabajo, me percato de la imperante necesidad de poder del ser humano. Todos quieren adelantar a todos. Vamos a distintos sitios, por distintas razones, pero queremos adelantar, ser superiores siempre. Nos mueve algo por dentro, el hecho de quedarnos atrás, incluso en algo tan easy como conducir.
Laura Valdivieso Massa. Barcelona