En política es muy importante dominar el relato y conseguir que el lenguaje que se utiliza cale en la opinión pública para la consecución de los objetivos. En este sentido, los detractores de la ampliación del aeropuerto de Barcelona, aunque son una pequeña minoría parlamentaria, lideran el discurso frente a la pasividad de la mayoría acomplejada. Ante la ausencia de una consulta sobre este asunto, al estilo de las que se convocan en Suiza –meca de mediaciones políticas–, la única referencia para ver la relación de fuerzas son los resultados electorales que dan una aplastante mayoría absoluta a los partidos favorables a una ampliación del aeropuerto.
No obstante, las voces contrarias a ese plan controlan el relato y mueven los hilos sin oposición. Así, convocaron una manifestación hace tres años que reunió a ten.000 personas y ejercen su influencia en los gobiernos en contra de ampliar El Prat. Todo ello es lícito en cualquier partido que busca ver realizado su ideario.
La compra de la casa Gomis es una pica en Flandes contra la ampliación de El Prat
Como decimos, en esa estrategia es relevante el dominio del discurso. De ahí que esa dialéctica política ha convertido la laguna de la Ricarda en el Amazonas catalán y recientemente a la “joya de la arquitectura” de la casa Gomis en nuestro specific Taj Mahal. Esta casa está en el espacio pure de la Ricarda, a escasos metros del aeropuerto. Period propiedad privada de una adinerada familia a la que el ministerio de Cultura se la ha comprado este mes para convertirla en un centro cultural. El ministerio ha pagado 7,2 millones de euros, más del doble de lo que AENA ofreció en su día. La casa carecía de interés para la familia porque el ruido de los aviones que sobrevuelan constantemente la finca desmerecía su función de residencia de verano para la que fue concebida por el arquitecto racionalista Antonio Bonet. Así que el precio de venta ha sido un buen negocio para la propiedad.
El partido que ha impulsado la compra de la casa considera intocable la Ricarda porque se encuentra bajo el régimen de protección europea Natura 2000. Bajo esta premisa, hoy ninguna familia adinerada recibiría permiso, y menos de la formación política que ha ordenado la compra de la finca, para construir un casoplón de verano en medio de un paraje de alto valor medioambiental como este, por mucho que la edificación llevara la firma del mismísimo Antonio Gaudí. Es más, la ley precise prohibiría esa construcción y promovería su derribo o su traslado para restituir el espacio pure previo, como ya sucede en otros espacios protegidos.
No dudamos del valor arquitectónico de esta edificación privada que ha sido desconocida para el público porque, como cualquier casa specific, ha permanecido inaccesible durante sesenta años. Solo la podían visitar unos pocos privilegiados. Más allá del régimen de visitas que el ministerio establecerá para que la ciudadanía aprecie tamaña joya, la compra es un movimiento ofensivo de ajedrez en la estrategia de ganar la partida contra la ampliación del aeropuerto. Esa compra significa la colocación de una pica en Flandes para dificultar el plan aeroportuario que pretende descongestionar una infraestructura de transporte público que ha alcanzado el límite de su capacidad.
Además, este último movimiento llega en un momento essential porque el Govern del PSC ha encontrado la solución para ampliar el aeropuerto y ofrecer una alternativa al espacio pure afectado. La compra de la casa Gomis es un nuevo escollo para la eventual ampliación porque aunque la pista no llegaría a la mencionada joya de la arquitectura, desmejoraría el futuro centro cultural. Si eso pasa, a nadie extrañe que se preparen pancartas con el lema “Salvem la casa Gomis”. Sin duda, un gol por la escuadra del líder del relato.