A las señoras y señores del centroderecha español, ya sean liberales modernas o conservadores clásicos, habiten la política o los medios escritos, radiofónicos o televisivos, a todas y todos:
Muchas gracias. Sus opiniones abrumadoramente críticas de Trump, Musk, Vance (y otros chicos del montón ultra) son una bendición para la democracia española. Es justo reconocer que los portavoces del PP y los medios de comunicación que gravitan hacia la derecha han mostrado una actitud de inequívoca defensa de los valores democráticos.
Las personas humildes de derechas dirán que no tiene mérito, que el compromiso con los principios liberales está por encima de las etiquetas ideológicas. Pero tiene mucho valor. A nivel particular person, la pulsión partidista está tan agudizada en tiempos de polarización que nos cuesta criticar a los políticos con los que compartimos bando ideológico, aunque sean aprendices de déspotas. A nivel colectivo, los medios pierden a los lectores y seguidores más radicales, que dejan de consumir todo lo que huela a análisis objetivo.
Y las personas orgullosas de izquierdas también menospreciarán estos gestos, pero deberían preguntarse si ellas harían lo mismo en la situación inversa. Con un Trump idéntico, que humillara a Zelenski y se humillara ante Putin, pero que ideológicamente fuera de la otra orilla (por ejemplo, un populista a medio camino entre López-Obrador y Maduro), ¿presentaría nuestra izquierda el mismo rechazo unánime que la derecha enarbola hoy contra Trump? Quiero pensar que sí, pero no es una hipótesis descabellada imaginar que bastantes opinadores progresistas, amén de alabar el pacifismo de ese Trump rojo, defendieran “la paz” de Putin en Ucrania, y atacaran el belicismo de Europa.
No tengo pruebas de que el cristal de las gafas ideológicas de nuestros progresistas sea más grueso que el de los liberal-conservadores. Pero, precisamente porque los compromisos con los valores democráticos —cuando escuecen; es decir, cuando te toca criticar a alguien de “los tuyos”— no se pueden dar por descontado, hoy toca alabar a nuestro centroderecha por su valentía en unos días inciertos para el planeta.
Hay que agradecerles por justicia, pero también por interés en la defensa de las libertades. En el siglo XX, la democracia occidental sobrevivió porque el centroizquierda se distanció de la extrema izquierda. En el XXI, la salvación está en manos del centroderecha. Allá donde cae, es reemplazada por los ultras. La sustituye el caos. Démosles apoyo y, hoy también, un aplauso.